Tony Blair decidió invadir Irak sin agotar todas las opciones pacíficas
El informe, dirigido por Sir John Chilcot, concluye que la información de los servicios de inteligencia sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak no era concluyente y fue exagerada de cara a la opinión pública y al Parlamento británico. El trabajo recuerda el compromiso que el propio Blair adquirió con Bush meses antes de la invasión: «Hagas lo que hagas, estaré contigo». Chilcot ha criticado con rotundidad la falta de un plan para la postguerra y la reacción en cadena de violencia, enfrentamientos sectarios y terrorismo desencadenado por la invasión de Irak, hasta llegar al atentado que costó más 200 vidas en Bagdad el pasado fin de semana. Chilcot no culpa directamente a Tony Blair, pero asegura que el premier británico «sobreestimó su capacidad para poder influir en las decisiones de Estados Unidos».
Después de siete años de investigación, el informe Chilcot desgrana el papel de las autoridades británicas en la intervención militar en Irak de 2003. El trabajo concluye que el ex primer ministro Tony Blair declaró la guerra a Irak junto a el ex presidente George W. Bush «sin haber agotado las opciones de paz». Desde la invasión hasta el día de hoy, según los datos de The Iraq Body Count, el conflicto ha provocado 251.000 muertes, entre civiles y combatientes.
El informe, dirigido por Sir John Chilcot, concluye que la información de los servicios de inteligencia sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak no era concluyente y fue exagerada de cara a la opinión pública y al Parlamento británico. El trabajo recuerda el compromiso que el propio Blair adquirió con Bush meses antes de la invasión: «Hagas lo que hagas, estaré contigo». Chilcot ha criticado con rotundidad la falta de un plan para la postguerra y la reacción en cadena de violencia, enfrentamientos sectarios y terrorismo desencadenado por la invasión de Irak, hasta llegar al atentado que costó más 200 vidas en Bagdad el pasado fin de semana. Chilcot no culpa directamente a Tony Blair, pero asegura que el premier británico «sobreestimó su capacidad para poder influir en las decisiones de Estados Unidos».