La vida de Rosa Pich, madre de 18 hijos: la clave de su economía familiar y la dura muerte de su marido
La catalana ha vivido momentos especialmente complicados tras la muerte de tres de sus hijos por una cardiopatía

Rosa Pich, junto a tres de sus hijos. | Redes sociales
Rosa Pich siempre tuvo muy claro que su deseo de ser madre de familia numerosa no lo iba a frenar nada ni nadie. Es por eso que, cuando tres de sus hijos nacieron con una enfermedad congénita del corazón y los médicos le recomendaron que lo mejor era parar, tanto ella como su marido decidieron que la última palabra siempre la iba a tener Dios. Años más tarde, formaron una familia de 18 hijos que han ido atravesando momentos que, sin duda, han sido especialmente complicados; la muerte de tres de ellos por esta patología, el fallecimiento de Chema por un cáncer fulminante y esta misma enfermedad que tuvo que atravesar su hijo pequeño, hoy ya recuperado. Pero, también, han vivido etapas muy muy felices; bodas, el nacimiento de nietos y los recuerdos que, en su día fueron complicados pero que, con el paso del tiempo, se han convertido en parte de su memoria.
De su experiencia con la maternidad, Rosa escribió Cómo ser feliz con 1,2,3 hijos, un éxito de ventas que fue lanzado de forma internacional y traducido a, al menos, ocho idiomas. Además, en su perfil de Instagram, la catalana cuenta con una legión de seguidores que están pendientes de cada uno de sus pasos. Y no solamente eso. También, su perfil de Instagram se ha convertido en un pequeño diario, en el que expone su devoción por la fe, cómo educa a sus hijos y los momentos difíciles que han superado juntos. Y todo, siempre, lo hacen, además, con una gran sonrisa, que se ha convertido en su seña de identidad.
El deseo de Rosa Pich de ser madre de familia numerosa
Si algo siempre tuvieron claro Rosa y su marido es que si querían formar una familia numerosa, una de las grandes claves tenía que ser la organización. Es por eso que, cuando sus hijos eran muy pequeños y todavía compartían habitación, baño y cocina, se tuvieron que repartir muy bien las tareas y comenzaron, también, a aprender a cuidarse los unos a los otros. Rosa Pich vino al mundo en Barcelona a mediados de los años 60. Proviene, además, de una familia especialmente numerosa; es la octava de dieciséis hermanos, por lo que siempre tuvo muy claro que su deseo era la de, también, crecer rodeada de muchos niños. En su juventud, tras terminar el colegio, decidió trabajar como costurera, un trabajo que, sin duda, le marcó mucho en su presente y en su futuro.
Más adelante hizo un Programa de Desarrollo Directivo (PDD) en el IESE. Se casó el 15 de julio de 1989 con José María «Chema» Postigo en la ciudad condal. Tuvieron 18 hijos en total, entre 1990 y 2010. De esos 18 hijos, tres fallecieron debido a cardiopatías congénitas: Carmen, Javier «Javi» y Montse «Montsita». Lo cierto es que sus muertes fueron un duro varapalo para la familia que tuvo que ver como otros de sus hijos se tenían que enfrentar, también, a varias operaciones a corazón abierto. Después del médico les recomendó no tener más hijos por los riesgos debido a esas pérdidas, aun así, continuaron teniendo otros quince hijos. En los últimos tiempos, la familia Postigo-Pich llegó a ser reconocida como una de las familias más grandes de niños en edad escolar en España.
La muerte de sus hijos y los libros y la fe como salvación
Y Rosa también ha llevado una vida activa no sólo como madre, sino como conferenciante, escritora—¿Cómo ser feliz con 1,2,3… hijos?—, y más recientemente La vida es bella y más si se vive en familia y como una personalidad pública con presencia en redes sociales. En febrero de 2017, tras muchas pruebas, a Rosa le informaron que su marido, Chema Postigo, tenía cáncer de hígado complejo. Durante las semanas finales, la familia vivió una convivencia intensa de fe, de oración, de despedidas, con momentos de cuidado, humor y reconocimiento de la fragilidad de la vida. Chema falleció el 6 de marzo de 2017, con 56 años de edad, tras varios días en el hospital. Rosa quedó viuda con 15 hijos en casa y el dolor, como no podía ser de otra manera, fue muy grande. Rosa cuenta que lloró mucho, sin dormir bien al principio, pero que la fe, la familia y el apoyo de sus hermanos, cuñados y amigos, la mantuvieron de pie.
Ha hablado en entrevistas de cómo afrontan el día a día —las rutinas, la educación de los hijos, los recuerdos de Chema— pero también de cómo han encontrado consuelo en la oración, en la Virgen y en la comunidad cristiana. En los últimos tiempos, además, como decíamos, ha vivido momentos especialmente bonitos; el nacimiento de sus nietos y las bodas de algunos de sus hijos que han llenado sus vidas de mucha felicidad. Con la muerte de Chema, Rosa, también, tuvo que comenzar una nueva etapa en la que la organización ha sido clave. Es por eso que en casa, tanto en celebraciones como en el día a día, cada uno de sus hijos tiene muy bien repartido sus papeles. Además, los gastos también están medidos al dedillo.
Las claves de su economía familiar: cómo gasta 600 euros al mes
Rosa Pich dice que gasta unos 600 euros al mes en la compra con productos básicos. Esa compra incluye cantidades muy grandes; 1.300 galletas, 240 litros de leche, siete docenas de huevos, etc. Prefiere productos marca blanca, alimentos de temporada, compra al por mayor cuando conviene e intenta no desperdiciar comida. Se sabe que heredan ropa, libros, cosas de hermanos mayores, de amigos; de ese modo reducen el gasto en ropa. Y que, además, Rosa tiene que hacer algún que otro esfuerzo para mantener la economía familiar. Rosa va a la peluquería poco; en una entrevista comentaba que «una vez al año» visita la peluquería debido a la falta de tiempo y al coste. Los hijos, a partir de cierta edad —14 años—, tienen que ganarse su propio dinero de bolsillo haciendo pequeños trabajos —clases particulares, ayudar en deportivas, cuidado de otros niños, etc.—.
Además, también ha desarrollado la forma de repartir la carga económica para planificar y reducir los gastos. Se compra lo que hace falta realmente, no lo que apetece en un momento. Lo esencial; alimentación básica, higiene, cosas necesarias para el colegio, etc. Revisan minuciosamente qué hay en la despensa, congelador y armario antes de hacer la compra; lo que queda marca lo que hay que reponer. También, hacen uso de de alimentos de temporada, productos de marca económica o blanca, aprovechar ofertas y promociones (2×1, descuentos). Y no compran nada de productos de lujo innecesario: no refrescos, no ingredientes caros regularmente. Cuando hay un cumpleaños, etc., se aprovecha la ocasión para esos «extras». Los hijos con edad suficiente colaboran en tareas del hogar para aligerar carga y también para generar su propio «dinero de bolsillo». Hay, también, una especie de «asamblea familiar» para repartir tareas y responsabilidades, incluidos temas relacionados con el orden y los gastos domésticos.
Siempre planifican lo que son gastos fijos y lo que se puede ajustar —variables— cada mes. Alimentación, vivienda, suministros son prioritarios; ocio, caprichos, extras, lo que se ajusta si hace falta. También, se aprovechan de descuentos, ayudas que puedan corresponder a familias numerosas, precios especiales cuando hay, comprar a granel o supermercados que ayudan con precios más bajos.