Denominación de Origen Rueda, más allá de vinos jóvenes y verdejos fresquitos
La denominación castellana lleva varios años reivindicándose. Pelea por ser considerada más que zona de vinos jóvenes, frescos y sencillos, pero no es tarea fácil
Es verdad que la denominación Rueda viene dando pasos importantes intentando quitarse el lastre que la viene acompañando históricamente, pero que tanto rédito conlleva para las bodegas implicadas y por supuesto al Consejo Regulador. Me refiero a que de siempre ha sido conocida por sus altas producciones y porque son muchas las bodegas que vienen tirando los precios. Un hecho que por supuesto ha favorecido las ventas (Rueda ocupa el puesto más alto en lo que a ventas de vino blanco se refiere) pero también ha provocado la imagen poco ‘gratificante’ que se tiene de la zona. Es habitual escuchar «dame un verdejito», «ponme un blanquito de verdejo», «para mí un verdejito fresquito»… Pero en el territorio que ampara Rueda (municipios de Valladolid, Segovia y Ávila) además de jóvenes frescos, afrutados, ligeros –perfiles que tampoco tienen que estar reñidos con la calidad–, también hay estupendos blancos con crianza, bien elaborados, que merecen consideración y por ello no ser metidos todos en el mismo saco. Son bastantes las bodegas, más o menos conocidas, que llevan tiempo defendiendo la capacidad de crecimiento que tiene la verdejo desde el territorio y la identidad, es decir, poniendo en valor la singularidad del lugar del que proceden las cepas como se está haciendo en casi todas las denominaciones.
Este esfuerzo y trabajo realizado por las bodegas caló hace unos pocos años en el seno del Consejo Regulador donde han empezado a tomar decisiones y acometer cambios en ese sentido, dignificar Rueda. A esto responde, por ejemplo, la nueva categoría que aprobaban hace tres años, Gran Vino de Rueda, una ‘etiqueta’ que ahora pueden llevar los blancos que cumplan con los requisitos exigidos: que procedan de viñedos con más de 30 años (situación de muchos), con un rendimiento menor de 6.500 kg por hectárea o un ratio de transformación en bodega del 65%. Nivel de exigencia que, por el momento, no parece muy alto y que puede llevar a que sean muchos los vinos que salgan como «Grandes Vinos» lo que supondrá otro error. Cuanto más restrictivas sean las exigencias mejor para la imagen de la zona y un reconocimiento para las bodegas que llevan tanto tiempo trabajando en la defensa del territorio (y todo lo que contribuye a su singularidad). No obstante, si bien queda mucho por hacer por parte del Consejo Regulador, son destacadas las firmas que vienen elaborando grandes blancos al amparo de la denominación en los que dejan constancia de las posibilidades que ofrece la verdejo y lo bien que resulta con crianza. Vinos que nada tienen que ver con la imagen tan extendida que se tiene de esta zona…
Empezamos por las históricas Bodegas Marqués de Riscal, un icono tanto en Rioja como en Rueda –donde se encuentran sus instalaciones– porque aquí fue pionera en el uso de la barrica con la verdejo y decisión que supuso el detonante con las crianzas en la zona. El vino, Marqués de Riscal Limousin (15,60 €), que va ya por su añada 2021. Monovarietal de verdejo de más de 40 años (de la provincia de Valladolid y de Segovia), fermentado y criado sobre lías en fudres de roble francés de 600 litros durante 8 meses. Aromático, elegante, complejo, con notas tostadas de la barrica, cremoso en la boca donde tiene una buena acidez y recorrido.
Belondrade y Lurton 2020 (40 €) es de los más personales verdejos con barrica (roble francés) que se elabora en la zona y, probablemente, punta de lanza para las diferentes marcas que surgieron después y experimentaron con la crianza. Un ‘rueda’ especial, procedente de La Seca (Valladolid) y obra de Didier Belondrade. Fruto del ensamblaje de uvas seleccionadas de las 23 parcelas que tiene Belondrade y Lurton en la finca ecológica Quinta San Diego. Luego, cada una de esas parcelas por separado fermenta en madera y tiene una posterior crianza con sus lías en roble francés que ronda los diez meses. Resulta un vino elegante, rico en matices, con aromas cítricos, de fruta carnosa, hierbas frescas y notas tostadas. Con volumen, graso, frutal, equilibrado y fresco. Tiene vida por delante y otra estupenda muestra de la capacidad para envejecer de la verdejo.
