Pedro Duque: «La ciencia española nunca ha visto tanto dinero; tenemos la responsabilidad de usarlo bien»
«El objetivo es que en 2030 el 3% del PIB esté dedicado a ciencia y, de eso, el 1,25% sean fondos públicos. Si alcanzamos este camino el sistema será resiliente, al menos, respecto al presupuesto aportado», afirma Pedro Duque, el ministro de Ciencia e Innovación del Gobierno
Tras un año de pandemia, el ministro de Ciencia e Innovación del Gobierno de España, Pedro Duque, presentó hace unas semanas su Pacto por la Ciencia y la Innovación. El último presupuesto de Ciencia ha batido récords con un incremento del 60% gracias, en parte, a los fondos europeos de recuperación de la COVID-19. Sin embargo, mientras algunos investigadores temen que esto no arregle su situación de precariedad, otros se preguntan qué pasará cuando se acabe la financiación extra que ha traído el coronavirus.
Al inicio de la pandemia comentó que había faltado un plan para hacerle frente. Un año después, ¿existe ya ese plan para crisis futuras?
Ya estamos armados para lo que pueda ocurrir en el futuro. Lo más importante ya está en marcha: un plan de capacidades, reservas y materiales estratégicos. Hay otras cosas todavía más importantes, como tener unos sistemas de ciencia y fabricación engrasados e independientes, incluso a nivel europeo, que se están implementando a gran velocidad. La mentalidad de la gente también ha cambiado. Los países que tuvimos más problemas fuimos los occidentales, donde hay menos mentalidad de adaptarse rápidamente a las normas dadas, pero hemos entendido que en algunas circunstancias es imprescindible ir todos a una.
Ahora que estamos más alejados del ojo del huracán, ¿qué se hizo mal?
No creo que se pueda decir que se ha hecho algo mal. Las cosas se hicieron según la información parcial que se tenía en ese momento. Pensemos en el modo de contagio: ahora todos sabemos que debemos ventilar, pero esa información ha necesitado toda una serie de experimentos que nos han dado esa certeza. No se pueden tomar medidas sobre cosas que no se sabe que existen. Yo creo que en ese sentido todo el mundo ha actuado de buena fe, pues se ha ido reaccionando a los nuevos conocimientos.
Desgraciadamente se han perdido muchas vidas, pero no viene de que alguien haya actuado mal sino de que no se tenía información suficiente. Lo que sí se puede decir es que la férrea disciplina poblacional de los países del este de Asia era más útil que nuestro sistema de libertades, eso lo tenemos que reconocer.
¿Y qué cree que se hizo bien?
En nuestro Ministerio, tres días después del confinamiento ya había en marcha proyectos por valor de 30 millones de euros. Han servido para desbrozar muchos de los tratamientos que se proponían y algunos se han descartado y otros se han afianzado, y el tratamiento de los enfermos está siendo mejor. También se ha investigado en prevención, vacunas y asistencia.
Al mismo tiempo, se pusieron otros 25 millones para preparar de forma rápida las capacidades empresariales e industriales de fabricación de vacunas. También se han promocionado proyectos para mejorar los materiales de las mascarillas y han salido industrias que, en cuestión de meses, se pusieron a fabricar mascarillas, guantes y EPI. Ahora tenemos capacidad de fabricación y queremos hacerla sostenible. Que lo sea dependerá de qué hacemos cada año y está unido a una gestión día a día.
Los fondos europeos de la COVID-19 jugarán un papel importante en la financiación de la ciencia española, pero no durarán para siempre. ¿Cómo lograr un sistema sostenible y resiliente para el futuro?
La financiación de la ciencia española es aproximadamente la mitad de lo que sería deseable para tener un sistema sostenible, no ya científico sino productivo. Este se alimenta de todas esas innovaciones, que aumentan la productividad y generan nuevos puestos de trabajo. Ese incremento futuro y sostenible tiene que producirse. El primer paso que hemos dado en 2021 con un 60% de incremento es muy importante, pero debemos conseguir que cristalice en las fuerzas políticas la idea que hay en la población de que esto no puede seguir como estaba antes. El Pacto por la Ciencia y la Innovación es la gran esperanza que debe servir de primer empujón para demostrar que el país se beneficia.
