En San Diego, California, hasta las cheerleaders adaptan sus bailes y vestimentas para la ocasión, cambiando ahora lo terrorífico por lo sutilmente festivo, en un espectáculo visual marcado por un calculado desconcierto estético.
En San Diego, California, hasta las cheerleaders adaptan sus bailes y vestimentas para la ocasión, cambiando ahora lo terrorífico por lo sutilmente festivo, en un espectáculo visual marcado por un calculado desconcierto estético.
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