Entramos en la finca de la familia Botín en Cantabria: es un gran oasis botánico y cultural
Fue allí donde hace unos días, Huberto, uno de los nietos del histórico Emilio Botín, celebró su pedida de mano

Paloma O'Shea junto a Huberto Botín-Sanz. | Gtres
Cantabria es uno de esos lugares en los que merece la pena perderse. Con unas temperaturas muy frescas durante la temporada estival y un clima bastante húmedo en inverno, se ha convertido en el lugar favorito de muchos de nuestros famosos. O si no, que se lo digan a María Pombo y a su familia, quienes están muy emocionados disfrutando de los primeros años de la bonita casa que se han construido en el lugar donde han veraneado toda la vida. Y es que la creadora de contenido tiene un sentimiento muy especial con esta tierra, al igual que le sucede a la familia Botín. Todos ellos poseen casas repartidas por todo el mundo; por ejemplo, Ana Botín tiene un impresionante chalé en Suiza mientras que Emilio Botín poseía una de las fincas mejor valoradas y más queridas de Cantabria, por su gran legado histórico y botánico.
Esta ha sido, además, en los últimos días, testigo de un momento muy especial; Huberto Botín-Sanz de Sautuola d´Ornano —nieto del histórico banquero— ha celebrado su pedida de mano junto a su novia, Andreina Culebras, en sus jardines. Y es que la casa cuenta con un impresionante paisaje natural, que fue declarado Bien de Interés Cultural hace mucho tiempo. Además, la finca, que se encuentra en la localidad de Reocín y está bautizada bajo el nombre de Puente de San Miguel, ha sido escenario de infinidad de celebraciones de la familia Botín. En esta ocasión, los invitados, como cuentan desde la revista ¡Hola!, han podido disfrutar, no solamente de una de las mejores vistas de Cantabria, sino, también, de un impresionante menú basado en productos de la tierra.
Huberto, el nieto de Emilio Botín que ha celebrado su pedida en Cantabria

Huberto y Andreina degustaron albóndigas de sepia, trucha a la sal y arroz con almejas y para terminar, un souffle de chocolate, quesada y tarta de queso. Para la ocasión, Andreina eligió un precioso vestido azul de Redondo Brand y Huberto se decantó por una chaqueta y un pantalón en tornos marrones y crudos. Los invitados fueron elegidos con mucho cariño, por lo que se reunió un grupo de personas muy cercanas a la pareja. Entre ellos, también estaba su familia. Pero ¿quién es realmente Huberto Botín-Sanz? Es hijo de Emilio Botín O’Shea y la aristócrata francesa Elisabeth d’Ornano. Estudió en el Colegio Americano de Madrid y se formó en una de las escuelas de hostelería más importante de nuestro país, Les Roches International School of Hotel Management, en Marbella. También, hizo un Máster en Management en el exclusivo IE.
Trabaja en el grupo suizo Pictet Group, especializándose en el mundo de las inversiones. La elección del lugar para celebrar su pedida de mano no ha sido al azar. La finca Puente San Miguel es una de sus propiedades más especiales. Pero ¿por qué? Se trata de un lugar de gran valor histórico, botánico y cultural. Originalmente propiedad de Marcelino Sanz de Sautuola, descubridor de las pinturas de Altamira, la finca fue transformada en un jardín botánico a mediados del siglo XIX. La familia Botín, descendiente directa de Sautuola, ha preservado y ampliado este legado. Su interés por la botánica llevó a Marcelino a introducir especies exóticas mediante intercambios de semillas internacionales, como uno de los primeros eucaliptos en 1863.
La historia tras la finca Puente de San Miguel

A la muerte de Marcelino, su hija María Sanz de Sautuola, junto a su esposo Emilio Botín López, continuaron expandiendo y cuidando el jardín. En 1900 mandaron construir la casa solariega actual, manteniendo el estilo original del lugar. A mediados de los años 80 fue declarado Bien de Interés Cultural con un jardín que destaca por su valor paisajístico, botánico e histórico. Y es que conserva especies centenarias muchas liberadas del control estético tradicional. Entre las más impresionantes nos encontramos con una magnolia grandiflora de más de 200 años, considerada la más grande de Europa. También, tienen una secuoya sempervirens que alcanza más de 40 m de altura y 5,5 m de perímetro de tronco. Además de un ginkgo biloba, un «fósil viviente» históricamente valorado como árbol sagrado y un cedro del Atlas y varias hayas, tejos, castaños, alcornoques o un eucalipto de 1863.

Actualmente, la finca se organiza en tres zonas principales. El jardín antiguo de diseño «a la inglesa» fue creado en el siglo XIX alrededor de la casa solariega. Presenta senderos ondulados, grandes praderas de césped y árboles monumentales, con una estética naturalista. El arbolado fue dejado crecer libremente sin poda, siguiendo la filosofía de Sanz de Sautuola. Por su parte, el jardín de Winthuysen fue diseñado por el pintor-jardinero Javier de Winthuysen. Se caracteriza por su elegancia y diseño cuidadoso; incluye la antigua casa del siglo XV reconvertida en capilla y estancia vinculada al escritor Víctor de la Serna.
Cuenta con un precioso jardín que fue declarado Bien de Interés Cultural
Por último, el jardín nuevo es su proyecto de paisajismo más contemporáneo, desarrollado en las décadas a partir de los 80 por Carmen Añón. Incluye avenidas de alcornoques, estanques —como el «de los espejos»—, una rosaleda convertida en laberinto, un pequeño lago con cascada, puente japonés, mirador de piedra, viveros y huerto ornamental. Además, la finca se ha ido ampliando con terrenos anexos, alcanzando actualmente unas 10 hectáreas de jardines y 20 hectáreas de bosque. Sobre sus elementos arquitectónicos, la finca con una gran portalada de entrada ricamente ornamentada, con el escudo familiar, obra de Javier González de Riancho, arquitecto también del Palacio de la Magdalena. Existe un monumento escultórico en homenaje a Marcelino y su hija, obra de Agustín de la Herrán. Por su parte, la capilla privada alberga el panteón familiar. Fue diseñada por el arquitecto Fernando Chueca y se encuentra dentro de la finca, aunque fuera de las murallas.

Está abierto al público y las visitas son gratuitas, pero previa reserva, disponibles normalmente del 1 de mayo al 15 de septiembre, los primeros y terceros miércoles de cada mes en horario de 9:30 y 11:30 h. El resto del año solo se abren para grupos culturales o escolares. Es el Ayuntamiento de Reocín el que gestiona dichas visitas, y ofrece contacto telefónico para reservas.