El sistema de ciencia español nunca ha visto tanto dinero junto en un año y tenemos la gran responsabilidad de hacerlo funcionar, aplicarlo bien y que produzca resultados para que la aportación de fondos sea sostenible. Demostrar que era necesario y que es útil. La sociedad no quiere que estemos a la cola europea en inversión en ciencia. Ya se han producido cambios muy importantes, pero no hemos pasado a ese grupo de países medios al que queremos unirnos y después adelantar. El talento y las universidades españolas son compatibles con estar en cabeza, pero para eso necesitamos los recursos normales en un país europeo. Todo sigue en modo emergencia por la pandemia, pero cuando termine y se acaben los fondos esto tiene que continuar. Tienen que ser una rampa que nos lleve a donde ya deberíamos haber estado si no se hubieran tomado decisiones miopes en crisis anteriores.
Pero, ¿cómo lograr ese cambio de mentalidad?
El discurso tiene que cambiar para intentar pequeños incrementos todos los años. Poner metas a largo plazo como las del Pacto, acordadas con la Unión Europea. El objetivo es que en 2030 el 3% del PIB esté dedicado a ciencia y, de eso, el 1,25% sean fondos públicos. Si alcanzamos este camino el sistema será resiliente, al menos, respecto al presupuesto aportado.
Por otra parte, debemos trasladar a la sociedad el mensaje de que tenemos unas estructuras capaces de tomar las mejores decisiones sobre cómo usar esa nueva financiación. Mantengamos esas agencias, su profesionalidad y coordinación sin que haya influencia sectaria. Nadie había visto nunca la coordinación que ahora mismo existe entre la agencia de innovación, el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, y las de investigación. Están todo el rato buscando cómo aumentar el impacto de la ciencia sobre sobre la economía.
Si además mejoramos las condiciones de los científicos pasaremos a un sistema en el que la gente tenga una perspectiva de futuro y pueda hacer planes a largo plazo. Mejorar los contratos, reducir la burocracia… Con eso, que está en el Pacto, creo que el sistema ya se puede hacer resiliente.
Menciona el papeleo, que es algo que siempre critican los investigadores. ¿Cómo piensan reducirlo?
Aumentar la eficiencia en el uso del talento dentro del sistema científico, evitando tareas burocráticas, fue una de nuestras prioridades al llegar. Es difícil hacerlo en poco tiempo porque tenemos que reemplazar al personal administrativo que falta por la crisis anterior y poner en marcha el programa de estabilización de personal de 2019 para que salgan las plazas. La eficiencia del gasto en ciencia depende también de los apoyos que tenga el personal científico por parte del administrativo. Hemos hecho varios cambios normativos que reducen la cantidad de papeleo necesario, aumentado la cantidad de dinero para compras mediante contrato sencillo y clarificando qué áreas pueden contratar de esta forma.
Tenemos que pasar por una época que todavía va a ser difícil, porque en años anteriores se utilizaron los fondos europeos para financiar proyectos de ciencia. Eso está ya arreglado para el nuevo período 21-27, pero trajo una incongruencia a la hora de justificar los fondos FEDER, que es de donde viene la mayor parte de los problemas. Eso está arreglado, pero a futuro.
¿Todas estas medidas nos harán recuperar parte de la competitividad perdida en los últimos años?
Espero que sí, pero yo no creo que a la ciencia española le falte competitividad. Los investigadores han mantenido el sistema de ciencia con ímprobos esfuerzos y actitudes heroicas y solo puede ir a mejor si reducimos sus cargas administrativas. En lo que estamos empeñados es en mejorar el impacto de la ciencia en la sociedad, la famosa transferencia. Crear empresas de base tecnológica con voluntad de crecer. Con la colaboración, cuanto más temprana mejor, de los centros de investigación con las empresas que podrían beneficiarse de las innovaciones producidas. Ese ha sido el foco principal de la utilización de fondos europeos: tirar de la ciencia para que su impacto en la sociedad sea lo más rápido posible.
Los investigadores se muestran preocupados por la posibilidad de que el nuevo sistema no elimine su precariedad, o que incluso la aumente.
El Plan no está limitado al ámbito restringido de la reforma legal, que se basa en mejorar y potenciar el acceso al sistema Ramón y Cajal, el cual tiene deficiencias porque se entra con una perspectiva de no más de cinco años. Lo vamos a mejorar y eso requiere una modificación de ley.
Pero luego hay un plan para resolver otras dificultades que existen en el sistema de ciencia y, sobre todo, en la contratación de la gente. La reforma no va a resolver los problemas de todos, porque para eso no hace falta una ley sino políticas claras. Sin embargo, lo vamos a tener todo en cuenta para acercarnos al máximo a la solución. Si el incremento de fondos se mantiene tenemos un plan mucho más amplio para mejorar la situación de todos los investigadores.
¿Cómo ha cambiado la pandemia su forma de ver la ciencia?
