Fito Cabrales, más allá de la música: trabajó en un club de alterne, adicciones, su mujer y tres hijos
El cantante acude, esta noche, a ‘La revuelta’, para presentar su nueva música y hacer un repaso a su carrera

Fito Cabrales, en una imagen de archivo. | Gtres
Fito Cabrales está de estreno. El icónico e histórico cantante ha publicado su nuevo disco, con el que está dispuesto a colarse en la lista de los más escuchados. Además, esta noche, Fito acude a La revuelta para hacer promoción de su nuevo proyecto y, también, para hacer un recorrido sobre su vida personal y profesional. Adolfo «Fito» Cabrales Mato nació en octubre de 1966 en el barrio de Zabala en Bilbao. Durante su infancia y adolescencia vivió también en localidades como Laredo (Cantabria) y Málaga antes de volver definitivamente al País Vasco. Su entorno familiar era modesto, su barrio de origen era obrero, vinculado al paisaje industrial y portuario de la ría del Nervión.
En su juventud trabajó como camarero en un club de alterne de la calle Las Cortes —conocida como La Palanca— en Bilbao, cuyo dueño era su padre. Estas vivencias de la calle, los bares, el ambiente nocturno y las personas que frecuentaban esos lugares marcarían muchas de sus letras posteriores. Fue en los años 80 cuando Fito comenzó a darle forma a su trayectoria musical. Así, en 1989, se unió con Iñaki «Uoho» Antón, Juantxu «Mongol» Olano y Jesús «Maguila» García para formar la banda Platero y tú. Su primer álbum, Voy a acabar borracho (1991), supuso el inicio de un proyecto que pronto sería un referente del rock urbano en España.
Los inicios de Fito Cabrales
Con Platero y Tú, Fito abrazó un sonido de rock’n’roll directo, sin artificios, inspirado por bandas como Leño, AC/DC, The Rolling Stones, y por la noche, los bares, el ambiente de barrio. Durante los años 90, además, la banda cosechó éxito, colaboración con otros artistas del rock español, giras y una fuerte conexión con su público. Mientras Platero y Tú seguía su curso, Fito comenzó a componer canciones que no encajaban del todo en ese formato. En 1997 fundó paralelamente la banda Fito & Fitipaldis para dar salida a estas canciones. Tras su disolución definitiva, Fito se volcó exclusivamente en su nuevo proyecto.
Con Fito & Fitipaldis desarrolló un sonido más amplio con rockabilly, blues, jazz, swing, además del rock clásico. Letras personales, historias de la calle, ambiente nocturno, vida cotidiana… todo ello caracterizó la propuesta. Este paso permitió a Fito evolucionar artísticamente, ampliando su público y consolidándose como uno de los nombres importantes del rock en español. El éxito comercial y artístico de Fito & Fitipaldis creció de manera importante. Por ejemplo, discos como Por la boca vive el pez (2006) alcanzaron un gran nivel de ventas y popularidad. Las giras se convirtieron en multitudinarias y ocuparon pabellones, estadios y llenaron, también, conciertos.
Su etapa más personal y sus adicciones
En su obra, Fito expresó con sinceridad vivencias personales, confesiones, noches largas, amores, adicciones, alegrías y frustraciones. Él mismo ha dicho que «hacer canciones es una prolongación de mi vida». Como muchos músicos de rock que viven intensamente la carretera, Fito tuvo también etapas difíciles. Reconoció que tuvo problemas con las drogas en épocas de su juventud. En varias entrevistas, Fito ha confesado que es «un drogadicto de por vida». Es más, admitió que hacía un esfuerzo «por no drogarse». En el plano personal, Fito es conocido por mantener su estilo sencillo, su identidad de barrio, su gorra, su cercanía. Esa autenticidad –que no intentar esconder de dónde viene– ha sido parte de su sello.
Han sido contadas las ocasiones en las que Fito se ha sincerado sobre su lado más personal. En una entrevista con La Información, el cantante confesó que, cuando componía canciones, lo hacía totalmente volcado en la música. «No sé hacerlo de 3 a 8 y compaginarlo con la vida familiar que, desde hace unos años, la antepongo bastante. No quiero dejar a mi mujer y a mis tres hijos, sobre todo a la pequeña», reconoció. Es por eso que, hace un tiempo, decidió construirse un anexo en su casa para poder componer. «Cuando escribo una canción no sé por qué la hago, igual empiezo de una forma y acaba de otra; yo lo llamo el zapping de las canciones», apostilló.
Su mujer y tres hijos
En su autobiografía Soy todo lo que me pasa, publicada en 2008, ya habla de su familia, de su infancia, y de cómo su trayectoria vital (incluyendo adicciones, música, trabajo) se conecta con su entorno familiar. Su visión sobre la pareja ha cambiado con el paso del tiempo. «¿El de pareja? Pues he cambiado de visión sobre lo que es una pareja. Cada uno tiene la relación que le da la gana, pero siempre ha habido una especie de trato, tanto por parte de la mujer como por parte del hombre, de ‘tú me perteneces’. Eso nunca lo he entendido», comentó. Además, también quiso hablar cómo llevaba su relación. «Me pregunta mi mujer, ‘¿por qué no te pones celoso nunca?’, y no, la verdad es que no, porque yo no siento que me pertenezca», apostilló.
Además, el cantante también ha hablado de sus adicciones, a las que definió como «maravillosas» para crear, hasta que eres «incapaz de funcionar sin ellas». «Uno es drogadicto de por vida, yo hago un esfuerzo por no drogarme», comentó. Durante ese periodo —y luego tras la salida de él—, las relaciones familiares, la pareja, los hijos y el entorno cercano se volvieron claves en su vida. Esto afecta cómo uno se relaciona, qué papel ocupa la pareja, qué papel ocupa la familia como sostén.