Cristine Bedfor, la bilbaína que creó su hotel al puro estilo 'british' y enamora a los famosos
La empresaria creó su propia «guest house» con 46 años y, ahora, cuenta con tres ‘B&B’ en Málaga, Sevilla y Mahón

Cristine Bedfor, en su hotel de Sevilla. | Cristine Bedfor
Cuando Cristina Lozano estaba un día visitando Mahón —porque quería comprar unas casas para reformar y alquilar— se topó con lo que ahora es un sueño cumplido. Porque ¿a quién no le ha pasado que ha viajado a algún lugar del mundo y no se sentido como en casa? Una sensación complicada de describir, pero que sí suele vivirse y que, sobre todo, echamos en falta en algunos hoteles, a los que sus dueños no ponen mucho cariño. Una concepción «sin personalidad» de la que ha querido huir siempre Lozano, construyendo su propio hotel boutique —que está presente en Mallorca, Málaga y Sevilla—. Y allí no es Cristina Lozano, sino Cristine Bedfor, una mujer criada en los Costwolds —la campiña inglesa— con un toque andaluz, mucho gusto y sin olvidar sus raíces vascas.
«Había dejado de trabajar momentáneamente cuando tuve a mis hijos y pensé: ‘Me he quedado obsoleta», cuenta Cristina a THE OBJECTIVE. De esta manera, la ahora empresaria dejó de lado su empleo dentro del sector de la Comunicación para cumplir un sueño que siempre estuvo ahí desde pequeña. «Me he criado en un mundo en el que mis padres siempre tenían las puertas abiertas de su casa», explica. Esto hizo que crear su propia casa abierta para todos no sorprendiera demasiado ni a sus hijos ni a su marido —quien también se dedica al mundo hotelero—. Y es que sus hoteles tienen una parte de Cristine, pero también otra de Cristina, la mujer que nació en Bilbao y algún día sueña con volver.
La historia tras Cristine Bedfor

Desde la página web de Cristine Bedfor se definen como una «guest house», siguiendo con ese toque inglés que caracteriza tanto la concepción del hotel como su decoración. «La estética es importantísima. Parte del éxito de mis hoteles es la manera de que los hemos cuidado y decorado», cuenta Cristina a este diario. Y es que, cuando se encontraba haciendo esa búsqueda en Menorca, tenía claro que, por encima de todo, iba a mantener la estética de la tierra y, sobre todo, respetar sus influencias arquitectónicas. «No me olvidé de la herencia de Mahón, pero quise combinarla con el espíritu de los B&B tan conocidos ingleses», apostilla. De esta manera, consiguió una simbiosis perfecta, entre un ambiente totalmente estiloso y acogedor.
El hotel de Mahón está perfectamente decorado, mezclando ratán, con colores crema, muebles antiguos, tapices con mucho significado y una pequeña piscina en la que todos sus huéspedes pueden disfrutar de un buen chapuzón —casi— en cualquier temporada del año. «Cada una de nuestras habitaciones tiene su propia historia. Una casa llena de espacios especiales y rincones, diseñada para que tu experiencia sea única. La isla ofrece un sinfín de cosas por hacer, pero parte de su encanto también radica en detenerse, respirar, tomar un descanso y desconectar. Por ello, nuestras habitaciones han sido diseñadas para hacer esos momentos aún más especiales. Con la comodidad y la privacidad en mente, soñamos con espacios llenos de luz, color y detalles, donde puedas disfrutar de paz y tranquilidad», explican desde su página web.
Sus hoteles en Málaga, Sevilla y Mahón inspirados en los Costwolds