Los tiempos de la ciencia son siempre largos y así tiene que seguir siendo, pero el ecosistema de investigación y empresas ha entendido que hace falta un modo de emergencia. Hay cosas que tienen que ir por su carril normal, pero también tener una mentalidad de resolver problemas inmediatos. Es algo que creo que tendremos para el futuro: estaremos muy atentos y todo el mundo sabrá qué hacer.
La investigación tiene sus plazos, pero ¿qué ha aportado la ciencia española durante la pandemia?
Mucho. El CSIC realizó un informe sobre cómo ventilar las escuelas y, mientras que en casi todos los países se han cerrado, nosotros hemos conseguido tenerlas abiertas un 99% del tiempo incluso cuando la incidencia era alta. Todo gracias a la valentía que provenía de unos datos obtenidos de la ciencia: tenemos los datos, vamos a tomar la decisión política basada en ellos. ¡Qué ejemplo! Yo espero que tengamos pronto nuevos estándares de ventilación para locales cerrados, porque hasta ahora no estaban pensados para evitar contagios, y quizá evitemos hasta catarros. Estamos haciendo ya informes sobre ello y creo que muchas otras cosas cambiarán por causa de la pandemia.
Es positivo mostrar que hay cosas muy neutrales, basadas en datos y lejos de ideologías.
No se debe premiar a la gente que desde el poder político polemiza contra la ciencia. Es algo que la gente está entendiendo: no podemos elegir líderes para los cuales todo sea discutible y se trate desde el sectarismo. Espero que, a partir de ahora, se asiente en la sociedad la idea de que toda decisión política debe basarse siempre en el conocimiento existente, que suele venir de la ciencia. A partir de ahí, por supuesto, se aplican las opiniones de cada uno.
Como ministro de Ciencia, ¿le frustra la gran cantidad de bulos que circulan, por ejemplo, sobre vacunas?
Hay que extraer más datos sobre qué efecto tienen sobre la gente. Sí, hay desinformación, ruido, Twitter, gente que sale en la tele diciendo cosas muy histriónicas. Pero, a la hora de la verdad, cuando te llega el SMS para vacunarte, vas. Al menos, en España. En otros países hay unas estadísticas tremendas incluso de negación de la existencia del virus. Aquí hay confianza en el sistema de ciencia y sanitario y eso nos va a salvar, porque en sitios donde la gente no se vacune porque la han engañado la pandemia podría alargarse. Nosotros hacemos campañas de concienciación para que la gente abra la mente y vea que algunos buscan sacarle los cuartos, y que escuchen más a otro tipo de fuentes.
Siempre ha sido optimista con la posibilidad de que haya una vacuna española. ¿Lo sigue siendo?
Dos de los proyectos de vacuna van a hacer ensayos clínicos en pocos meses. La idea es adelantarse a las necesidades futuras con otra tecnología, otro tipo de fábricas y que estén incluidas las variantes conocidas hasta hoy. Intentamos tener un portafolio más amplio de vacunas haciendo cosas distintas a las comercializadas ahora mismo. Si consiguiéramos sacar una vacuna nos pondríamos en otra situación geopolítica, podríamos fabricarlas y ayudar a otros países.
¿Qué se le ha quedado en el tintero por la pandemia?
[Piensa] Creo que no hay nada. Hemos tratado de mantener la investigación al máximo posible pese a la pandemia y el confinamiento, y esta se ha resentido poco. Ha habido dinero extra porque España es de los países que ha recibido más fondos europeos para ciencia. Lógicamente es posible que yo hubiese presentado el proyecto de Pacto al Congreso un año antes, pero bien está lo que bien acaba. Hemos conseguido el mayor presupuesto que nunca ha habido y nos hemos defendido bastante bien pese a la pandemia.
¿Saldremos mejores de esta crisis?
La pregunta es muy filosófica y nunca ha sido mi especialidad. Yo pienso que todos hemos aprendido que a veces hay que ir todos a una, que ya es algo. En España no ha funcionado muy bien, sobre todo desde el punto de vista del ruido de la confrontación partidista sectaria. Eso seguramente pasará factura a los que hicieron más ruido.
También hemos aprendido a ver de otra manera las advertencias que nos hace la ciencia. Nuestra responsabilidad es continuar generando conocimiento, divulgando, haciendo que la sociedad lo entienda y lo considere fiable. Eso mejorará la respuesta de las sociedades ante los problemas futuros. Creo que la concienciación que ha sacado la gente de todo esto va a servir para que estemos mucho más preparados para los problemas que todavía están por resolver por parte de la ciencia, como el cambio climático.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.