Leonor, Sofía y los nietos del Emérito ya pueden vender el palacete que heredaron en Menorca
La hija menor de los Reyes ha cumplido 18 años y, ahora, se podrá decidir qué hacen con la herencia de Juan Balada

Los Reyes junto a sus hijas. | Gtres
Juan Ignacio Balada fue un hombre muy unido a su tierra, las Islas Baleares, y con un arraigo muy fuerte a su país, España. Es por eso que cuando murió, hace casi dos décadas, decidió dejar la mayor parte de su fortuna a los Reyes; tanto a Felipe y Letizia como a los Eméritos. Aunque eso sí, también destinó una proporción tanto a Leonor como a Sofía y sus seis primos; Froilán, Victoria Federica y Pablo, Juan, Miguel e Irene Urdangarin. Un gran patrimonio que copó infinidad de titulares y que los Reyes decidieron destinar a crear una fundación. Ahora, con la mayoría cumplida de su hija menor, la infanta Sofía, tanto ella como los nietos del rey emérito podrán gestionar el impresionante palacete, valorado en varios millones de euros, que les dejó Juan Ignacio Balada.
Sí que es cierto que, en estos últimos años, y especialmente desde que Felipe se convirtiera en Rey, desde la Casa Real han llevado a cabo un protocolo en cuanto a regalos y herencias bastante estricto. Y es que no hay día que los Reyes no reciban cualquier detalle en la Zarzuela, tanto de ciudadanos anónimos como de las distintas monarquías europeas. Para este tipo de obsequios existe un tipo de régimen regulador, aunque sí que es verdad que todo aquello que incluye a otras materias, como pueden ser las herencias, está un poco más borroso. Es por eso que cada uno de ellos tienen la posibilidad de actuar, bajo el paraguas de la transparencia y, sobre todo, la lealtad con los ciudadanos.
La mansión en Menorca que heredaron Leonor, Sofía y sus primos

«Los bienes dejados en testamento o disposiciones de última voluntad, ya sea en concepto de heredero o legatario, en favor de algún miembro de la Familia Real por personas que no tengan una relación familiar, podrán ser aceptadas cuando así se considere procedente», explican desde la página web de Zarzuela. Es por eso que se entiende que la decisión recaerá, en este caso, en los ocho nietos del Emérito, que serán quienes deban tomar una decisión sobre qué hacer o qué con esa mansión. Y es que, si siguen los pasos de los Reyes, esta mansión podrá tener infinidad de posibilidades. Podrán ponerla en venta, destinar ese dinero a crear su propia asociación benéfica o, por el contrario, dejarla en stand by y hasta usarla para su uso y disfrute privado. Lo único que tendrán que hacer los ocho primos será ponerse de acuerdo, un extremo que, viendo las últimas veces que han sido vistos en público, puede tornarse en algo especialmente complicado.
Para guiarles, desde Casa Real, han intentado puntualizar este aspecto. «Estos bienes, en atención a su naturaleza, deberán incorporarse al Patrimonio Nacional o ser entregados a instituciones públicas o entidades sin ánimo de lucro para la consecución de fines de interés general, salvo que las disposiciones incluyan un destino o finalidad específica cuyo cumplimiento se requiere para su aceptación», apostillan. Además, destacan que «la aceptación de herencias se hará siempre a beneficio de inventario». Es por eso que todos ellos podrán aceptar la herencia de la persona que haya querido dejársela, pero no será en beneficio propio, sino que tendrá que adaptarse a las condiciones que mencionan en su página web.
Con la mayoría de edad de la infanta, ya pueden venderla

Fue en el año 2009 cuando la Familia Real recibió una herencia de más de diez millones de euros. Fue un vecino de Ciutadella, en la isla de Menorca, Juan Ignacio Balada, quien decidió dejarle todo su patrimonio. El hombre era hijo de un propietario de un cine y de la primera mujer farmacéutica de la isla. Así, Juan dejó la mitad de su patrimonio al Rey, a Letizia y a los ocho nietos del rey emérito. En el caso de que ninguno quisiera aceptarlo, el menorquín dejó muy claro que su herencia sería para Israel. Tal y como confirmaron en OKDiario, Juan también especificó que ese patrimonio que destinaba a los monarcas tendría que ser usado para constituir una fundación que abordara asuntos de interés general. En la herencia figuraban diez viviendas, un garaje, un local, un bloque de ocho pisos y el palacete de Balada, un edificio de más de 555 metros cuadrados que, actualmente, está deshabilitado y en desuso y que el empresario se lo regaló, directamente, a los ocho nietos del rey Juan Carlos.

Tal y como marca la Ley, cuando varias personas figuran como titulares de una misma propiedad tienen que llegar a un acuerdo entre todos si quieren tomar cualquier decisión. Además, para poder hacerlo tienen que ser todos ellos mayores de edad. Una situación que no se había dado entre ellos hasta este pasado 29 de abril cuando la infanta Sofía cumplió 18 años. Ahora, todos los nietos del Emérito son mayores de edad y tienen la capacidad de, legalmente, tomar una decisión sobre esta herencia. Sí que es cierto que, si en todos estos años, los Reyes hubieran dado el consentimiento como padres y hubieran firmado una autorización judicial, tanto Sofía como sus primos ya podrían haber maniobrado. Aún así, desde el periódico Menorca, aclararon que los Reyes habían decidido esperar a que la infanta cumpliera la mayoría de edad.
Lo más probable es que, siguiendo los pasos de sus padres, tanto Leonor como Sofía decidan ceder las dos partes que le corresponden a la Fundación Hesperia, que fue creada por la Casa Real, ateniéndose a los últimos deseos de Juan Ignacio Balada. El objeto de la fundación es estudiar y apoyar la monarquía tanto en España como en el extranjero y fomentar a través de las ciencias y de las artes, así como la formación de la juventud para facilitar su mejor acceso al mercado de trabajo, la formación, participación y fomento de proyectos de carácter social y, también, el fomento de la cultura en sus diversas formas. En 2021, el ayuntamiento de Ciutadella solicitó a la Casa Real la cesión del edificio para ampliar los servicios sociales, en concreto, para abrir un centro de día para personas mayores. Una solicitud que no prosperó porque, en ese momento, no todos los herederos titulares eran mayor de edad.