Joaquín Sabina: «Me gusta mi barrio por ese aroma turbio a mestizaje y bares alternativos»
El cantante, aunque nació en Jaén, ha estado siempre muy unido a Madrid, lugar que le inspira en sus canciones

Sabina, en una imagen de archivo. | Gtres
Aunque nació en Jaén, Joaquín Sabina siempre guarda un lugar especial en su corazón para Madrid. La ciudad que le dio sus primeras oportunidades como músico y en la que encontró, sobre todo, el éxito. Convertido ya en un cantante de renombre, el intérprete de 19 días y 500 noches lleva, décadas, sin moverse de su impresionante piso en el centro de Madrid. Allí reside junto a su multitud de libros y su pareja, Jimena Coronado, con quien empezó a salir a finales de los años 90, y con quien forma un impresionante equipo, en el que se apoyan mutuamente, no solo personalmente sino, también, profesionalmente.
Así, la capital se ha convertido en un punto de referencia; por sus canciones pero, también, por sus conciertos y por la cantidad de gente con la que se ha encontrado en el camino que le apoyan, desde el principio, en el sendero de la música. Y es que, en más de una ocasión, se ha confesado todo un apasionado de Madrid y, por eso, le ha dedicado infinidad de estrofas de sus canciones. Además, su casa se ha convertido en su refugio, en aquel lugar que le cuida pero, también, le inspira. Pero ¿cuál es la zona de Madrid en la que vive? ¿Qué ha comentado, en alguna que otra ocasión, sobre ella?
Joaquín Sabina; entre Tirso de Molina y Lavapiés

Fue en una entrevista, a principio del verano de 2010, en la que confirmó que su casa del barrio de Tirso de Molina está rodeada de «centenares de libros, viejas gramolas y gatos…», sumergido en un ambiente que se puede considerar como personal y literario. Además, dos años antes, en la revista Architecture Design, confesó que buscaba casa «en esa zona» porque «siempre he vivido alrededor de Latina y Lavapiés, y no quería moverme del barrio. Me gustan sus mercados, sus teatros, y ese aroma turbio a mestizaje y bares alternativos». También, puso en valor que se encontrara en el centro, ya que no conduce y, así, tiene acceso a distintos museos y actividades culturales.
En 2009, para el blog El Gran Sabina, describió su zona como «el Madrid del Magreb, el subsahariano y el de Quito (…) un gran laboratorio cultural. En Lavapiés está pasando algo, aunque los ediles no se enteren. De esta esquinita de Tirso de Molina no me muevo». Además, unos años antes, en La Nación, destacó «el carácter hipermulticultural del barrio», apreciando, también, pasear por El Rastro, donde se encuentra «cacharrerías, barquitos de madera y otras cien mil tonterías, que aunque no valen nada calientan el corazón». Lo cierto es que fue hace años cuando Sabina decidió instalarse en su piso de la histórica plaza, al que no le falta ningún detalle. Allí cuenta con amplios ventanales, que le proporcionan mucha luz, con las típicas contraventanas blancas del centro de Madrid y con diferentes espacios en los que compone y de los que se inspira.
«En Lavapiés está pasando algo, aunque los ediles no se enteren»

Tirso de Molina es una plaza amplia y soleada situada justo entre Lavapiés, La Latina y Sol. Antes era un lugar algo degradado, ahora está peatonalizada y adornada con un gran mercado de flores que le da color y aroma. Está estratégicamente en el centro; desde ahí se llega andando al Rastro, a la plaza Mayor, a la Puerta del Sol o al teatro de La Latina. Además, tiene un aire más tranquilo y familiar que el corazón de Lavapiés, aunque todavía se siente la mezcla cultural. Hay bares castizos, cafeterías modernas, restaurantes internacionales y tiendas curiosas. Debe su nombre al dramaturgo del Siglo de Oro Gabriel Téllez -más conocido como Tirso de Molina-. Su entorno está cargado de referencias literarias e históricas.

Por su parte, Lavapiés es uno de los barrios más antiguos de Madrid, con raíces que se remontan al Madrid medieval. Durante siglos fue un barrio popular y obrero, con calles estrechas, casas bajas y patios de vecinos. Hoy es uno de los barrios más multiculturales de la ciudad: conviven vecinos de larga data con comunidades de inmigrantes de África, América Latina, Asia y Europa del Este. Se escuchan decenas de acentos y lenguas distintas en la calle. Es uno de loa barrios más de moda de Madrid por su vida artística y alternativa; con salas de teatro independientes, festivales de música, galerías pequeñas, murales y arte callejero. El festival Tapapiés -ruta de tapas internacionales- es muy representativo de ese espíritu.
Su dúplex de más de 300 m2 en el centro de Madrid
Cuenta, además, con calles empinadas, adoquinadas y a menudo laberínticas; fachadas viejas con balcones llenos de plantas, ropa tendida y carteles de eventos. El olor a especias, curry, té o frituras cambia de una esquina a otra. Se trata de una zona vibrante, caótica, algo canalla y llena de contrastes. Hay quienes lo ven como un barrio auténtico y vivo; otros lo perciben como ruidoso o desordenado. En el caso de Sabina, el cantante está encantado con el lugar en el que vive. Su casa es un dúplex de más de 300 metros cuadrados. Tiene techos altos, vigas vistas, suelos de madera envejecida, y hasta doce balcones a la calle, que inundan el hogar de luz natural. Fue, además, reformado por un arquitecto que le recomendó su amigo y compañero, Joan Manuel Serrat.
Cuenta con una distribución casi circular y conectada visualmente, donde desde el salón se puede ver la cocina, desde el dormitorio el office, y desde casi toda la casa se percibe el hall como el corazón del hogar. Además, la decoración es antiminimalista y barroca; refleja un estilo ecléctico, cálido, y muy personal. Presenta muebles antiguos, alfombras orientales, jarrones latinoamericanos, y una mezcla intensa de objetos con historia. Guarda, además, distintos objetos de coleccionista que, sin duda, para él, tienen mucho significado. Sabina rodea su casa de objetos como capotes de torero, relojes antiguos, juguetes de hojalata, imaginería religiosa -ángeles, vírgenes, demonios-, fotografías y caricaturas dedicadas, y recuerdos de viajes. Una de sus piezas más valiosas, sin lugar a dudas, es su biblioteca que cuenta con distintas piezas catalogadas y que ocupan gran parte de las paredes del salón. Tiene, también, un estudio profesional de grabación que está integrado en la vivienda.