Si estuvieras dando un paseo y de repente cayeras en un agujero negro tu destino se dividiría en dos. Por un lado, podrías ser totalmente incinerado o, en el mejor de los casos, te sumergirías en el agujero, totalmente ileso. La suerte está echada.

Si estuvieras dando un paseo y de repente cayeras en un agujero negro tu destino se dividiría en dos. Por un lado, podrías ser totalmente incinerado o, en el mejor de los casos, te sumergirías en el agujero, totalmente ileso. La suerte está echada.