El lujoso palacio de la familia de Marichalar en Soria: una casa fuerte y con un escudo barroco
El que fuera marido de la infanta Elena está muy unido a la ciudad, donde su familia ha defendido siempre su patrimonio

Jaime de Marichalar, en una imagen de archivo. | EP
La familia Marichalar ha mantenido, con el paso del tiempo, su vínculo intacto con Soria. Muy pendientes siempre de todo lo que pasa en la ciudad y en sus localidades aledañas, tanto Jaime como sus hermanos —y en su momento su padre— han defendido siempre el patrimonio de Soria, sobre todo el de las ruinas de Numancia. Es por eso que no es de extrañar que sus hijos hayan seguido con esta iniciativa y, sobre todo, disfrutando de las bondades de esta comunidad autónoma. Lo hacen gracias a las dos propiedades que poseen; la Finca El Garrejo, que se encuentra en Garray, donde poseen una casa solariega y una pequeña ermita románica de San Antonio de Padua. Además, también conservan un impresionante palacio en el centro de Soria, el Palacio del Vizconde de Eza, por la rama de los San Clemente.
Es en la finca donde se han celebrado distintos eventos sociales y donde los sobrinos de Jaime de Marichalar han aprovechado para darse el ‘sí, quiero’. Como ya contamos en THE OBJECTIVE, se trata de una finca de más de 117 hectáreas, ubicada junto a las ruinas de Numancia, en el término municipal de Garray —a muy pocos kilómetros del centro de Soria—. En esa finca hay una casa solariega —o «palacio» familiar— y una pequeña ermita románica. Se trata, además, de un enclave representativo de la presencia familiar en la región; es escenario de eventos familiares —como bodas—, y marco de su actividad social y cultural. El compromiso de los Marichalar con el patrimonio cultural también se refleja en sus acciones para proteger el entorno de Numancia, incluyendo iniciativas para su declaración como Patrimonio de la Humanidad.
El palacio de la familia de Marichalar en el centro de Soria

Otro de sus grandes tesoros es el Palacio del Vizconde de Eza —también conocido como Palacio de los San Clemente— y que está ubicado en la calle Aduana Vieja de Soria. A primera vista se aprecia una fachada austera de mampostería, con sillares bien trabajados en zócalo, puertas y ventanas, en un diseño claramente simétrico de tres vanos por piso. El palacio se construyó originalmente en el siglo XII como una casa fuerte, destinada a defender ese tramo de la muralla medieval de Soria. La estructura actual se levantó principalmente en el siglo XVII–XVIII, sobre la base medieval. Además, en la fachada se alterna mampostería y sillares, con un esquema limpio y simétrico —tres vanos adintelados en cada piso y puerta central en planta baja—. El elemento más ornamentado es el escudo barroco del siglo XVIII: un águila bicéfala coronada, rodeada por el lema «Fidele Deo, Regi et Patriae», y cadenas debajo del balcón que conmemoran la pernoctación real de Alfonso XIII.
Fue en el siglo XIX cuando la propiedad pasó a los Marichalar en su matrimonio con los San Clemente. Esta vinculación se establece cuando Ruperta de San Clemente heredó y se casó con Francisco Tomás Marichalar y Acedo, asociando el linaje San Clemente con el Marichalar, quienes adquirieron los títulos como Vizconde de Eza, Marqués de Ciria y de Zafra. El palacio sigue en manos de sus descendientes. El actual propietario es Amalio de Marichalar y Sáenz de Tejada, hermano de Jaime de Marichalar. Una información que, además, confirman desde el Ayuntamiento de Soria. Pero ¿cuál es la unión real de los Marichalar con Soria?
Se construyó como una casa fuerte y posee un escudo barroco

Lo primero que hay que saber es que la familia Marichalar es originaria de Navarra y La Rioja, pero a partir del siglo XIX se asentaron en Soria gracias a matrimonios con linajes locales de peso, especialmente con los San Clemente, uno de los clanes fundadores de la ciudad. De esa unión surgen títulos asociados a Soria, como el Vizcondado de Eza y los marquesados de Ciria y Zafra. Por su parte, Jaime de Marichalar, exduque de Lugo, nació en Soria y pasó su infancia allí. La familia mantiene una fuerte vinculación con la ciudad a través de actividades culturales, religiosas y sociales. Su padre, Amalio, ha sido la cara visible de la defensa del patrimonio de Numancia. Ha participado en movilizaciones y plataformas ciudadanas para frenar proyectos urbanísticos que amenazaban el entorno del yacimiento —en especial las urbanizaciones de los años 90 y principios de los 2000 en Garray—.

Se ha mostrado muy activo en medios y foros culturales, advirtiendo de que el valor de Numancia no está solo en las ruinas arqueológicas, sino también en su paisaje y memoria histórica. Además, los Marichalar han apoyado, junto a colectivos culturales y académicos, que Numancia y su entorno sean declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El objetivo ha sido siempre blindar el sitio frente a especulación urbanística y garantizar una protección integral. Amalio de Marichalar ha utilizado su visibilidad pública —y la resonancia de su apellido tras el matrimonio de su hermano Jaime con la infanta Elena— para dar eco internacional a la causa. Ha organizado y participado en actos de reivindicación cultural, conferencias y homenajes en Numancia. Defiende Numancia como un símbolo universal de libertad y resistencia, equiparable a Sagunto o Masada.
La familia Marichalar, especialmente a través de Amalio, se ha convertido en un aliado visible en la protección de Numancia. En palabras de Amalio: «Numancia es patrimonio de la Humanidad en el sentido más amplio; símbolo de dignidad y resistencia, que debemos preservar íntegro».