El rey Juan Carlos I se confiesa antes de sus memorias: «No hubo un golpe el 23F, sino tres»
El rey emérito ha concedido una entrevista al diario francés ‘Le Figaro’ en vísperas de la publicación de su biografía

El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo. | EP
A punto de publicar sus memorias —a cargo de Laurence Debray— Juan Carlos I ha roto su largo silencio en una entrevista concedida al diario francés Le Figaro. Desde su exilio en Abu Dabi, el rey emérito habla sin filtros sobre su pasado, sus errores y el papel que atribuye a la monarquía en España. «Tengo la sensación de que me han robado el relato de mi vida», confiesa. «Quiero recuperarlo». Esa voluntad de reivindicación atraviesa toda la conversación.
El exmonarca pone el foco en su papel durante la Transición, etapa en la que considera que la corona cumplió una función decisiva. «¿Para qué puede servir un rey en estos tiempos? Para equilibrar y templar», asegura, recordando que supo dialogar con todas las sensibilidades políticas, «desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda», incluso con aquellos «que tenían sangre en las manos». Afirma que su carácter le llevó a tratar a cada interlocutor «humanamente, no solo desde un punto de vista político», una cualidad que, según dice, fue «útil» para España y contribuyó a evitar una nueva guerra civil.
Esa visión se refleja en uno de los episodios que relata en sus memorias: el contacto con Santiago Carrillo, líder comunista durante el franquismo. Juan Carlos cuenta que envió un mensaje al dirigente a través del presidente de la Rumanía comunista, Nicolae Ceaușescu: «No desencadenen una guerra civil tras la muerte de Franco, denme tiempo para legalizarlos». Carrillo aceptó, y el 9 de abril de 1977 el Partido Comunista fue legalizado, un hito que cambió el rumbo de la política española.
Su reflexión alcanza también la figura de Francisco Franco. Con una respuesta que evita el maniqueísmo, afirma: «¿Por qué mentir, si fue una persona que me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?». No oculta la presión que sintió en los primeros años del reinado: «Durante dos años tuve todos los poderes. El poder de indultar o de firmar una pena de muerte. No tuve que hacerlo, gracias a Dios, porque en ese momento, si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado».
«Quería a Armada y me traicionó»
En el relato del golpe del 23F vuelve a aparecer la tensión de aquella época. Juan Carlos recuerda con detalle la traición de quien había sido su hombre de confianza, el general Alfonso Armada. «No hubo un solo golpe, sino tres: el de Tejero, el de Armada y el de los políticos cercanos al franquismo», explica. «Alfonso Armada estuvo 17 años a mi lado. Lo quería mucho, y me traicionó». Aquel día, vestido de capitán general, fue él quien apareció en televisión para exigir la lealtad del Ejército.
Esa comparación entre el pasado y el presente lo lleva a lamentar el deterioro del clima político actual. «Fue una época en la que la izquierda, y en particular el Partido Comunista, respetaba las instituciones del Estado… Lamento que cierto espíritu político, llamado ‘espíritu de la Transición’, se haya perdido en detrimento de España y de sus intereses». Esa idea, insiste, es el hilo conductor de su libro: la reconciliación como sustento de la democracia. «No hay democracia sin reconciliación. La nuestra no cayó del cielo. Fue fruto del diálogo entre enemigos históricos».
Pero las memorias no se limitan a la reivindicación. También llegan las sombras. Juan Carlos reconoce que aceptar dinero de Arabia Saudí fue «un grave error» y califica la cacería de Botsuana en 2012 como «un error estúpido». Sobre el caso Corinna Larsen afirma que fue «una relación privada nunca debería haber tenido consecuencias públicas tan desproporcionadas». Desde Abu Dabi, admite la distancia con su familia y explica su salida de España en términos de protección: «Lo hice por protegerle», dice sobre Felipe VI. «Creí que serían unas semanas, y han pasado ya más de cuatro años».
ETA y Francia
Otro capítulo decisivo de su relato es el terrorismo vasco de ETA. «Fue una herida que duró décadas y que no se comprende bien desde fuera», asegura. Por eso le reprocha al entonces presidente francés Valéry Giscard d’Estaing que no colaborara lo suficiente: «Los terroristas encontraban refugio en Francia y él no hacía mucho por ayudarnos».
La anécdota más reveladora la cuenta en torno al Toisón de Oro, la más alta condecoración española. Giscard, durante una visita a Zarzuela, al ver los retratos de Alfonso XIII y don Juan ceñidos con el collar, le dijo: «Yo también debería recibirlo, soy descendiente de Luis XV». En cambio, años después, sí decidió entregárselo a Nicolas Sarkozy, «en agradecimiento por la ayuda decisiva que dio a España en la lucha contra ETA».
«Tendré que comprar un escudo»
Entre la nostalgia y la ironía, encuentra espacio para hablar de su pasión por la vela, una metáfora recurrente en su vida. «Tenía una brújula, pero no un plan». Y aunque su presencia pública es mínima, mantiene un vínculo con sus raíces marítimas: «Cada vez que vuelvo a Galicia, me siento el rey de los mares», asegura orgulloso aún de su barco El Bribón.
Consciente de que su versión no dejará indiferente a nadie, anticipa la reacción: «Me van a atacar, tendré que comprar un escudo», bromea con el entrevistador. Pero insiste en que ya no piensa guardar silencio. Su intención, explica, es cerrar el círculo de su vida con su propia voz. Concluye con una advertencia cargada de simbolismo: «Nuestros demonios han vuelto».
