Una psicóloga advierte a Silvia Intxaurrondo tras demandar a TVE: «El valor no cotiza en nómina»
La cadena pública le ha reducido el sueldo a la presentadora de más de 250.000 euros anuales a unos 45.000 euros

Silvia Intxaurrondo, en una imagen de TVE. | TVE
Silvia Intxaurrondo está muy contenta con su trabajo en La hora de La 1. Así lo demuestra día a día, cuando presenta los buenos resultados de audiencia que está obteniendo el formato de la semana. Además, tras la marcha de quien fuera su compañero, Marc Sala, la presentadora se siente cómoda, desinhibida y gasta bromas con los demás colaboradores y reporteros. Aunque eso sí, hace unos meses, se inició una inspección de Trabajo que obligó a Silvia a dejar de facturar a través de la empresa que tiene junto a su marido, Sukun Comunicación S.L., y, por ende, la cantidad de dinero que recibía al mes —en concepto de sueldo— se ha visto muy rebajado. Una situación que ha llevado a Intxaurrondo a demandar a TVE. Pero ¿cómo se gestiona tomar acciones legales en la empresa donde trabajas a nivel mental?
En THE OBJECTIVE hemos hablado con la psicóloga Carmen Durang, quien nos ha dado las claves de las consecuencias de la demanda en la esfera más personal. «Demandar a quien te paga no es solo un acto legal; es un terremoto interno. Silvia Intxaurrondo lo ha hecho mientras sigue presentando su programa cada mañana en Televisión Española. Un gesto que la convierte, sin querer, en símbolo de un conflicto mucho más profundo: el valor que generas frente al precio que te ponen», apostilla la psicóloga. Esto, sin duda, se trata de una «fractura invisible».
«¿Me estaré pasando o por fin me estoy respetando?»

«Por fuera sigues cumpliendo, pero por dentro se libra una batalla entre la lealtad profesional, la autoestima y el miedo a las consecuencias», cuenta Carmen Durang. Y es que, aunque el cuerpo «pueda seguir en un plató», lo cierto es que la mente, en ese momento, «entra en juicio». «¿Me estaré pasando o por fin me estoy respetando?», plantea la psicóloga. Y es que «cuando alguien reclama lo que considera suyo» en un entorno donde aún trabaja, se enfrenta a «tres duelos psicológicos». «El primero: el de la identidad profesional. Pasas de ser ‘parte del equipo’ a convertirte, sin querer, en ‘el problema’. El segundo: el de la coherencia interna. Exiges justicia, pero te sigues vistiendo cada mañana para servir al mismo sistema. Y el tercero: el del miedo a perder el lugar. Porque incluso cuando tienes razón, el entorno tiembla y las miradas cambian», aclara Durang.
En en el fondo, «esto no va solo de un contrato ni de cifras». Va, más bien, del «precio emocional de sostener tu valor en un entorno que intenta redefinirlo». «Ella defiende que sus funciones no han cambiado, solo el modo en que la clasifican. Pero esa diferencia es el espejo de una pregunta universal: ¿cuánto vale realmente tu entrega cuando el sistema decide cuánto puede pagar, no cuánto mereces? En tiempos donde todo se mide en cifras y audiencias, recordar que el valor no siempre cotiza en nómina es casi un acto de resistencia», explica la psicóloga.
«¿Cuánto vale realmente tu entrega cuando el sistema decide cuánto puede pagar, no cuánto mereces?»
Esta situación, sin duda alguna, ha revolucionado todos los aspectos de la vida de Intxaurrondo. «Y quizá por eso este caso nos toca más de lo que parece porque todos, en algún momento, hemos sentido que damos más de lo que nos reconocen. Algunos callan. Otros lo llevan a los tribunales. Pero todos sabemos lo que duele tener que demostrar el propio valor mientras sigues cumpliendo tu trabajo con la misma pasión», apostilla Carmen Durang. Y es que, a veces, el conflicto «no nace del dinero», sino del «significado» que le damos. «Cuando el sistema reduce tu salario, lo que hiere no son las cifras, sino el mensaje implícito: ‘vales menos ahora’. Y ahí se activa algo profundo: la necesidad de reconocerse aunque el entorno no acompañe», añade la psicóloga.

