De qué vive y de dónde saca el dinero Greta Thunberg: la realidad tras la activista climática
La joven sueca se encuentra enrolada en la flotilla que puso rumbo a Gaza, desde Barcelona, hace un par de semanas

Greta Thunberg, en una imagen de archivo. | Gtres
Desde que era muy pequeña, Greta Thunberg supo que su lugar estaba al lado de la reivindicación de las causas sociales. Es por eso que, con apenas diez años, se erigió como una de las figuras en contra del cambio climático más importantes del mundo. Ahora, la sueca, que sigue vinculando su vida personal y la profesional con la defensa de los derechos humanos y del medio ambiente. Por tanto, se ha enrolado, en estos últimos días, en la flotilla que se dirige a Gaza, con ayuda humanitaria, y donde también se encuentra, por ejemplo, Ada Colau. En estas últimas horas, además, Greta ha decidido cambiar su posición dentro de la flotilla y ha dejado el comité de dirección para cambiarse de barco. Aunque eso sí, sigue muy vinculada al proyecto y siguiendo, de primera mano, todo lo que sucede.
Greta nació hace 22 años en la ciudad sueca de Estocolmo. En 2011, con apenas 8 años, escuchó hablar del cambio climático en la escuela. El tema la marcó profundamente y comenzó a leer e investigar por su cuenta. Tres años más tarde fue diagnosticada de síndrome de Asperger, junto con TOC y mutismo selectivo. Ella misma ha descrito su condición como un «superpoder» que le permite concentrarse intensamente en un tema. Su familia —su madre Malena Ernman, que es cantante de ópera, y su padre Svante Thunberg, actor y productor— adaptó su estilo de vida a lo que Greta pedía: menos vuelos, menos consumo y una vida más sostenible.
La carrera de Greta Thunberg de la mano de los derechos humanos y el medio ambiente

Con 15 años, en agosto de 2018, Greta inició su primera acción visible: se sentó frente al Parlamento sueco con un cartel que decía Skolstrejk för klimatet «Huelga escolar por el clima». Empezó faltando a clases cada viernes para protestar por la falta de acción climática del gobierno sueco. Su gesto solitario atrajo a medios locales, y en pocas semanas se unieron otros estudiantes. Así nació el movimiento Fridays for Future (FFF). A finales de 2018, su mensaje ya circulaba por Europa gracias a redes sociales y a la cobertura de prensa internacional. En diciembre de 2018 fue invitada a la COP24 de Katowice (Polonia), donde pronunció uno de sus primeros discursos internacionales contundentes, apelando directamente a líderes mundiales. Un año más tarde, Fridays for Future convocó huelgas globales por el clima que movilizaron a millones de jóvenes en todo el mundo. Greta se convirtió en la cara visible del movimiento.
En todo este tiempo, Greta ya ha expresado que se niega a viajar en avión por la huella de carbono. En 2019 cruzó el Atlántico en un velero de cero emisiones para asistir a la cumbre de la ONU en Nueva York. Es más, fue un símbolo de coherencia personal con su mensaje climático. En el año 2019, la revista Time la nombró Persona del Año y ha sido varias veces nominada al Nobel de la Paz. Su activismo ha sido reconocido por instituciones, ONGs y universidades en todo el mundo. En 2019 creó la Greta Thunberg Foundation, con el dinero de premios, para apoyar causas climáticas y sociales. Ha publicado, además, varios libros, tanto con la recopilación de sus discursos como una obra colectiva con científicos, activistas y expertos.

Durante la pandemia de COVID-19 (2020–21), las huelgas climáticas pasaron a ser digitales con el hashtag #ClimateStrikeOnline. Volvió a las manifestaciones presenciales en 2021, participando en protestas en Estocolmo y Glasgow (COP26). En los últimos años ha adoptado un tono aún más político y crítico, denunciando el «greenwashing» de gobiernos y corporaciones. Ha participado en actos de desobediencia civil pacífica y en manifestaciones en Alemania, Reino Unido y Suecia. En todos estos años, Greta ha sufrido distintos ataques, tanto a nivel personal como profesional. Algunos líderes —como Donald Trump o Jair Bolsonaro— la han ridiculizado públicamente. También ha sido objeto de teorías de conspiración sin base, acusándola de ser «títere» de intereses económicos, algo que ella niega.
De dónde saca el dinero
Por el momento, Greta sigue viviendo en Suecia, participando en movilizaciones y manteniendo presencia en redes sociales. Su movimiento Fridays for Future continúa activo, aunque más descentralizado, con colectivos en más de 150 países. Pero ¿cómo vive? ¿De dónde saca el dinero? Lo cierto es que, en todo este tiempo, Greta ha ganado remios que tienen una dotación económica, por ejemplo el Right Livelihood Award —Premio del Estilo de Vida Correcto— en 2019. Parte de ese dinero lo usó para crear su fundación. Otro galardón importante fue el Gulbenkian Prize for Humanity, que incluía 1 millón de euros. Greta destinó ese premio a organizaciones que luchan contra la crisis climática. También, ha participado en la publicación de varios libros. Un ejemplo: The Climate Book (Allen Lane / Penguin, 2022).
Todos los ingresos de los libros, después de impuestos, etc., son gestionados por su fundación, y según lo que ha dicho ella, estos ingresos se destinan a ONGs o causas climáticas, no los retiene ella personalmente. Greta estableció una entidad, la Greta Thunberg Foundation, para manejar transparentemente los premios, donaciones y regalías —de libros, premios, etc.—. La fundación tiene unos costes operativos —administración, legal, auditoría, etc.—, pero lo esencial es que sirve de canal para distribuir fondos hacia proyectos o instituciones que trabajan en temas de sostenibilidad ecológica, justicia climática, salud mental, etc. Aunque Greta es muy conocida por sus intervenciones en conferencias internacionales, foros de cambio climático, COPs, Naciones Unidas, etc., ha declarado que no suele aceptar honorarios por estos discursos. En general, su activismo lo lleva de forma que no genere un beneficio personal directo con estas apariciones.

En todo este tiempo, Greta ha admitido que suele evitar gastos elevados, que procura no viajar en avión —cuando puede evitarlo—, hacer su vida de forma sencilla, etc. Además, ha dado varias declaraciones en las que ha admitido que sus padres cubren ciertos costes de transporte u otros relacionados con su activismo. La fundación también tiene costes fijos: operativos, administrativos, contables, auditorías, etc. No todo el dinero que entra es donado; una parte se usa para que la organización funcione. Es más, no cobra por «salvar el planeta» ni usa su activismo como forma de generar ingresos propios, según lo que ella misma ha declarado. Hasta cierto punto, lo que se sabe es que la Greta Thunberg Foundation ha recibido más de 1.235.000 € en premios y donaciones —hasta octubre de 2022—, y que esos mismos fondos se han donado —menos los costes necesarios para hacer funcionar la fundación— a causas alineadas con su misión.