Ecolint, el exclusivo colegio al que fueron los hijos de la infanta Cristina en Ginebra
Juan, Pablo, Miguel e Irene acudieron a uno de los centros más caros de Suiza por el que se pagó 30.000 euros al año
Hubo un tiempo en el que la infanta Cristina vivió casi de forma permanente en Ginebra. Lo hizo junto a Iñaki Urdangarin y sus cuatro hijos; Juan, Pablo, Miguel e Irene. Allí la hija del rey Juan Carlos descubrió cierta tranquilidad y, sobre todo, vivió alejada de la mirada indiscreta de la prensa. Todo cambió cuando el que fuera duque de Palma tuvo que ingresar en la cárcel de Brieva, en Ávila, y la infanta comenzó a viajar de poco en poco entre Suiza y España. En algunos de esos momentos, le acompañaban sus hijos, quienes algunos de ellos ya habían volado del nido familiar. Iñaki no volvió más a Suiza y cuando salió de prisión se mudo hasta Vitoria, ciudad en la que comenzó una nueva vida junto a su nueva novia, Ainhoa Armentia.
Mientras tanto, en Ginebra, se quedaron tanto la infanta como su hija pequeña, Irene, quien decidió marcharse hace poco más de un año coincidiendo con su año sabático, que vivió entre Madrid y Camboya. Ahora, la infanta Cristina sigue residiendo en la ciudad suiza, pero lejos de sus hijos. Aún así, son muchas las visitas que hace a España, sobre todo a Madrid y Barcelona. Es en la ciudad condal donde se ha comprado un piso y ve los partidos de su hijo Pablo, mientras tanto en la capital se encuentran su madre y su hermana, Elena. Si realmente nunca llegó a cambiar su lugar de residencia fue por evitar la presión mediática y por el colegio en el que matriculó a sus hijos, toda una referencia a nivel internacional.
El colegio de los hermanos Urdangarin; 30.000 euros por alumno y curso
La ciudad de Ginebra se encuentra a poco más de dos horas de Madrid. El lugar se encuentra en uno de los sitios más bonitos del planeta; con el lago Léman cerca y con las montañas de los Alpes a pocos kilómetros. Un entorno privilegiado del que nace la capital de Suiza, que se erige sobre un centro histórico, con casitas de madera y de distintos colores, un suelo empedrado y otra zona más nueva y cercana a la máxima atracción de la ciudad; el Jet d’Eau, un gran chorro de agua que alcanza los 140 metros. La ciudad de Ginebra tiene infinidad de comodidades; un transporte público rápido, unas comunicaciones sencillas, una vida rodeada de naturaleza y ligeros caminos de un lado a otro de la ciudad.
Por no hablar de la tranquilidad que es, sin duda, lo que la infanta Cristina siempre ha buscado para sus hijos. La hija del rey Juan Carlos nunca ha querido que a sus vástagos les pase lo mismo que a los de su hermana, quienes se vieron envueltos en infinidad de polémicas y protagonistas de infinidad de portadas del corazón. Es por eso que les mantuvo, el mayor tiempo posible, lejos del foco de la prensa. Desde bien pequeños, los hermanos Urdangarin viajaron por todo el mundo. Sus primeros años de vida los pasaron en Barcelona. Luego, por el trabajo de sus padres, se mudaron hasta Washington y, más tarde, recalaron en Ginebra, donde ya se establecieron -aunque no todos- de forma indefinida.
La elección de la infanta Cristina
Su formación también ha sido clave para la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Es por eso que los cuatro asistieron a l’Ecole Internationale de la Route de Chêne de Ginebra, uno de los colegios de élite más importantes de la zona. Buena cuenta de ello da el precio que hay que pagar por cada alumno y que asciende a las 30.000 euros por estudiante y por año. Además, es una cantidad a la que se le van sumando extras como los libros de texto, servicio de comida, viajes de estudios y clases extraescolares. En su momento, se confirmó que los estudios habían corrido a cuenta del rey Juan Carlos, que es quien se ha encargado de la educación de todos sus nietos -a excepción de la princesa y la infanta- en todos estos años.
El colegio estaba muy cerca del centro de la ciudad, por lo que también a pocos minutos del hogar familiar. Desde un primer momento fue la infanta Cristina quien se encargó de la elección del colegio, teniendo en cuenta que tenía que cumplir con una premisa; ser bilingüe. Aún así, la escuela siempre ha ido un poco más allá; se trata de un centro en el que se desarrollan infinidad de actividades culturas y deportivas. Y, además, se encargan del desarrollo de cada uno de los alumnos y, también, de que puedan encontrar la carrera que se adapta a su futuro.