Esa es la frontera «entre el precio y el valor». «El precio lo marca el mercado; el valor lo decide la conciencia. El primero se negocia. El segundo se demuestra. Y cuando alguien se atreve a defenderlo, incluso dentro de la institución que lo emplea, no está rompiendo la lealtad: está restaurando el respeto. Porque hay batallas que no se libran contra una empresa, sino contra la costumbre de rebajarse para no incomodar. El resultado judicial aún está por verse. El emocional, ya está en marcha», concluye Carmen Durang. Pero ¿qué ha pasado realmente entre Silvia Intxaurrondo y RTVE?
Por qué Silvia Intxaurrondo ha decidido demandar a RTVE
Como decíamos, Silvia Intxaurrondo tenía un contrato con RTVE a través de su empresa, Sukun Comunicación S.L., lo que se configuraba como una relación mercantil —no como empleada directa—. En ese contrato mercantil, percibía mucho más dinero; su retribución iba hasta los 269.757 € al año —182.000 € por dirección + presentación + otros 87.757 € extra—. Además, ese contrato le daba una gran autonomía editorial; según el acuerdo, ella tenía responsabilidad para definir el contenido de sus intervenciones con total independencia. Fue la pasada primavera cuando se abrió una investigación por parte de la Inspección de Trabajo. Según su conclusión, la relación entre RTVE y Silvia no era puramente mercantil. Se advirtió de una posible «falsa relación de autónomo» porque, en la práctica, ella trabajaba bajo condiciones similares a las de una empleada por cuenta ajena —horario fijo, medios de RTVE, etc.—.
Por eso, RTVE tuvo que darla de alta en la Seguridad Social como trabajadora por cuenta ajena. Y, además, le ofrecieron un nuevo contrato; ya no como autónoma-empresa, sino como «personal no fijo» bajo el convenio colectivo de RTVE. Con el nuevo contrato laboral, su salario se redujo muchísimo; de los casi 270.000 € anuales que tenía, pasó a unos 45.000 € al año, según sus reclamaciones. También perdió otros beneficios que tenía antes: por ejemplo, ya no tendría el vehículo de empresa para desplazamientos, y se ha reportado que su nuevo contrato no reconoce la antigüedad. Además, dijo adiós a la autonomía editorial plena que tenía antes, porque ahora debe regirse por el Código Ético de RTVE y las normas de estilo corporativas, lo que limita su libertad para definir el contenido de sus intervenciones.
Qué es lo que reclama la presentadora

Silvia Intxaurrondo considera que este cambio ha sido injusto y unilateral por parte de RTVE: argumenta que aunque su contrato ha cambiado, sus funciones reales —presentar y codirigir La hora de La 1— siguen siendo las mismas. Por eso, en su demanda exige que se reconozcan las condiciones que tenía en su contrato anterior —económicas y profesionales—, o al menos algo parecido; reclama mantener un salario similar al anterior y también los «beneficios logísticos y profesionales» que tenía —autonomía, medios, etc.—. Además, considera que esta modificación vulnera «derechos adquiridos» por el acuerdo mercantil original.
Este caso es importante no solo para ella: podría sentar un precedente en RTVE sobre cómo se contrata a presentadores «estrella» o colaboradores externos. Algunos sindicatos del ente público ya han señalado que la regularización de «falsos autónomos» es un tema relevante, por lo que el resultado del juicio podría tener implicaciones más amplias para otros profesionales. La demanda ya ha sido presentada mediante un despacho especializado en derecho laboral. Es más, la vista judicial está prevista para la primavera de 2026.
