Seis vinos con reseñable acidez, un valor al alza
Imprescindible de cara a la evolución de los vinos, la búsqueda de la acidez es ahora casi obsesión por el cambio climático
Una copa de vino. | Freepik
La acidez natural de los vinos es a día de hoy una gran virtud teniendo en cuenta el aumento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático. Es por eso que gana valor la altitud de los viñedos y las variedades que tienen en esa acidez una de sus señas de identidad. Porque la acidez bien trabajada asegura frescura además de capacidad de envejecimiento en los vinos sin que eso se traduzca en pérdida de ese frescor inicial sino en una mayor complejidad aromática (en nariz y en boca).
Cualidades, la acidez y la frescura, que no son exclusivas de uvas y vinos blancos. En lo que a los rosados afecta parece también evidente que el frescor los identifica, si bien como sucede con cualquier etiqueta depende de la manera en que se haya elaborado. Lo que siempre resulta más llamativo es que los tintos se puedan asociar a frescura, pero son bastantes las referencias que pueden presumir de tenerla y de una manera sobresaliente.
Con la vista puesta en la frescura, entre otras razones porque el clima (actual) aprieta, en The Objective seleccionamos estas seis botellas que la llevan por bandera de una amplísima gama de vinos españoles con acidez y frescor reseñables. Media docena de elaboraciones que en este momento hacen las delicias de cualquier aficionado porque puede encontrar también un ‘refugio refrescante’ en el vino.
Rías Baixas junto a los territorios del txakolí son a día de hoy las zonas de referencia cuando de encontrar acidez se trata con unas uvas principales (albariño y hondarrabi zuri, respectivamente) que la llevan en su ADN. De la denominación gallega proceden las dos primeras etiquetas. Pazo de Seoane Rosal 2023 (15 €) es el blanco más joven que elaboran en Lagar de Fornelos, en la provincia de Pontevedra. Se trata de una combinación de 60% de albariño con 33% de loureiro, junto a caiño blanco (6%) y un restante 1% de treixadura. Variedades que trabajan por separado, con sus lías, hasta el momento de hacer la mezcla final antes del embotellado. Expresivo e intenso en aromas, con notas de fruta blanca y fruta carnosa, hierbas aromáticas recuerdos florales y toque cítrico. Sabroso en la boca, con viveza, equilibrada frescura, fino y frutal en el paso.
A no demasiada distancia se encuentra la famosa bodega Santiago Ruiz, situada también en la subzona de O Rosal y fundada en 1860 por lo que es considerada una de las casas pioneras de las denominación Rías Baixas. Rosa Ruiz Albariño 2023 (19,95 €) es el blanco que homenajea a la hija de Santiago Ruiz, Rosa Ruiz, su sucesora y quien está al frente de la bodega. Se trata de un vino de edición limitada, de cepas viejas seleccionadas de albariño y que permanece con sus lías en torno a 7-8 meses en acero inoxidable. De nuevo un blanco intenso y rico en aromas, en el que destacan las frutas y flores blancas, notas cítricas, frescos herbáceos y toques balsámicos. Carnoso, con cuerpo, muy fresco, sápido y gran persistencia.
En lo que respecta a los blancos txakoli, con ciertos rasgos diferenciadores en función de la provincia vasca de la que procede, pero cualquiera de ellos marcado por el carácter diferenciador de su blanca autóctona, la hondarrabi zuri. Una uva de marcadísima acidez y por ello con estupenda capacidad de guarda. Entre sus marcadores aromáticos: cítricos, flores y notas herbáceas. Hecha la apreciación, el elegido es un txakoli de Vizcaya (DO Bizkaiko Txakolina), Itsasmendi 7 2020 (18 €). Un vino que ahora mismo se encuentra en un gran momento de consumo ‘paliada’ su inicial potente acidez. De Bodega Itsasmendi es una de las referencias abanderadas del cambio protagonizado por los txakolí (más que vinos blancos con acidez). Elaborado con hondarrabi zuri que acompañan de un 12-15% de la riesling alemana, permaneció durante varios meses con lías en acero inoxidable. Con notas de fruta fresca, hierbas aromáticas, cítricos, flores y un toque mineral, en la boca, donde ya hay equilibrio, es amplio, untuoso (graso), y ante todo tiene frescura ácida y salinidad.
Para continuar incorporamos un rosado a la propuesta y después dos tintos (¡…aunque uno más que otro como luego explicaré!). La razón de sumar sólo un rosado es que venimos refiriendo varios en entregas anteriores y muchos de ellos pueden añadirse a esta selección. En esta ocasión procede de la Ribera del Duero y se elabora en la bodega Conde de San Cristóbal. Se trata de Flamingo Rosé 2023 (19 €), elaborado con tempranillo de uvas situadas a 900 metros de altitud sobre suelos calizos y ‘responsables’ de la estupenda frescura que ofrece. Criado sobre lías durante unos cinco meses abundan las frutas rojas, las notas de hierbas aromáticas, los florales a lo que acompaña una muy buena acidez en la boca, arropada por el trabajo de lías (aportan volumen) y con recorrido en el paso. Salen unas 6.000 botellas al año.
En cuanto a los tintos nos desplazamos a dos territorios, Monterrei y Bierzo, en los que el carácter de la uva mencía tiene mucho que ver en ese perfil más fresco de sus elaboraciones tintas, sobre todo en lo que respecta a vinos jóvenes. Gargalo Mencía-Araúxa 2023 (11,50 €) procede de la bodega orensana Gargalo, uno de los proyectos pioneros en el pueblo de Verín (Orense) que puso en marcha en reconocido diseñador Roberto Verino, y quien permanece al frente de la casa. El vino es una mezcla de mencía con un 40% de araúxa que es como se conoce a la uva tempranillo en esta zona de Galicia. De viñas situadas en las laderas del castillo de Monterrei, a unos 400-450 metros de altitud sobre suelos con alto contenido en arcilla y pizarra, el resultado es un vino frutal (frutillos rojos), muy fresco, floral y fluido. Un tinto sin aristas, equilibrado, sin nota vegetal alguna (¡…y es que la mencía es una variedad bastante rústica!), fino y amable en el paso. En definitiva, un perfil de tinto tan recomendable como el que le sigue.
El cierre es para el berciano El Paisano de Tares 2023 (8,70 €), la elaboración más joven de la firma Dominio de Tares. Aunque nacía como clarete, esto es, un tinto claro, a día de hoy lo consideran más rosado para no liar al consumidor… dado su color! Un vino mayoritariamente de mencía si bien es una mezcla de uvas tintas y blancas (palomino fino, Doña blanca, godello) de viñedos viejos. Porque homenajea a las maneras de elaborar de antaño (aquellos claretes) cuando no se disponía de herramientas para seleccionar y separar variedades en el campo. Por eso un vino acompañado de una imagen que también refiere la tradición. Pisado con raspón y criado en lo que se conocía como cubetos -pequeños barriles de roble-, predominan aromas de frutillos del bosque, de fruta fresca roja y las hierbas aromáticas. Sensaciones refrescantes que reproduce en la boca. De paso ligero y muy fácil de beber.
LOS VINOS SELECCIONADOS RESPONDEN EXCLUSIVAMENTE A UN CRITERIO PROFESIONAL Y DE CALIDAD
