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La historia de Elvira Lindo y Muñoz Molina: entre Lisboa y Nueva York y con una familia de siete

La pareja de escritores se mudó a la ciudad americana cuando Antonio fue nombrado director del Instituto Cervantes

La historia de Elvira Lindo y Muñoz Molina: entre Lisboa y Nueva York y con una familia de siete

Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo en una imagen de sus redes sociales.

Dice Elvira Lindo que le da «rabia» cuando le dicen que no para. La escritora se erige como una persona «celosa» de su tiempo. «Procuro no tener demasiadas obligaciones públicas porque me reservo al máximo para los míos -familia, amigos, conocidos-», escribe en una foto de Instagram en la que posa su compañero de vida; Antonio Muñoz Molina. Los dos, además de llevar más de treinta años juntos, son dos grandes escritores. Ella fue reconocida con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes por su incansable obra tras Manolito gafotas. Él recibió el Premio Princesa de Asturias hace once años. A pesar de su abundante trabajo, entre tanto estrés y papeles, siempre han encontrado un lugar y un momento para estar juntos. Aunque eso sí, el primero de ellos ha cambiado de ubicación en varias ocasiones.

Y es que por el trabajo de Antonio, quien ha dedicado gran parte de su experiencia laboral a colaborar con el Instituto Cervantes, hizo que la familia tomara la decisión de mudarse hasta Nueva York. Un cambio de residencia que no hicieron solos. En esta mudanza les acompañó el hijo de Elvira, Miguel, que tuvo con una relación anterior y los tres vástagos del escritor, al igual que su perrita, un pequeño Yorkshire que murió hace unos meses. Su relación, más allá de estar plasmada en la intención de cada una de las novelas, se ha llevado con cierta discreción. Nunca han querido ser protagonistas de ninguna página del corazón ni han copado portadas de revista por su parcela personal.

Cómo se conocieron Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina

Los dos han centrado siempre todos sus esfuerzos en todo lo que tiene que ver con su carrera profesional. Fue a principios de los años 90 cuando ambos se vieron por primera vez. Por aquel entonces, Elvira ya estaba dando forma a sus primeras novelas y se había interesado mucho por el mundo de la radio. Por su parte, Muñoz Molina ya había publicado su primer libro y había sido reconocido con el Premio de la Crítica y Nacional de Narrativa por El invierno en Lisboa y le habían dado el Premio Planeta. Por aquel entonces, el escritor se había separado de su primera mujer y fue entrevistado por Elvira en Radio 3, lo que parece ser que se consolidó como un auténtico flechazo. «En enero de 1992 empecé a vivir en Madrid con Elvira Lindo y con Miguel, que tenía 6 años. Ahora me asombra el vértigo de que me sucedieran tantas cosas en tan poco tiempo», cuenta él en su página web.

«En 1993 viví por primera vez una temporada en los Estados Unidos, dando clases en la universidad de Virginia. En diciembre de 1994 Elvira y yo nos casamos en El Escorial», apostilla. Su boda, al igual que el transcurso de su relación, se desarrolló de una forma totalmente discreta. Y pronto decidieron mudarse a la ciudad de los rascacielos. No solamente porque Antonio comenzara a dar clases en las universidad sino porque fue elegido director del Instituto Cervantes de Nueva York en 2004. Una experiencia que duró hasta 2006. «En 1990 viajé por primera vez a Nueva York. Fui volviendo en años sucesivos, cada vez con más frecuencia, siempre en compañía de Elvira, que disfrutó desde el principio de la ciudad tanto como yo», escribe. Y es que ambos supieron adaptarse a las necesidades profesionales del otro.

Su paso por Nueva York, el éxito de ambos y varios nietos

En un momento dado, Elvira abandonó su trabajo en la radio para dar paso a una etapa más creativa como guionista y, sobre todo, para traer al mundo lo que sería su gran bestseller; Manolito Gafotas, una novela protagonizada por un joven de clase baja que tiene toda la vida por delante y que reside en un barrio obrero de Madrid, Carabanchel. Aunque Elvira nunca vivió en esta zona de la capital, sí que se sintió muy identificada con la intensa vida de Manolito. «Vivimos largas temporadas en Madrid, largas temporadas en Nueva York. Llevamos con nosotros la oficina y el archivo cada uno en nuestro portátil, y en las dos ciudades trabajamos en estudios contiguos. En Madrid yo tiendo más a quedarme en casa. En Nueva York me tienta con más fuerza la atracción de la calle», apostilla el escritor en su página. Juntos han retratado su experiencia en la ciudad americana gracias a los Lugares que no quiero compartir con nadie, que escribió Elvira Lindo, y Ventanas de Manhattan de Muñoz Molina.

Es más, juntos han formado un perfecto equipo, en el que cuentan con la opinión del otro antes de publicar. «Si Elvira no le da el visto bueno … yo no lo publico», ha contado el escritor en alguna que otra ocasión. Es más, fue ella quien intentó educar en «la igualdad» a Muñoz Molina y, sobre todo, a no enfrentarse a estereotipos sexistas. Su conexión, además, va mucho más allá. Suelen participar en charlas juntos, encuentros y conversaciones, ya sea en una cafetería, en una librería o en una gran sala de una universidad. Fue en 2017 cuando el matrimonio, con sus hijos ya creciditos y que habían echado el vuelo, dejaron Nueva York. Ahí comenzaron sus temporadas intermitentes en Lisboa.

«En estos años Elvira ha publicado, uno tras otro, los que quizás sean sus mejores libros, Noches sin dormir, A corazón abierto y En la boca del lobo. Me alegra haberla acompañado y alentado mientras los escribía, y haber asistido  al reconocimiento público que han logrado, a la plenitud de su vocación de escritora, y a la versatilidad de su talento: nadie más que ella es capaz, en el plazo de un año, de escribir una novela tan honda y lograda como En la boca del lobo y un guión como el de Alguien que cuide de mí, la película que dirigió el año pasado junto a Daniela Féjerman», apunta Muñoz Molina. En mayo de 2018, además, Antonio se convirtió en abuelo con la llegada de la pequeña Leonor. Tres años más tarde vino al mundo Violeta.

«Y el 21 de junio de 2023 nació Lucía, irlandesa y andaluza, hija de Elena y de Damien. Los nietos te devuelven a la primera infancia de tus hijos y a la vez te proyectan hacia un porvenir en el que tú ya no vas a estar. Es una sobria lección sobre la banalidad del egocentrismo, y sobre la pervivencia del amor más allá de la duración de la propia vida», anota Muñoz Molina. Unas palabras con las que se puede resumir la vida de ambos, en los últimos tiempos, que ha estado marcada por la compañía de sus nietos, las letras y la rutina.

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