Así era el "alucinante" sistema de dopaje creado por Rusia
El «informe McLaren», elaborado por el abogado independiente Richard McLaren, revela la metodología llevaba a cabo por las autoridades rusas para hacer desaparecer positivos y que sirvió para convertir en negativas al menos 312 muestras positivas correspondientes a una veintena de deportes. McLaren apunta que 312 de los 577 positivos revisados correspondían a los mejores deportistas rusos y aspirantes a medalla. De cara a los Juegos de Invierno de Sochi de 2014 (donde Rusia cosechó el mayor número de medallas, 33), el FSB, antiguo KGB, construyó un edificio anexo al laboratorio antidopaje, ajeno al control de los inspectores de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que actuaba de centro de operaciones para alterar las muestras. Los botes de orina eran analizados por el director del laboratorio, Grigory Rodchenkov, y cuando daba con un positivo consultaba con la agencia antidopaje, RUSADA, para saber a quién correspondía. Finalmente era el viceministro ruso de Deportes, Yuri Nagornykh, el que decidía qué deportista tenía que ser encubierto. Las muestras positivas se pasaban a través de un salvoconducto que conectaba con el laboratorio antidopaje, allí la FSB abría los frascos, tiraba la orina sucia y la sustituía por la limpia. Y el bote seguía su curso habitual. Por su parte, el Kremlin ha denunciado que todo es mentira y que las acusaciones forman parte de una campaña política para dejar a Rusia sin los Juegos de Río.
Un nivel «alucinante de corrupción». Así ha calificado la agencia antidopaje de Estados Unidos el entramado montado por Rusia para ocultar casos de dopaje de sus deportistas entre 2011 y 2015. El sistema ideado, que incluye hasta pasadizos secretos, es más propio de una trama de ciencia-ficción cuyo final podría ser la exclusión de Rusia de los Juegos de Río de Janeiro.
El «informe McLaren», elaborado por el abogado independiente Richard McLaren, revela la metodología llevaba a cabo por las autoridades rusas para hacer desaparecer positivos y que sirvió para convertir en negativas al menos 312 muestras positivas correspondientes a una veintena de deportes. McLaren apunta que 312 de los 577 positivos revisados correspondían a los mejores deportistas rusos y aspirantes a medalla. De cara a los Juegos de Invierno de Sochi de 2014 (donde Rusia cosechó el mayor número de medallas, 33), el FSB, antiguo KGB, construyó un edificio anexo al laboratorio antidopaje, ajeno al control de los inspectores de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que actuaba de centro de operaciones para alterar las muestras. Los botes de orina eran analizados por el director del laboratorio, Grigory Rodchenkov, y cuando daba con un positivo consultaba con la agencia antidopaje, RUSADA, para saber a quién correspondía. Finalmente era el viceministro ruso de Deportes, Yuri Nagornykh, el que decidía qué deportista tenía que ser encubierto. Las muestras positivas se pasaban a través de un salvoconducto que conectaba con el laboratorio antidopaje, allí la FSB abría los frascos, tiraba la orina sucia y la sustituía por la limpia. Y el bote seguía su curso habitual.
Por su parte, el Kremlin ha denunciado que todo es mentira y que las acusaciones forman parte de una campaña política para dejar a Rusia sin los Juegos de Río.