The Objective
Gente

El parecido del rey Juan Carlos con Carlos IV, su tatarabuelo bondadoso que tuvo poco mando

El Emérito comparte casi la misma apariencia con Carlos IV, un monarca débil que se tuvo que enfrentar a grandes retos

El parecido del rey Juan Carlos con Carlos IV, su tatarabuelo bondadoso que tuvo poco mando

El rey Juan Carlos y Carlos IV, en una imagen de archivo. | EP y Banco de España

El gen Borbón es uno de los más predominantes dentro de la Casa Real. Algo que podemos comprobar fácilmente si echamos un vistazo a la heredera del trono, la princesa Leonor, quien ha heredado los rasgos de la cara de su padre y de su abuelo, a quienes cada vez se parece más. Sí que es cierto que la hija mayor de los Reyes se da un aire a la reina Letizia, sobre todo por su estilo y la manera en la que viste, pero, aún así, la zona de la nariz y la forma del rostro recuerdan, de manera muy acusada, a sus antepasados Borbones.

De forma general, el rey emérito muestra un evidente linaje europeo en su fisonomía. Su rostro alargado, nariz recta y perfil definido son rasgos que se pueden rastrear en varias generaciones de la Casa de Borbón y de sus ancestros en Europa. Por ejemplo, su abuelo paterno, el conde de Barcelona, don Juan de Borbón, compartía la misma estructura ósea facial y la expresión seria y elegante que caracteriza al Rey. Además, sus ojos claros y su cabello castaño, aunque más oscuro en su juventud, recuerdan a varios miembros de la rama borbónica española y francesa.

El gran parecido del rey Juan Carlos

rey Juan Carlos regata Sanjenjo
El rey Juan Carlos cuenta con un gran parecido físico con la rama Borbón.

En cuanto a la familia materna, Juan Carlos heredó ciertos rasgos de Victoria Eugenia de Battenberg, su abuela materna, quien provenía de la familia británica y alemana. Su complexión algo alta y elegante, así como su postura, reflejan la influencia de la tradición inglesa de la realeza, que enfatizaba una figura erguida y noble. Su sonrisa, más discreta que la de algunos de sus antepasados, también puede verse en fotografías antiguas de la reina Victoria Eugenia, mostrando un rasgo familiar persistente.

Más allá de la apariencia física, hay un parecido en la manera de moverse y comportarse. Juan Carlos adoptó un porte distinguido, algo reservado, que se percibía en sus predecesores de la Casa de Borbón, especialmente en la formalidad con la que se presentaban en actos públicos. Este gesto, más que un rasgo genético, es una herencia cultural familiar, transmitida de generación en generación dentro de la realeza, donde la postura, el gesto y la forma de caminar eran elementos casi tan importantes como la apariencia.

Quién fue Carlos IV, el tatarabuelo del Emérito

Si retrocedemos varias generaciones, se pueden identificar ciertos rasgos persistentes en los Borbón y en los Wittelsbach —su familia materna indirecta—, como la forma de la frente, la mandíbula y la estructura del pómulo. Estas características no solo conectan visualmente a Juan Carlos con sus antepasados, sino que también reflejan la continuidad de la endogamia típica de muchas casas reales europeas, donde se buscaba mantener ciertos rasgos distintivos de la familia. A día de hoy, uno de sus grandes parecidos es su tatarabuelo, Carlos IV.

Carlos IV. | Colección Banco de España

Carlos IV nació el 11 de noviembre de 1748 en Portici, cerca de Nápoles, siendo hijo de Carlos III de España y de María Amalia de Sajonia. Su nacimiento lo situó dentro de la poderosa Casa de Borbón, una familia con estrechos lazos con otras monarquías europeas. Desde pequeño, Carlos estuvo rodeado de la cultura cortesana, con una educación rigurosa basada en la religión y la obediencia, típica de la monarquía española del siglo XVIII. Su familia jugó un papel decisivo en su carácter y en la forma en que ejerció la autoridad.

Un mandato lleno de retos y con poco mando

Se casó en 1765 con María Luisa de Parma, un matrimonio concertado para reforzar la alianza con la familia real francesa. El matrimonio fue fructífero en términos de descendencia, aunque no especialmente feliz en lo personal. Tuvieron numerosos hijos, entre ellos Fernando VII, quien más tarde sucedería a Carlos IV. Su relación con María Luisa estuvo marcada por la influencia de la reina, quien tuvo un papel activo en la corte y en ciertos asuntos políticos, algo que condicionó la figura de Carlos como Rey. Carlos IV era conocido por su carácter indeciso y apacible. Carecía del vigor y la determinación de su padre, Carlos III, y tendió a delegar decisiones importantes en otros, especialmente en su favorito y ministro, Manuel Godoy. Su personalidad tranquila y poco confrontativa le permitió vivir en relativa armonía familiar, pero también hizo que su reinado estuviera marcado por la dependencia de asesores y por la pérdida de control sobre la política activa del reino.

El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo. | EP

El reinado de Carlos IV estuvo lleno de desafíos. La Revolución Francesa (1789) y las guerras napoleónicas marcaron su periodo, obligando a España a navegar en un contexto europeo extremadamente turbulento. Su gobierno, a menudo percibido como débil, dependió mucho de Godoy, cuya influencia generó críticas y descontento en la nobleza y la población. La corrupción y la ineficacia administrativa, sumadas a la presión externa de Francia, condujeron a una creciente inestabilidad política que culminó con la abdicación de Carlos en 1808, en favor de su hijo Fernando VII, bajo circunstancias complejas y presionadas por Napoleón.

Históricamente, Carlos IV ha sido visto como un monarca débil, cuyo reinado fue eclipsado por su ministro Godoy y los acontecimientos internacionales. Sin embargo, algunos historiadores destacan que intentó mantener la estabilidad en tiempos extremadamente difíciles, y que su carácter pacífico evitó conflictos internos mayores dentro de España. Su reinado representó un tránsito entre la monarquía ilustrada de su padre y la crisis que vivió España con las invasiones napoleónicas.

Publicidad