La comarca catalana donde vive Ángel Llácer: famosa por sus volcanes y pueblos con encanto
Fue allí donde el cómico se recuperó de su infección, por la que casi pierde la vida, volviendo a caminar «entre árboles»

Ángel Llácer, en una imagen de archivo. | Gtres
Ángel Llácer vivió, hace algo más de un año, una complicada situación que casi le cuesta la vida. El popular cómico y colaborador de televisión viajó al Sudeste asiático, donde contrajo una infección por una bacteria que hizo que estuviera entre la vida y la muerte en el hospital. El catalán lo pasó realmente mal y, como él mismo ha contado, hasta llegó a despedirse de su familia. Afortunadamente, ahora, su situación es otra y se ha recuperado casi al completo de la infección que vivió. Aunque eso sí, esta complicación le ha afectado, y mucho, en su vida cotidiana, teniendo hasta que abandonar su participación, momentáneamente, en Tu cara me suena como juez. En todo este tiempo, Ángel se ha refugiado en su casa, una bonita vivienda en Cataluña, en una de las comarcas más especiales de la región.
Fue a principios del 2024 cuando Ángel anunció que había sufrido una grave fascitis necronizante, es decir, una infección bacteriana muy peligrosa. Fue durante un viaje a Vietnam cuando contrajo la bacteria Shigella, lo que le provocó una shigelosis, una intoxicación gastrointestinal con diarreas y fiebre. Días después, esto evolucionó en algo más grave con una «bacteria carnívora» que comenzó a destruir los tejidos blandos del cuerpo a un ritmo vertiginoso. Estuvo en la UCI durante algo más de dos semanas, sufrió cuatro operaciones, afectándole a la zona del gemelo, y le comunicaron que podía perder la pierna e, incluso, morir. Es por eso que, tras salir del hospital, tuvo que volver a aprender a caminar y pasó una dura rehabilitación.
Ángel Llácer se recuperó en la comarca de la Garrocha
Un proceso que él mismo ha compartido a través de las redes sociales, donde quiso concienciar sobre la etapa que había vivido. Sí que es cierto que, en todo este momento, el cómico contó con el apoyo de su familia, quien estuvo a su lado en todo momento, cuidando de su bienestar. Además, se refugió en su casa de la comarca de la Garrocha, situada en la provincia de Gerona, y una zona de origen volcánico con riqueza natural y una identidad cultural muy rural y auténtica. Lo cierto es que esta parte de Cataluña es conocida por su zona volcánica, que es la más importante de la Península Ibérica. Cuenta con el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrocha, que tiene más de 40 conos volcánicos y 20 coladas de lava.
Entre los más famosos nos encontramos con el volcán Croscat, que es el más joven, y el volcán Santa Margarida, con una ermita en el cráter. Además, la vegetación es muy diversa y hay desde hayedos hasta encinares y robledales. Este entorno da lugar a paisajes ondulados, verdes, con terrenos fértiles y pueblos integrados en la naturaleza. En el lugar hay infinidad de localidades que se pueden visitar como Olot, la capital de la comarca y que es rica en arquitectura modernista, comercio local y cultura, así como Besalú, uno de los pueblos medievales más bonitos de España. También, por la zona se encuentra Santa Pau, un pueblo también de origen medieval, aunque muy vinculado a la zona volcánica y Castellfollit de la Roca, famoso por estar situado sobre un acantilado de basalto.
Se trata de una zona volcánica con pueblos con encanto como Besalú

La cocina de la zona donde vive Ángel Llácer se basa en productos locales, con influencia de la cocina volcánica y rural. Entre los platos típicos están los fesols de Santa Pau, unas judías blancas con denominación de origen, y las cocas de Olot. También, nos encontramos con los embutidos caseros y las setas y las trufas en temporada. Además, hay varios restaurantes de alta calidad, algunos con estrella Michelin como Les Cols en Olot. Se trata de un lugar ideal para hacer senderismo, ciclismo, paseos a caballo o simplemente para relajarse. Cuenta con distintas opciones de ruta como el Camí Ral, el Camí dels Volcans, o la Vía Verda del Carrilet, así como infinidad de masías y alojamientos rurales enfocados al turismo sostenible y de desconexión.

Además, se trata de una comarca tranquila con ritmo pausado, muy apreciada para escapadas rurales o para vivir en contacto con la naturaleza. La gente es muy hospitalaria con fuerte identidad catalana, muy conectada con su tierra y costumbres. Por tanto, La Garrocha es un lugar donde la naturaleza volcánica, la historia medieval y la tradición rural se combinan para ofrecer uno de los rincones más especiales y auténticos de Cataluña. Es allí donde Ángel Llacer vive parte del año, ya que tiene una casa rural por la zona, en un entorno tranquilo y rodeado de naturaleza. Su mudanza hasta esta comarca se debió a un ritmo acelerado entre Madrid y Barcelona, buscando un lugar donde desconectar de la vida frenética de la televisión y el teatro. Así, la naturaleza volcánica, los paisajes verdes, el silencio y la vida rural de la Garrocha le ofrecen un entorno ideal para reflexionar, descansar y sanar.
«Volví a caminar entre árboles, solo, sin pensar en el dolor»
Después de su infección, la zona jugó un papel clave en su vida. En entrevistas, ha contado que dio sus primeros paseos tras salir del hospital por senderos de la zona, en silencio, ayudado por amigos o bastones. Fue allí donde, también, aprendió a caminar de nuevo, a su ritmo, rodeado de bosque y calma. Además, consiguió darle una nueva oportunidad al presente, la lentitud y el autocuidado. También aprovechó su tiempo allí para escribir, leer y reconectar con su parte más creativa. Además de su refugio, con el paso del tiempo, se ha convertido en su lugar de inspiración. Desde allí dirige con más calma, recibe visitas de amigo del teatro y considera la zona como un lugar en el que, en un futuro, monte algo más estable; una escuela o proyecto cultural vinculado al teatro. Allí también lleva una vida más alejada del móvil y las redes sociales, cultivando su propio huerto y practicando sus ejercicios de rehabilitación.
Es más, en una ocasión, afirmó que la Garrocha le había «salvado la vida». «Volví a caminar entre árboles, solo, sin pensar en el dolor, solo en avanzar», contó, confirmando que ahí uno se vuelve persona, «no personaje». Es por eso que Ángel Llàcer ha encontrado en la Garrocha algo más que una segunda residencia; es su espacio de cura, introspección y equilibrio, y se ha vuelto parte esencial de su identidad actual. Lejos de los focos, allí es simplemente Ángel, el hombre que se reconstruye paso a paso.