Si viajamos hasta Málaga, nos encontramos con un Cristine Bedfor «inspirado en un mundo más afrancesado, de Tánger». Allí predominan los colores mediterráneos, las ventanas grandes y los estampados a rayas. En Sevilla, la cosa también cambia, porque cada uno de los hoteles tiene su propia esencia. En la ciudad hispalense, Cristina se ha ido «un poco a Andalucía», sin perder «ese toque inglés con mucho tapizado y mucho papel». Además, en todos ellos, la empresaria combina una oferta de habitaciones con lo que ha llamado su propia «cocina». Y es que todo ello constituye «un reflejo» de sí misma.
Sin duda alguna, su idea ha sido revolucionaria, ofreciendo una calidad del servicio que está en unos estándares muy altos. «Creo que, como consumidores, nos hemos vuelto menos exigentes», añade a la conversación. «Yo no quiero llegar a un hotel y que me atiendan 16 camareros ni tampoco estoy dispuesta a pagar mucho dinero por esos hoteles de superlujo», aclara. «Echaba en falta un hotel que tuviera alma, que te diera gusto estar en él y que te atendieran bien», apostilla Cristina. Y es que el lujo ahora es «poder estar cómodo en un sitio bonito y sin grandes cosas». Porque lo ideal es que «la comida sea rica, te atiendan con cordialidad y amabilidad y sentirme como en casa».
Hace un tiempo, por ejemplo, estuvo en su hotel José Luis Martínez-Almeida, quien pasó totalmente desapercibido. Disfrutó de otro de los puntos positivos del lugar que ha creado Cristina; un oasis de privacidad que se encuentra en muy pocos sitios ahora mismo en España. Por allí, aunque la empresaria no lo cuente ni ponga mucho reparo en ello, han pasado muchos rostros conocidos. «Me hubiera encantado invitar a Robert Redford», sueña la empresaria con THE OBJECTIVE. Aunque eso sí, el mundo de los influencers no es mucho «su perfil». «A mi no me importa mucho los seguidores y solo valoro lo que transmiten», explica, por lo que siempre selecciona a los mejores. Aunque eso sí, esa comunicación instantánea es algo que siempre «le ha apasionado», incluso cuando ella formaba parte de eso.
«Tienes que ser generosa con tu tiempo y tener ganas de compartir»

Si profundizamos un poco en ella, la empresaria, madre de tres hijos, se define como una «mujer culturalmente inquieta y curiosa». «Culturalemente curiosa siempre lo he sido», explica a THE OBJECTIVE. Aunque eso sí, lo de inquieta tuvo que cambiar un poco —a la fuerza—, hace unos años, cuando tuvo un accidente de esquí que le hizo bajar el ritmo. Aún así, no ha perdido esas ganas de seguir innovando y apostando por lo que realmente cree. Se lanzó al mundo de los hoteles cuando tenía 46 años, una familia y una vida profesional ya formada. «Pensé que era un poco tarde, pero si la dicha es buena…», recuerda a este diario. Ahora, según sus propias palabras, es «feliz». Porque no hay edad para cumplir metas, ¿no? Incluso aquellas que no sabías que era un sueño.
Aunque eso sí, el camino no ha sido fácil. Y es que para convertirse en una buena «host» hay que tener «dotes sociales», ya que recibir es un esfuerzo «muy agradecido». «Tienes que ser generosa con tu tiempo y tener ganas de compartir», apunta a THE OBJECTIVE. Una filosofía que la propia Cristina aplica, también, en su día a día. Y es que su casa se ha convertido en un vaivén de personas, tanto en verano como en invierno, donde son bien recibidos sus amigos, conocidos y hasta los amigos de sus hijos. «Mi casa en verano es un hotel», cuenta entre risas. A veces, eso sí, le cuesta desconectar, sobre todo porque su marido se dedica al mismo mundo. «Hablamos bastante de trabajo y él trabaja en su compañía y me ayuda muchísimo; tiene mucha ilusión por el proyecto», cuenta Cristina.
Su futuro, por el momento, lo tiene bastante claro. Su presente más inmediato tiene como objetivo «parar un poco» y continuar abriendo hoteles por «el norte de España». «En todos los sitios encuentro que falta un sitio como el mio y, por eso, me encantaría descubrir Italia», explica a THE OBJECTIVE. Su jubilación la visualiza —en algo más de una década— en su tierra, en el norte. Y es que, además, cuenta con un gran relevo generacional; tanto sus sobrinas como sus hijos están dispuestos a seguir con la idea que Cristina un día soñó e hizo realidad.