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Madrid

Los vinos madrileños siguen ganando relevancia y posiciones

Con más de tres décadas de historia no ha sido hasta hace unos pocos años que la denominación Vinos de Madrid ha logrado atraer las miradas

Los vinos madrileños siguen ganando relevancia y posiciones

A. Pérez Meca (Europa Press)

La denominación madrileña tiene bajo su amparo 51 bodegas y supera las 8.500 hectáreas de viñedo. Pero a pesar de que la historia de Madrid tiene una estrecha relación con el vino, no hace tanto que las elaboraciones de esta región se empiezan a ver con asiduidad y variedad en tiendas y establecimientos… Una situación que responde al empeño e intenso trabajo que se viene realizando desde la denominación Vinos de Madrid a través de acciones de promoción de muy diversa índole. 

Ese esfuerzo, participado por supuesto por las bodegas, viene dando sus frutos de manera más significativa desde hace unos años, siendo varias las referencias que ganan visibilidad y presencia en los mercados (una representación que va en aumento) además de aficionados entre los consumidores

No obstante, es justo añadir que esta denominación se suma a otras tantas españolas que trabajan con intensidad para demostrar que hay grandes elaboraciones más allá de las zonas más populares y que cualquiera tiene en mente. Dicho esto, también es verdad que ayudaría bastante que la restauración de la región apoyase con más ímpetu los vinos que aquí se hacen; una falta de implicación que padecen muchas de nuestras zonas elaboradoras donde, a diferencia de lo que debería suceder, son las clásicas ‘erres’ (Rueda, Rioja, Ribera y Rías Baixas) las que marcan la pauta del consumo porque se venden más fácil… no requieren ser ‘defendidas’. Hecho el alegato reivindicativo, lo cierto es que bajo el paraguas de la denominación madrileña hay estupendos vinos que merecen ser conocidos. 

Como se apuntaba, la historia de esta comunidad está relaciona con viñedos y vinos desde antaño, aunque los primeros datos existentes están fechados en el siglo XIII. Es tal la importancia que adquirió la producción que se empezó a hablar de Vinos de la Tierra de Madrid para identificarlos dado el enorme prestigio que estaban adquiriendo. 

Tiempo después, en la segunda mitad del siglo XV, los vinos de San Martín de Valdeiglesias comienzan a adquirir fama y se sitúan entre los más prestigiosos del país, convirtiéndose en el primer exportador de la provincia. 

En la actualidad, la DO Vinos de Madrid la componen cuatro subzonas: Arganda, Navalcarnero, San Martín de Valdeiglesias y El Molar, incorporada en febrero de 2019. En las cuatro el peso principal lo tienen las variedades autóctonas garnacha y tempranillo en tintos, y las blancas albillo real y malvar. A ellas se suman las foráneas tintas merlot, cabernet sauvignon y syrah, y blancas como la airén, viura o moscatel. Entre las principales, la garnacha de Gredos viene destacando hace tiempo por el perfil de vino que ofrece, único y asociado a esta zona: con estructura, suaves, sedosos, frescos y fáciles de beber, con aromas donde abundan los florales y las notas balsámicas. Respecto a la autóctona albillo real (distinta de la albillo mayor que tienen en la Ribera del Duero) es una variedad delicada pero bien sabrosa en su óptimo punto de madurez, lo que aporta cuerpo y untuosidad (grasa) a los vinos. Y ahora, una vez presentada, algunas de las etiquetas que están entre las destacadas de la denominación… 

Marañones 2019 (17,25 €). Garnacha de Bodega Marañones procedente de parajes singulares en altura (entre 750 y 850 metros), en la Sierra de Gredos, sobre suelos graníticos. Uvas de viñas viejas fermentadas en tinos de roble con una crianza de un año en barricas francesas de 500 litros y fudres. Balsámico, mineral, con aromas de montebajo, fruta roja, toques florales y especiados. Un vino carnoso, sabroso, frutal. Lleva el nombre de la zona en la que se localizan la mayor parte de los viñedos de la bodega. Un nombre, el de ese paraje, relacionado con la presencia del arbusto endrino o «arañón». Desde el pasado año esta bodega es propiedad del grupo vitivinícola Alma Carraovejas al que pertenecen Pago de Carraovejas, Ossian Vides y Vinos o Viña Meín -Emilio Rojo entre otras.

