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La lujosa finca de la familia de Teresa Urquijo en Madrid: colonial, toques americanos y capilla

La propiedad, que se encuentra en la localidad de Navagalamella, fue comprada por la abuela de la mujer de Almeida, Piru

La lujosa finca de la familia de Teresa Urquijo en Madrid: colonial, toques americanos y capilla

Teresa Urquijo, en una imagen de archivo. | Gtres

Teresa Urquijo y José Luis Martínez-Almeida se dieron el ‘si, quiero’ el 6 de abril de 2024 en una de las fincas más bonitas de Madrid; El Canto de la Cruz. Un lugar que ha servido de recreo para la familia de la novia durante mucho tiempo. Aunque eso sí, esta no es la única finca que tiene la familia de Teresa en propiedad, ya que su abuela, Piru, cuenta con otra espectacular casa a unos 25 kilómetros de la ciudad. La mujer, a pesar de su edad, sigue disfrutando de esas hectáreas de tierra que le pertenecen, en la que cuenta con una zona para disfrutar de uno de sus hobbies; la equitación. Con el tiempo, además, se ha convertido en una de sus propiedades más queridas; se encuentra a pocos kilómetros de su casa, está rodeada de mucha paz y exclusividad y, además, allí recibe las visitas de sus nietos.

Esta recibe el nombre de Los Molinillos y fue comprada por el Marqués de Amurrio, padre de Jaime Urquijo, en 1939. «Durante la Guerra Civil toda la región era un alboroto. La finca estaba en medio de la devastación que dejó la gran batalla de Brunete en 1937, que más adelante contribuyó a la entrada de Franco en Madrid. La casa estaba prácticamente destruida», explicó en su momento Carmen, su esposa, -a quien llaman cariñosamente Piru-, tal y como recogen en Vanity Fair. Al comprar la casa y, sobre todo, al tener la idea de reformarla y volver a crear vida dentro de ella, contrató los servicios del arquitecto americano Arthur E. Middlehurst, quien se encargó de una reconstrucción y remodelación total.

‘Los Molinillos’, la finca de la familia de Teresa Urquijo en Navalagamella

El hombre, aunque nació en Estados Unidos, sí que contaba con mucha influencia española, ya que era un auténtico amante de nuestra cultura. Es por eso que decidió mezclar en Los Molinillos un estilo colonial y otro local, con la idea de convertirlo en una especie de Beverly Hills, aunque con toque patrio. Así, en su interior y su exterior, se entremezclaron distintos objetos y detalles que bien te podían llevar al pueblo más remoto de España o te podían recordar a esas grandes edificaciones que solamente vemos en Estados Unidos. Además, el arquitecto, como no podía ser de otra manera, le dio una especial importancia al jardín, que lo repartió en dos laterales de la casa.

Para diseñar esta zona contó con la ayuda de don Cecilio Rodríguez, el «mejor paisajista de España» y que hizo que, también, allí se entremezclaran distintas culturas. Así, este tiene un toque inglés, con mucho césped, cipreses y grandes setos. Una imagen que, sin duda, contrastar con los alrededores de la finca que son más áridos. Además, desde que se entra se puede observar perfectamente cómo está distribuido esta parte del jardín, por lo que a simple vista te haces una idea de a dónde estás entrando. Fue a finales de los años 50 cuando Piru, la abuela de Teresa Urquijo, decidió instalarse allí y comenzó a disfrutar de todas sus virtudes. Y es que el jardín también cuenta con una gran fuente central y varias glicíneas que caen desde el patio.

Fue diseñada por un americano y se asemeja a Beverly Hills

Para la decoración, la familia le cedió todos los poderes al diseñador Duarte Pinto Coelho que consiguió un resultados solemne e íntimo. «Hicimos que la Real Fábrica de Tapices crease copias de las alfombras originales, pero más allá de eso tratamos de hacer que fuese un lugar más luminoso, una casa familiar», contó la propia Piru hace años. Un tiempo más tarde, decidieron añadir una gran piscina y una terraza cerrada con sitio para comer y cenar. Además, allí también le dieron protagonismo a las flores. «Me gusta que las flores sean de un solo color en cada sitio. En el salón son rosas, en el comedor blancas, y así sucesivamente», explicó. La decoración también muestra las grandes pasiones de sus dueños y es que tanto Piru como su marido siempre han sido unos grandes apasionados de los viajes y del mundo ecuestre.

Es por eso que, en cada rincón, se pueden encontrar desde botas para montar a caballo hasta un pequeño souvenir de una zona remota del mundo. También, se rinden ante sus costumbres y convicciones. La finca cuenta con una pequeña capilla, en la que la familia siempre ha disfrutado de misas. Y es, ante todo, «una casa que une a la familia, y fuente de disfrute tanto para familiares como para amigos». Por su parte, el Canto de la Cruz guarda una esencia muy diferente. Fue comprada a principios de los años 90 por los abuelos maternos de Teresa y cuenta con su propia yeguada; la flor de Lis. Además, se encarga de la cría de caballos de pura raza árabe y de realizar diferentes eventos relacionados con el mundo hípico, como competiciones o actividades de alto rendimiento.

Aunque eso sí, también fue el lugar que se convirtió en testigo del enlace entre Teresa y José Luis. Allí tanto los invitados como los novios disfrutaron de música, un entorno de ensueño y un catering a la altura, servido por Lhardy, donde celebraron el amor. Además, el lugar se engalanó para recibirlos a todos, contando con una privacidad absoluta y, sobre todo, con unas vistas a Madrid que quitaron la respiración a todos los que pasaron por el lugar aquel 6 de abril de 2024.

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