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Felipe y Letizia mantienen el polvo a raya: sus manías y trucos de limpieza en la Zarzuela

La pulcritud en su residencia oficial es necesaria para preservar el patrimonio mobiliario y la imagen de la institución

Felipe y Letizia mantienen el polvo a raya: sus manías y trucos de limpieza en la Zarzuela

Los reyes Felipe VI y Letizia en una imagen de 2024. | Europa Press

Es complicado imaginarse al rey Felipe VI pasando el aspirador por los pasillos del Palacio de la Zarzuela. O a la reina Letizia quitando el polvo a los cuadros del salón de reuniones. En su particular y gran casa, la limpieza corre a cargo de un equipo de especialistas. El cuidado y manutención de la residencia de la Familia Real es un tema mayor y como tal es tratado por la institución. Se cuida con esmero la elección de los productos de limpieza, las máquinas para pulir las superficies y hasta las bayetas que se pasarán por sus objetos de patrimonio. Mientras que los Reyes se van de vacaciones a Mallorca, este edificio histórico de la capital seguirá necesitando la manutención de lo que es: un hogar y un símbolo del país.

Como se dice, el Palacio de la Zarzuela no solo es un espacio habitado: es también un símbolo institucional cuya imagen debe mantenerse impecable. Monarquía Confidencial comenta que «en una época en la que la monarquía está bajo el escrutinio público y se le exige ejemplaridad, transparencia y austeridad, la pulcritud de la Zarzuela se convierte en un acto político silencioso». Por eso, la limpieza en sus estancias responde a un protocolo exhaustivo, pensado no solo para conservar el mobiliario y los materiales originales, sino también para proyectar una imagen cuidada y coherente con el papel que representa la monarquía. Los trabajadores de la casa cuentan con un manual preciso de cómo se debe limpiar cada estancia.

La Familia Real a la entrada del Palacio de la Zarzuela. Gtres

El manual de limpieza de Zarzuela

A pesar del estilo más cercano que los reyes han adoptado en sus apariciones públicas, dentro del palacio todo se rige por normas precisas. El personal de servicio no improvisa. Cada acción está previamente definida, desde el tipo de utensilio que puede usarse hasta la forma de abordar cada rincón del edificio. Este nivel de meticulosidad transforma las tareas cotidianas en operaciones planificadas que no dejan margen para el descuido.

Uno de los puntos más sensibles del protocolo son los suelos, muchos de ellos fabricados con materiales delicados que no pueden reemplazarse con facilidad. Para su mantenimiento se recurre a mopa seca y captadores de polvo, evitando cualquier producto líquido que pueda dañarlos con el tiempo. En los baños, el cuidado no es menor: se emplean bayetas suaves, no abrasivas, junto con productos desinfectantes que aseguran la limpieza sin dejar residuos dañinos. Todo se orienta no solo a la estética, sino también a garantizar higiene y neutralizar olores.

Desde aspiradoras a bayetas de calidad

El polvo, inevitable en un espacio tan grande, se combate con aspiradoras de tubo telescópico, que permiten alcanzar techos, molduras, cornisas y estanterías. La limpieza se extiende incluso a lugares de difícil acceso, ya que ni las telarañas ni los restos visibles de suciedad tienen cabida en Zarzuela. Además, cualquier objeto de más de dos centímetros que se encuentre en el suelo debe ser retirado de inmediato. No se trata de obsesión, sino de una lógica preventiva y de conservación del entorno.

Los reyes Felipe y Letizia en el Palacio de la Zarzuela. Europa Press

Otro foco de atención son las ventanas y sus estructuras. Las directrices exigen que las rejas y marcos se mantengan impolutos hasta una altura de dos metros, tanto en el interior como en el exterior del edificio. En un espacio donde la discreción y los detalles importan, este tipo de medidas son un lenguaje no verbal que comunica orden, disciplina y respeto institucional. La limpieza, en este contexto, no es solo práctica: también es simbólica.

Esta cultura del cuidado nace de la propia conciencia de los monarcas. Según fuentes cercanas a la Casa Real que recoge Infobae, tanto Felipe como Letizia valoran profundamente la preservación del patrimonio que habitan. Entienden que mantenerlo en perfecto estado forma parte de su responsabilidad. Por eso, desde el primer día, los trabajadores reciben una guía interna con instrucciones claras que no solo regulan la limpieza, sino también el comportamiento diario en palacio. La higiene, en este ecosistema, es una prioridad absoluta.

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