Cantocuerdas Albillo 2019 (16,90). Blanco fermentado en barrica de Bodegas Bernabeleva, de las firmas más destacadas de la denominación por la calidad de sus elaboraciones. La albillo es una uva blanca autóctona de la región, característica de las estribaciones de Gredos, y en este caso es de tres viñedos de cultivo ecológico, de una media de 90 años, sobre suelos de granito, a una altitud de más de 700 metros. La vinifican en fudres de madera de 2.500 litros y tiene una crianza en roble francés de 11 meses con sus lías. Fresco, floral, mineral, untuoso, persistente. Producción limitada a 3.300 botellas.

El Hombre Bala 2019 (18,95 €). Elaborado por Comando G, la bodega de dos jóvenes amigos, enólogos y viticultores (Fernando García, de Marañones, y Daniel Gómez Jiménez-Landi, de Daniel Landi Viticultores) es uno de los proyectos de Uvas Felices (asociación de bodegueros reconocidos para ofrecer vinos de distintas regiones españolas), porque querían elaborar garnachas viejas de la Sierra de Gredos. 

Este monovarietal nace de suelos pobres y graníticos en altitud, y es de los mejores representantes del perfil de vinos que da la variedad en esta zona. Tiene una crianza de 14 meses en tinas y barricas francesas de 400 y 700 litros. El resultado: elegante, aromático, con notas de frutos rojos, toques balsámicos, recuerdos especiados, y una boca fresca, sabrosa y larga en el paso. La etiqueta top de la bodega es La Mujer Cañón, otro monovarietal, por encima de  80 euros, del que salen unas 2300 botellas. ‘El Hombre’ está genial para abrir boca y acercarse tanto a la zona como a la casa.

Las Moradas Albillo Real 2020 (12,90 €). Las Moradas de San Martín se ha hecho un hueco destacado en la denominación con su enóloga, Isabel Galindo, a la cabeza y una de las pioneras de esos ‘nuevos’ vinos de Gredos. Es justo reconocer que fue una de las primeras bodegas de esta zona que confió en el potencial de la garnacha recuperando viñedos centenarios que estaban abandonados. Situados a 870 metros de altura, uno de sus mayores activos son los suelos arenosos (producto de la meteorización de granitos y rocas) sobre los que se asientan las uvas. Pero como complemento a esa convencida apuesta por la garnacha elabora este monovarietal blanco de albillo real que los vecinos de San Martín de Valdeiglesias conocen como «tempranales» por lo pronto que madura. Con una crianza de ocho meses en barricas francesas usadas de 500 litros presenta aromas de frutas y flores blancas, notas amieladas y balsámicas, recuerdos cítricos (pomelo). En boca es untuoso, cremoso, mineral, con cierto amargor y toque salino. Como añadido referir el compromiso de la casa con la literatura vistiendo las etiquetas de sus vinos con fragmentos de relatos de escritores contemporáneos para la bodega.

Tagonius Syrah 2018 (16,25 €). Bodegas Tagonius se sitúa en el corazón de la ribera del río Tajuña (Tagonius en latín, de ahí su nombre), afluente del Tajo, y sus viñedos crecen sobre tierras muy minerales. Construida hace 22 años sobre lo que fue una antigua bodega de mediados del XIX, fueron pioneros en la zona en plantar variedades francesas como la merlot, la cabernet sauvignon y la syrah. Uvas admitidas por la denominación entre sus tintas, y este syrah un buen representante de lo que se puede hacer con ellas en este territorio. Tras permanecer siete meses en roble francés es un vino muy expresivo en aromas (frutillos negros, especias, flores –violeta–, balsámicos, notas ahumadas, recuerdos torrefactados) con cuerpo en la boca, donde resulta sabroso, cremoso, con un paso elegante y largo.

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