Los 156 centinelas de Chernobyl
Iván Shamianok, un anciano de 90 años, decidió quedarse en Tulgovichi, su pueblo natal en Bielorrusia, porque cree que el secreto de la longevidad es vivir donde uno ha nacido. Como Shamianok hay otras 155 personas que permanecen en sus casas pese a la contaminación nuclear aún presente en 30 kilómetros en torno a la central nuclear accidentada el 26 de abril de 1986. A día de hoy los planes para revitalizar la zona no han prosperado, y lo que pretendía convertirse en la reserva natural más grande de Europa es una ciudad fantasma donde los animales salvajes campan a sus anchas.
30 años después del desastre nuclear de Chernobyl, esta ciudad ucraniana es una zona fantasma, que jamás podrá ser habitada por el hombre. A pesar de la peligrosidad, 156 personas continúan viviendo cerca. Así es su vida.
Iván Shamianok, un anciano de 90 años, decidió quedarse en Tulgovichi, su pueblo natal en Bielorrusia, porque cree que el secreto de la longevidad es vivir donde uno ha nacido. Como Shamianok hay otras 155 personas que permanecen en sus casas pese a la contaminación nuclear aún presente en 30 kilómetros en torno a la central nuclear accidentada el 26 de abril de 1986. A día de hoy los planes para revitalizar la zona no han prosperado, y lo que pretendía convertirse en la reserva natural más grande de Europa es una ciudad fantasma donde los animales salvajes campan a sus anchas.