Leonor visita el Aifos pero no se atreve con la vela: las tres razones personales que lo explican
La princesa, el pasado fin de semana, estuvo presente en el Club Náutico de Palma para desearle buena suerte a su padre

Leonor, en el Club Náutico de Palma. | Gtres
Este mismo fin de semana, la princesa Leonor salió del Palacio de Marivent para acompañar a su padre hasta el Club Náutico de Palma de Mallorca. Allí, el rey Felipe se embarcó en el Aifos, el velero con el que participa en las distintas regatas que se celebran en la isla y una pasión que ha heredado de su padre, quien es un auténtico aficionado a la vela. Es más, a sus 87 años, el Emérito sigue participando en el Bribón y subiéndose, varias veces al año, en esta embarcación en la que rema junto al resto de sus compañeros. Aunque Leonor acompañó a su padre hasta el muelle, sí que es cierto que la heredera prefirió quedarse en tierra, dando buena cuenta que, por el momento, no le gusta demasiado la vela y que ha decidido, al menos por ahora, no seguir los pasos de su padre en ese aspecto.
Algo que comparte con la propia reina Letizia, a quien tampoco nunca le ha gustado demasiado montarse en un barco. Es más, en los últimos años, han sido contadas las ocasiones en las que hemos podido ver a la reina navegando por el mar. Sí que es cierto que, este último curso de la princesa a bordo del Juan Sebastián Elcano y la fragata Blas de Lezo, ha hecho que se interese un poco más por la vida marina. Aún así, parece ser que quiere dejar esto dentro de su carrera profesional y como parte de su educación y no dedicar su tiempo libre a esta práctica que ha dado tantas alegrías tanto a su padre como a su abuelo.
La trayectoria del rey Felipe compitiendo en vela

La primera vez que el monarca navegó en vela de crucero fue en 1984, cuando tenía 16 años, participando como tripulante del velero Sirius II de la Armada en la Copa del Rey de Vela en Palma de Mallorca. Fue en la 34.ª edición de la Copa del Rey MAPFRE en 1984, en la que comenzó a aprender y competir en igualdad de condiciones con el resto de la tripulación. Su participación fue organizada por la Comisión Naval de Regatas, y el Sirius II fue tripulado entonces por oficiales de la Armada bajo la tutela del príncipe. Desde entonces ha sido un asiduo de esta regata veraniega, participando casi cada año, y eventualmente navegando a bordo del Aifos, un velero de la Armada que comenzó a pilotar en 1987. Ese mismo año, navegó en el Sirius III y luego en el Aifos, con oficiales de la Armada como tripulación.
En la década de los 90 comenzó a competir regularmente en la Copa del Rey y otras regatas de prestigio. Además, alterna entre barcos militares – como el Aifos– y embarcaciones de propietarios privados. En 1997 se convirtió en el primer miembro de la Familia Real española en participar en un campeonato del mundo de vela -Clase IMS-. Desde el 2000 hasta el 2013 vivió su etapa de más actividad, participando en la Copa del Rey cada verano. En 2005, con el Aifos, logró uno de sus mejores resultados: 2º puesto en la general. Además, participó en el circuito nacional e internacional de vela de crucero, aunque de manera no profesional. Tras proclamarse Rey, continúa compitiendo en la Copa del Rey MAPFRE, aunque con menor frecuencia debido a sus responsabilidades. Su barco más emblemático sigue siendo el Aifos 500, un TP52 de la Armada, que patronea en la categoría más competitiva.
Por qué Leonor no se monta en el Aifos
Sí que es cierto que nunca ha ganado la Copa del Rey patroneando, aunque ha estado en el podio varias veces. Es uno de los pocos monarcas del mundo que compite en vela en igualdad de condiciones con rivales profesionales. Su tripulación está formada por oficiales de la Armada y regatistas de alto nivel y, además, compite bajo la bandera de la Armada Española, no de un club privado. Las razones por las que la princesa Leonor no ha seguido los pasos de su padre en este deporte pueden ser varias y hacen referencia, de forma clara, a factores históricos, culturales y personales. Cuando Felipe VI era joven, la vela estaba muy ligada a la imagen institucional de la Familia Real, en parte porque Juan Carlos I fue un regatista reconocido -ganó un campeonato del mundo en la clase Dragón en 1972-.

Además, hoy en día, la Casa Real evita proyectar un perfil demasiado asociado al lujo o deportes elitistas, para mantener una imagen más cercana y menos polémica. La vela sigue siendo un deporte percibido como de élite. También, hay que tener en cuenta que la princesa ha seguido un plan de formación muy estructurado y que le deja poco margen para actividades deportivas externas que requieran tiempo y preparación, como las regatas. Por su parte, Felipe empezó en la vela a los 16 años, en un momento donde la visibilidad pública de los príncipes era distinta. Y hay que tener en cuenta que Leonor tiene una proyección mucho más controlada y centrada en la formación, la institucionalidad y la neutralidad mediática. Participar en regatas podría percibirse como ostentación, algo que la Casa Real busca evitar tras las polémicas de décadas anteriores.
Sobre todo, para Felipe VI, la vela también tenía un componente protocolario y de relaciones internacionales -coincidía con regatas donde participaban otros monarcas europeos-. Hoy esa función no es prioritaria para la heredera, que está enfocada en la preparación militar y académica. Sí que es cierto que su ausencia en este deporte no quiere decir que la princesa no sea una gran aficionada a la actividad física, algo que nos ha demostrado en todo este tiempo. Leonor practica voleibol desde la infancia como parte del equipo del colegio Santa María de los Rosales en Madrid. En enero de 2024, compitió en el Campeonato Interacademias -academias militares de oficiales- representando a la Academia General Militar. Participó en al menos dos partidos en ese torneo.
Los otros deportes que practica
También, formó parte de la categoría de esgrima, donde su equipo ganó la medalla de plata en la modalidad mixta por equipo. Mostró gran habilidad pese a ser una disciplina relativamente nueva para ella. Practica esquí desde pequeña siguiendo la tradición familiar, acompañando a sus padres durante los viajes invernales habituales. Su destreza quedó patente durante ejercicios de entrenamiento militar en alta montaña. En Zarzuela, además, poseen unas cuadras de caballos, que son propiedad de la infanta Elena, por lo que la princesa ha tenido la oportunidad de tomar clases de equitación, una afición tradicional compartida con su hermana y otros miembros de la Familia Real. También, durante algún momento de su etapa escolar, ha disfrutado del tenis, bádminton, natación, baloncesto y bicicleta.

Como descubrimos hace unos meses, gracias a las imágenes que compartieron desde Casa Real coincidiendo con la graduación de la infanta Sofía, las dos hermanas también han practicado ballet. Una disciplina que complementa su postura, coordinación y acondicionamiento físico, y que ha practicado desde niña. Aún así, de forma pública, solamente tenemos constancia de que ha participado en el XXIV Campeonato de Academias Militares para Oficiales -Interacademias-, donde obtuvo la medalla de plata en esgrima por equipos.