Otro vecino de la vallisoletana La Seca es Bodegas Naia artífice de Naiades 2018 (20,90 €), el vino top de esta casa asentado en la selección de pequeños viñedos en vaso de verdejo muy viejos, algunos centenarios, de muy baja producción y situados sobre terrenos arenosos. Tras permanecer siete meses sobre lías en roble francés resulta un elegante vino de estupenda frescura al tiempo que amplio, frutal y sabroso, con aromas de fruta de hueso, notas almibaradas, especiadas, de frutos secos y recuerdos minerales.
También del corazón de Rueda, en La Seca, se encuentran las conocidísimas Bodegas José Pariente, casa que este año está celebrando su 25 aniversario y de la que se puede destacar el José Pariente Cuvée Especial 2020 (25,50 €), otro verdejo de referencia por diferente. Creado por las enólogas Victoria Pariente y Martina Prieto, madre e hija, las uvas proceden de dos viñedos en vaso que datan de 1924 y 1928, sobre suelos arenosos, localizados en Hornillos de Eresma y trabajados en ecológico. Es fermentado y criado sobre lías durante once meses en depósitos ovoides de cemento. Un vino elegante donde destacan aromas minerales, balsámicos y notas de fruta. Sabroso, fino en el paso, con frescura y persistencia. Acaba de salir al mercado, pero si se topan con la 2019 no se equivocarán porque se encuentra en un estupendo momento de consumo.
De territorio segoviano, de uvas en pie franco (es decir, de un viñedo no injertado), procede el verdejo que da vida a Shaya Habis 2018 (22,75 €) de Bodegas Shaya, propiedad del grupo Gil Family Estates. Las uvas son seleccionadas de verdejos muy viejos, plantados en vaso en suelos arenosos y de muy baja producción. Luego es fermentado en barricas francesas de gran volumen (500-600 litros) donde después permanece ocho meses con sus lías. El resultado: intenso, mineral, con notas florales, de fruta madura, notas cítricas, toques tostados y de especias. Boca amplia, carnosa, sabrosa, con frescura frutal y donde vuelven los aromas minerales. La siguiente añada está a punto de llegar.
Y para finalizar un vino muy diferente al resto pues está elaborado en exclusiva con sauvignon blanc, una variedad blanca también de importancia en Rueda porque se cuenta entre las principales de la denominación. Protagoniza tanto monovarietales como vinos de coupages. En este caso además se trata de un gran estreno, Campo Elíseo Harmonia Sauvignon Blanc 2020 (por encima de los 100 €), obra del destacado productor francés François Lurton, propietario de Bodegas Campo Elíseo Rueda (en La Seca, Valladolid)y Toro, junto a Germán Nieto, director técnico de la casa. Sólo han elaborado 400 botellas de esta primera añada, y es sin duda alguna el vino premium de la bodega procedente de viñedos de más de 20 años sobre suelos rocosos, de arena y arcilla, con alto contenido cálcico. Fruto de la selección de la selección, fermenta en una bodega subterránea y pasa un año en roble francés con sus lías. El resultado, sutileza y elegancia a la par. Aromas de frutas de hueso, flores, recuerdos cítricos y minerales. Luego tiene una boca untuosa, equilibrada, con cuerpo, una sutil acidez cítrica y fina persistencia amarga. Seguro se va a convertir en uno de los sonoros estrenos de la denominación.
Seis etiquetas que, junto a otras que se están haciendo en el marco de la DO Rueda, vienen a demostrar que tanto la zona como su variedad identitaria, la verdejo, disponen de valiosas herramientas para elaborar grandes vinos sin complejo alguno. Al tiempo que no merecen ningún desprecio muchísimos de los jóvenes verdejos que proceden de la zona dada su incuestionable calidad, es importante incidir en el hecho de que la autóctona verdejo es, como el resto de variedades, una uva con entidad para protagonizar grandiosas elaboraciones blancas… ¡tomémosla en serio! Como pasa con las demás, la clave está en la selección, el cuidado y la elaboración.
LOS VINOS SELECCIONADOS NO RESPONDEN A INTERÉS COMERCIAL ALGUNO SINO, EXCLUSIVAMENTE, A UN CRITERIO PROFESIONAL.