¿Por qué Imanol Arias ha sido condenado a prisión y Ana Duato ha quedado absuelta?
Desde THE OBJECTIVE hemos hablado con Rubén de Gracia, experto en fiscalidad económica, sobre el caso Nummaria

Ana Duato e Imanol Arias, en una imagen de archivo. | Gtres
Este 7 de julio, la Audiencia Nacional ha dictado sentencia sobre el caso Nummaria. Un entramado judicial que, en los últimos años, ha estado condicionando y afectando, de forma directa, a dos de los actores más conocidos de nuestro país; Ana Duato e Imanol Arias. Así, Imanol ha sido condenado a 2 años y 2 meses de prisión por cinco delitos fiscales, mientras que la actriz que dio vida a Merche en Cuéntame cómo pasó, ha sido absuelta de todos los cargos, ya que el tribunal ha considerado que no hay pruebas suficientes de que supiera que estaba defraudando. Quien peor ha salido parado ha sido su asesor fiscal, Fernando Peña, quien ha sido condenado a 80 años de prisión y cumplirá un máximo de 9 a 12 años.
Lo cierto es que, en el caso de Imanol, y a pesar la decisión de la Audiencia Nacional, el icónico actor no pasará por prisión, ya que, en su momento, llegó a un acuerdo con la Fiscalía -también conocido como «pacto de conformidad»-, admitió los hechos, devolvió lo defraudado con intereses, y por atenuantes no ingresará en la cárcel. Pero ¿por qué se ha producido esta diferencia entre la condena de los dos actores? Desde THE OBJECTIVE hemos hablado con Rubén de Gracia, economista experto en fiscalidad.
Un economista experto en fiscalidad da las claves del caso Nummaria

«Detrás del caso hay algo más que actores famosos y estructuras fiscales poco conocidas. Hay una enseñanza de fondo: por muy sofisticado que parezca el montaje, si la actividad es personalísima y se desarrolla en España, Hacienda lo va a tratar como renta personal generada en España. Porque, en fiscalidad, lo que importa no es solo la forma, sino el fondo», explica de Gracia. Así, la clave estará en la parte más básica. Tanto Ana como Imanol confiaron en un despacho para que gestionaran todo el dinero proveniente de sus actividades profesionales, «canalizando sus ingresos a través de empresas extranjeras ubicadas en Costa Rica, Reino Unido o Luxemburgo». Eran estas las empresas que cobraban por sus actuaciones, series y conciertos. «En la práctica, eran simples pantallas: sin trabajadores, sin actividad real, sin estructura», aclara el economista.
El objetivo, sin duda, de la empresa era muy evidente: «evitar declarar en España ingresos que, claramente, se generaban en el país y que de manera directa dependían de las horas de trabajo de una persona». Se trataba de «hacer pasar el trabajo artístico, es decir horas de trabajo, por ‘rentas de capital’ o ‘rentas vitalicias’ como si esas empresas extranjeras les pagaran a ellos por alguna inversión en algún país, con tipos impositivos mucho más bajos o directamente exentos». Ante esto, la ley española es muy clara; «si vives en España y el trabajo lo haces tú personalmente, el dinero es tuyo, no de una sociedad». Y este extremo es el que ha confirmado la Audiencia Nacional, aunque su condena solamente haya tenido como destinataria una persona.
«Muchos interpretan este tipo de casos como prueba de que la optimización fiscal y creen que es imposible o de que Hacienda siempre gana. No es así. Lo que ha condenado este caso no es la planificación fiscal en sí, sino el abuso del sistema; estructuras sin sustancia, empresas fantasma, ingresos que regresaban a los actores mediante préstamos ficticios o pagos encubiertos», apostilla Rubén. Así, en este caso, la diferencia se encuentra entre un plan fiscal legal y uno fraudulento. «¿La empresa existe de verdad? ¿Tiene actividad, empleados, dirección efectiva? ¿El profesional se ha desvinculado de España fiscalmente, o sigue viviendo y trabajando en España? Y lo más importante ¿Tiene sentido? En Nummaria, la respuesta a estas preguntas era casi siempre ‘no», añade el experto en economía fiscal.
Por qué ha sido absuelta Ana Duato

Y es que en derecho penal fiscal «no vale solamente con firmar». «Hay que saber lo que se firma y tener control sobre lo que se hace», aclara Rubén. Así, Ana Duato ha sido absuelta porque «el tribunal ha considerado que actuó de buena fe y sin conocimientos financieros». Así, la actriz firmaba lo que «le decía» su asesor, «sin comprender la estructura». «Imanol Arias, en cambio, sí tenía más conocimiento y participación o al menos al haber llegado a un acuerdo con Hacienda así se entiende y de ahí su condena, aunque evitó la prisión devolviendo el dinero y colaborando», añade Rubén de Gracia. Aunque, sin duda alguna, quien peor parado ha salido ha sido Fernando Peña, el que era asesor fiscal de ambos.
«Su condena —80 años de prisión por delitos fiscales continuados— es más simbólica que efectiva, ya que la legislación limita el tiempo máximo de cumplimiento. Sin embargo, el mensaje que quiere dar hacienda es el siguiente; crear estructuras diseñadas exclusivamente para eludir impuestos, sin base económica ni operativa real, tiene consecuencias penales (aunque al final, casi todos los imputados hayan sido absueltos)», apostilla el economista. Y es que, en este tiempo, desde la Justicia, nos han demostrado que el caso Nummaria solamente es uno y ha expuesto «los límites reales de Hacienda y del sistema judicial español cuando se trata de delitos fiscales». Aunque la estructura de fraude fuera evidente, «probar la participación directa de cada acusado, su nivel de conocimiento y su grado de implicación ha sido una tarea compleja».
Imanol Arias, condenada a dos años y dos meses de prisión
Así, la mayoría de los procesados han quedado absueltos. «No porque el esquema fuera legal, sino porque no se pudo demostrar que entendieran lo que estaban firmando o que tuvieran control sobre las decisiones fiscales que tomaban sus asesores», aclara Rubén, una decisión que, también, nos indica cómo funciona el sistema. «Hacienda puede detectar estructuras artificiales, levantar actas, exigir regularizaciones… pero cuando se judicializa, no es fácil condenar a alguien por fraude fiscal, aunque todo apunte a que hubo irregularidades. Y ese matiz es clave», apostilla. También, como confirma el experto en fiscalidad, este caso «también desmonta la falsa idea de que es fácil ‘escapar de Hacienda». «No lo es. Porque Hacienda, con sus medios y su experiencia, puede reconstruir operaciones, levantar el velo de sociedades pantalla y exigir responsabilidades, incluso años después. Y porque en los tribunales, si se demuestra la simulación, la forma jurídica se anula frente a la realidad económica», aclara Rubén.

«El mensaje de fondo es claro: ni Hacienda es todopoderosa, ni el fraude fiscal es sencillo de ejecutar sin consecuencias. Los errores y los excesos se pagan. Y sobre todo, deja una advertencia importante para profesionales, artistas y empresarios que operan a nivel internacional: la fiscalidad no es un juego de apariencias. Es una cuestión de fondo», concluye el experto en fiscalidad. Y es que lo que cuenta no es «dónde esté tu empresa», sino dónde «generas valor, quién toma las decisiones y cuál es la lógica económica detrás de cada estructura».