La sombra del ébola en Sierra Leona un año después del fin de la epidemia
Hassan es uno de los miles de jóvenes que vio como el ébola le arrancaba la vida a sus padres. El joven, de 17 años, habla en voz baja, con calma, pero la gente de su comunidad tiene miedo de él, cuenta Al Jazeera. Hace unos días los vecinos aseguran que lo vieron gritando y bailando vestido con la ropa de su hermana. Es sólo uno de los muchos habitantes de Sierra Leona cuya salud mental se ha visto afectada como consecuencia del virus ébola que sin el apoyo necesario se ha ido deteriorando gradualmente. Otro ejemplo, es el de Patrick, enterrador. A sus 29 años asegura estar extremadamente orgulloso de haber jugado un papel en la lucha contra el ébola. «Lo hice por mi país», apunta. Sin embargo, su patriotismo le ha salido caro. Un año después sigue sufriendo ataques de depresión. Además, durante el tiempo que estuvo trabajando como enterrador se dio a la bebida y las drogas para ahuyentar los recuerdos. Ahora, tras recibir apoyo psicológico de las ONGs IsraAid y Concern, Patrick ha fundado una organización benéfica, Protect Sierra Leona, con la que trata de ayudar a las personas con problemas psicológicos.
Cuando se cumple un año de la derrota del ébola en Sierra Leona, el legado es más desolador aún si cabe. Miles de personas sufren trastornos psicológicos en un país que sólo cuenta con 21 enfermeras de salud mental y un psiquiatra para una población de más de seis millones de personas que vio como esta epidemia acababa con la vida de más de 3.580 personas en 18 meses.
Hassan es uno de los miles de jóvenes que vio como el ébola le arrancaba la vida a sus padres. El joven, de 17 años, habla en voz baja, con calma, pero la gente de su comunidad tiene miedo de él, cuenta Al Jazeera. Hace unos días los vecinos aseguran que lo vieron gritando y bailando vestido con la ropa de su hermana. Es sólo uno de los muchos habitantes de Sierra Leona cuya salud mental se ha visto afectada como consecuencia del virus ébola que sin el apoyo necesario se ha ido deteriorando gradualmente.
Otro ejemplo, es el de Patrick, enterrador. A sus 29 años asegura estar extremadamente orgulloso de haber jugado un papel en la lucha contra el ébola. «Lo hice por mi país», apunta. Sin embargo, su patriotismo le ha salido caro. Un año después sigue sufriendo ataques de depresión. Además, durante el tiempo que estuvo trabajando como enterrador se dio a la bebida y las drogas para ahuyentar los recuerdos. Ahora, tras recibir apoyo psicológico de las ONGs IsraAid y Concern, Patrick ha fundado una organización benéfica, Protect Sierra Leona, con la que trata de ayudar a las personas con problemas psicológicos.