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La vida «de poema» de Luis García Montero junto a Almudena, dos hijas y un 'adiós' discreto

El escritor vivió la muerte de su mujer desde la tristeza y apoyado en su familia, especialmente en sus hijas, Elisa e Irene

La vida «de poema» de Luis García Montero junto a Almudena, dos hijas y un ‘adiós’ discreto

Luis García Montero junto a Almudena Grandes. | Gtres

El 27 de noviembre de 2021, la escritora Almudena Grandes murió tras no poder superar un cáncer que le habían diagnosticado un año y medio antes. Para Luis García Montero, ese fue uno de los momentos más complicados de su vida y en el que comenzó a vivir una etapa para la que no estaba preparado. «Cuando un nosotros se deshace porque uno de los dos muere, el otro es un muerto que queda en pie y que tiene que volver a la vida», afirmó, al tiempo de marcharse el amor de su vida. Y es que Luis y Almudena, aunque vivieron un amor tardío, supieron siempre que estaban hechos el uno para el otro, cuidando, día a día, una relación que se hizo muy estrecha con el paso del tiempo.

Luis García Montero nació en Granada, España, en 1958. Hijo de una familia de clase media vinculada al mundo académico, creció en un ambiente donde la educación y la cultura tenían un papel central. Desde joven mostró una profunda sensibilidad literaria y una inclinación por la poesía, influido tanto por la tradición clásica como por la vida cotidiana de su entorno andaluz. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, donde pronto se destacó por su talento y su compromiso intelectual. En esa misma institución obtuvo su doctorado en Filología Hispánica con una tesis sobre Rafael Alberti, titulada La norma y los estilos en la poesía de Rafael Alberti, que más tarde se convirtió en un libro de referencia en los estudios literarios contemporáneos.

La carrera de Luis García Montero en la poesía

Luis García Montero Instituto Cervantes
Luis García Montero, en una imagen de archivo. | EP

Durante sus años universitarios, García Montero comenzó a desarrollar un pensamiento literario propio, basado en la idea de que la poesía debía hablar desde la experiencia humana, no desde el aislamiento estético. Este enfoque marcaría toda su obra posterior. Su carrera literaria no comenzó hasta los 80 cuando se estaba produciendo un momento de renovación cultural en España tras la dictadura franquista. Formó parte de una generación de escritores que querían reconciliar la poesía con la realidad social, sin renunciar a la belleza formal. Publicó su primer libro, Y ahora ya eres dueño del puente de Brooklyn (1980), en una edición modesta, pero que ya mostraba su voz: una poesía urbana, irónica, cercana, con influencias tanto del romanticismo como de la narrativa moderna.

El movimiento Poesía de la experiencia, sin duda alguna, marcó su creación literaria. La Poesía de la experiencia fue un movimiento crucial en la poesía española de finales del siglo XX. Frente a la poesía hermética o puramente estética, este grupo —integrado por autores como Felipe Benítez Reyes, Javier Egea, Jon Juaristi y Vicente Gallego— defendía una poesía comunicativa, con tono narrativo, que hablara de las emociones y los conflictos del ciudadano contemporáneo. Es más, Luis García Montero se convirtió en la persona de referencia en este movimiento, erigiéndose como su principal teórico y la figura más reconocible. Su poesía se caracteriza por un lenguaje claro, irónico y emotivo, donde se entrelazan la vida cotidiana, el amor, el paso del tiempo y la conciencia crítica. No renuncia a la musicalidad ni al simbolismo, pero siempre los pone al servicio de la comunicación.

Su historia de amor con Almudena Grandes

En los años 90, el escritor alcanzó su madurez literaria. Su libro Habitaciones separadas le valió el Premio Nacional de Poesía en 1994 y se considera una de las obras más emblemáticas de la poesía española contemporánea. En él, el poeta reflexiona sobre la identidad, la soledad, la convivencia amorosa y el desencanto, utilizando un tono confesional pero sin perder la conciencia social. Además de su labor literaria, Luis García Montero ha tenido siempre una fuerte vocación cívica y política. Militante de izquierdas, ha defendido públicamente los valores de la libertad, la justicia social y la educación. Ha sido profesor de Literatura Española en la Universidad de Granada, y desde ese rol ha influido en varias generaciones de estudiantes y escritores. Su labor docente combina el rigor académico con la pasión por la palabra, buscando siempre transmitir la literatura como una forma de conciencia crítica.

Almudena Grandes y Luis García Monteros mantuvieron una sólida relación.

En 2018 fue nombrado director del Instituto Cervantes, la institución pública encargada de la promoción del idioma español y la cultura hispánica en el mundo. Desde ese cargo ha impulsado una visión moderna, plural y abierta del español, fomentando la diversidad lingüística de los países hispanohablantes y el diálogo entre culturas. Uno de los aspectos más conocidos de la vida de Luis García Montero es su relación con la también escritora Almudena Grandes, con quien compartió más de tres décadas de vida. Se conocieron en los años ochenta y se convirtieron en una de las parejas más admiradas de la cultura española.

Sus dos hijas, Elisa e Irene

Su historia de amor, además, puede considerarse com una de las más bonitas, sinceras y admiradas. Luis García Montero y Almudena Grandes se conocieron en Madrid, a finales de los años ochenta, en un momento en el que ambos ya despuntaban en sus respectivas trayectorias. Almudena acababa de alcanzar un enorme éxito con su primera novela, Las edades de Lulú (1989), que había ganado el Premio La Sonrisa Vertical y escandalizado y fascinado a la vez al público español por su tratamiento abierto de la sexualidad femenina. Su primer encuentro fue casual, en un círculo de amigos comunes relacionados con la literatura. Ambos eran andaluces —ella nacida en Madrid pero con raíces en Málaga, él granadino—, compartían una visión del mundo progresista y una pasión por la palabra. Desde ese primer momento hubo una conexión profunda, una afinidad que trascendía lo intelectual.

Almudena Grandes y Luis García Montero junto a Elisa. | Redes sociales

No eran una pareja convencional. Ambos tenían personalidades fuertes, independientes y creativas, pero encontraron en el otro un equilibrio. Ella, apasionada y directa; él, reflexivo y sereno. Juntos construyeron un hogar lleno de libros, debates, música y amigos, donde la literatura y la política eran parte natural de la vida cotidiana. Almudena contó, en alguna que otra ocasión, que aprendió a vivir «en un poema», mientras que Luis afirmó que ella le había enseñado a «mirar la vida con pasión». Luis, por su parte, dedicó varios poemas a Almudena a lo largo de los años. En Completamente viernes (1998), uno de sus libros más conocidos, el amor cotidiano es el hilo conductor de los versos, así como el deseo, la complicidad y la ternura de las rutinas compartidas. Muchos lectores identificaron en esos poemas la voz enamorada de quien vive con una mujer fuerte y luminosa.

Juntos tuvieron una hija, Elisa, que se sumó a otra hija anterior de Luis, Irene, y un hijo de Almudena, Mauro. La muerte de Almudena Grandes en 2021 fue un golpe profundo para toda la familia. Luis García Montero ha hablado en varias ocasiones del papel que sus hijas jugaron durante ese proceso: fueron su sostén, su consuelo y su fuerza para seguir adelante. En entrevistas posteriores, García Montero contó que aquellos meses fueron los más duros pero también los más intensos de su vida: una mezcla de dolor, amor y gratitud. Siguieron compartiendo lecturas, películas, conversaciones y silencios hasta el final.

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