The Objective
Gente

La espectacular casa de Elvira Lindo en Madrid: amplia, diáfana, luminosa y con muchos libros 

La escritora ha residido entre España y Nueva York, donde se estableció cuando Muñoz Molina trabajaba en el Cervantes

La espectacular casa de Elvira Lindo en Madrid: amplia, diáfana, luminosa y con muchos libros 

Elvira Lindo, en una imagen de archivo. | Gtres

Elvira Lindo es una de las escritoras más conocidas de nuestro país. Su vida ha estado llena de letras, en un camino que ha compartido junto a su marido, Antonio Muñoz Molina. Ambos, aunque establecieron hace mucho tiempo su base en Madrid, han vivido a caballo entre España y Estados Unidos. Fue Nueva York la ciudad que les abrió la puerta a una nueva vida que compartieron junto a sus respectivos hijos. Allí también desarrollaron sus carreras profesionales; Muñoz Molina dio clases en la Universidad de Columbia mientras Elvira seguía centrada en sus novelas y en distintos guiones para el cine.  «Las dos las he hecho mías. No podría vivir con sensación de provisionalidad, así que me acomodo a cada una», reconoció la propia Elvira en una entrevista para El País, sobre su vida dividida por un gran océano.

La escritora nació a mediados de los años 60 en la ciudad de Cádiz, aunque se mudó hasta Madrid cuando había comenzado su adolescencia. Uno de los momentos cúlmenes de su carrera llegó con Manolito Gafotas, uno de sus personajes más icónicos. Ha escrito también novelas para adultos, columnas periodísticas —especialmente en El País— y guiones cinematográficos. Su estilo mezcla humor, ternura y una mirada social crítica, con gran oído para la oralidad y el habla popular. En los años 90, Elvira conoció a Antonio y Antonio conoció a Elvira. Por aquel entonces, ambos habían separado sus vidas sentimentales anteriores y habían formado sus propias familias.

La casa de Elvira Lindo en el centro de Madrid

En todo este tiempo, su relación ha estado marcada por la complicidad intelectual y afectiva. Ella ha escrito textos muy personales sobre lo que significa acompañar a un escritor, la vida compartida y la intimidad de la pareja. Él, en novelas como Un andar solitario entre la gente, refleja también esa mirada compartida hacia el mundo contemporáneo. Es más, su hogar en Madrid y el de Nueva York son reflejo de ese equilibrio; espacios llenos de libros, acogedores y muy ligados al trabajo creativo. Su vida juntos se define por la literatura, los viajes y una convivencia serena, donde cada uno mantiene su voz y su obra, pero con un lazo sólido de apoyo mutuo. En sus temporadas en la capital de España, la pareja de escritores reside en una coqueta casa que mostraron en un reportaje en El País.

Uno de los lugares más importantes de su piso no solo es la zona de lectura sino, también, el rincón donde descansa su extenso armario. Una pasión que, como ella misma confesó, ha sido heredada de su madre. «A mi madre le gustaba mucho esto. Sabía conjuntar las cosas, era elegante», confesó al mencionado medio. Es más, en su fondo de armario guarda el traje de novia de su madre, quien murió cuando ella tenía 16 años, y varias reliquias que se compró en algunos de sus infinitos viajes. «A mí me gusta la ropa, no me acompleja reconocerlo. Y me doy caprichos en esto, sí. Creo que en ninguna otra cosa… Bueno, y en los taxis», contó. Toda la casa irradia cierta serenidad, acogimiento, diferencia y luminosidad. Además, combina muebles más modernos con pequeñas joyas que ha ido encontrando, con el paso de los años, en El Rastro.

Su sala de lectura, con mucha luz y plantas naturales

Es en este pequeño piso, del centro de Madrid, donde recibe a sus seres queridos y donde, también, ha criado a sus hijos durante seis al año —de junio a diciembre—, componiendo un hogar vivo y lleno de acogimiento. Su casa, además, y como no podía ser de otra manera, cuenta con una librería amplia, cuidada y densa, que evoca una biblioteca pública en miniatura; un espacio cálido para escribir, leer y convivir. Y es que, como se puede ver en las imágenes que ilustra el reportaje de El País, posee mucha luz, lo que hace que los colores se activen y parezcan más vivos. Las estancias no solamente tienen a la luz como la gran protagonista sino que, también, incluye distintas plantas de interior distribuidas por sus estancias. Una de las habitaciones, además, cuenta con un papel pintado de flores, en color berenjena y verde, lo que le da ese punto diferencial.

Y es que Elvira y su marido no han optado por usar colores claros sino que han preferido añadir un punto más picante y original, utilizando tonalidades vivas como el verde menta. Todo ello combina a la perfección con un suelo de parquet y con infinidad de estanterías que hacen el efecto visual de un gran laberinto, con infinidad de libros distribuidos de manera poco uniforme. En la zona de lectura cuentan con dos sillones, en color beige, y varios cuadros y lámparas que siguen aportando esa esencia más vintage. Allí, también, los grandes protagonistas siguen siendo los libros. Sobre su casa de Nueva York son contados los datos y detalles que ha dado. Ella misma ha confesado que se encuentra en un barrio tranquilo, en el que residen muchos escritores y artistas y, sobre todo, es un lugar «donde se puede bajar en pijama a pasear al perro, las mujeres van desaliñadas y es imposible competir en extravagancia».

Su casa de Nueva York refleja un poco más su lado más espontáneo y menos «perfecto» que, a lo mejor, puede ofrecer su ambiente en Madrid. Allí vive otra parte de su identidad: la curiosa, la observadora de la vida urbana, la que disfruta de la diversidad cultural y de la energía de Manhattan. Además, durante mucho tiempo, se convirtió en su refugio en la ciudad mientras Muñoz Molina trabajaba en el Instituto Cervantes. Allí encontró paz, algo complicado en una ciudad que nunca duerme.

Publicidad