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Carme Chaparro y la presión en la televisión: «En los baños de señoras lloramos todas»

La presentadora de televisión ha reflexionado sobre la «trituradora de personas» que es la industria del entretenimiento

Carme Chaparro y la presión en la televisión: «En los baños de señoras lloramos todas»

La periodista y escritora Carme Chaparro en una imagen de archivo. | | Europa Press

Carme Chaparro sigue fuera de los platós de televisión pero sueña con volver dentro de poco. Lleva nueve meses descansando y tratando su enfermedad, a la que no ha querido poner nombre de forma pública, y contando los días para regresar a su hogar en Telecinco. Hace unos días volvió a ingresar en el hospital y compartió en su cuenta de Instagram una frase que define esta difícil experiencia: «Un día más. Un día menos». El tratamiento parece estar teniendo sus frutos porque acaba de reconocer en una entrevista con El país que vuelve a tener fuerzas para, al menos, atender a los medios que se preocupan por su estado.

Ha aprovechado esta conversación con el medio citado para desvelar su relación con la industria de la televisión. «La enciendes y ves brillo, pero detrás hay mucha presión y sufrimiento», ha expresado. Los buenos momentos, en los que siente que ha cumplido un sueño, suelen solaparse con otros de tensión e inseguridad. La salmantina ha destacado dos puntos de incertidumbre que, según ella, controlan el paso de todas las mujeres por las cámaras: «Presión por las audiencias, presión por la imagen». En sus propias palabras, «yo soy mujer, tengo 52 años y pasé hace poco por una menopausia en la que engordé casi 15 kilos. De repente tuve que volver a ponerme delante de la cámara y no me atrevía a verme».

Carme Chaparro
Carme Chaparro en el plató de Telecinco

Una generación de mujeres periodistas

Carme Chaparro ha generalizado esta experiencia con la mención de otras mujeres que también han triunfado. «Soy de una hornada de presentadoras en la que estaban Helena Resano, Letizia Ortiz… Cuando empezamos, nos percibían como mujeres florero. Éramos chicas jóvenes junto a presentadores mayores. Vimos lo que les pasó a las mujeres que iban delante de nosotras, como Julia Otero, Àngels Barceló u Olga Viza». No fue falta de talento, dice, sino el peso de un negocio que valora la estética: «Todas ellas son grandes profesionales y, de repente, dejaron de tener hueco en pantalla. Las pusieron en la radio, donde no se las veía. Nosotras estamos empezando a romper un poco eso, pero todavía nos falta mucho».

Sus palabras hacia la reina Letizia, que presentó el telediario en TVE hasta 2003, son de reconocimiento y empatía. Carme afirma que la mujer del rey Felipe VI siente una presión «brutal» por su imagen. «Yo no sé cómo ha podido resistir todos estos años. Ya en la pedida, la gente estaba más pendiente del traje que llevaba que de lo que estaba diciendo. Esa presión ahora también se esparce sobre sus hijas», cuenta la periodista. El trabajo que ha hecho la rena durante estos más de 20 años en el ojo público ha conseguido mitigar esa tendencia agresiva de la industria. «Letizia ya ha superado esa presión, pero escuchar ahora todo lo que dicen de sus hijas tiene que ser terrible y horroroso».

Letizia y Urdaci, en su etapa como presentadores de TVE.
Letizia y Urdaci, en su etapa como presentadores de TVE. | Gtres

Carme Chaparro sobrevive a la televisión

«Si estoy aquí», dice la salmantina, «es que soy una superviviente de esa trituradora». En estos meses de descanso profesional, «me he dado cuenta de muchas de las cosas que han pasado, de lo que he vivido, y del sufrimiento de muchos compañeros» Ha plasmado algunas de ellas en su novela Venganza, que a pesar de su dureza «son reales». «En los baños de señoras de la tele lloramos todas. He visto llorar a muchas compañeras en los baños de la tele y también he visto a compañeras decir: ‘¿Alguien tiene un Lexatin, por favor, que si no no puedo seguir hoy adelante?‘».

Otra de las experiencias que Carme Chaparro ha resaltado en la entrevista es la fragilidad del éxito en la televisión. Ha explicado que «en todas las teles hay villanos de novela. Esos villanos se alimentan de la presión por los índices de audiencia. Se cargan un programa por media décima de audiencia». Esta tensión puede verse recompensada con unos beneficios que a Carme le parecen insuficientes en comparación: «Salir en la tele da cosas muy golosas: te reconocen, te invitan a sitios, te regalan cosas, te alimentan el ego… Al final, te crees que te van a valorar por los microsegundos que sales en pantalla».

«La ‘tele’ es una trituradora de personas»

Carme Chaparro ha estado frente a las cámaras de televisión desde 1998. En este tiempo ha aprendido a percibir su valor independientemente de las audiencias y de su imagen. «Yo no me defino por los minutos que salgo en antena y eso es un trabajo que he tenido que hacer durante mucho tiempo», ha confesado. Es un ejercicio que «creía que lo tenía claro», pero que en este último año ha tenido que reforzarlo con la ayuda un psiquiatra y una psicóloga. «Hace poco un presentador salió de un programa exitoso. Yo no entendía por qué lo dejaba y se lo pregunté. Me respondió: ‘Me he dado cuenta de que la tele es una trituradora de personas’».

Esta cara negativa de la televisión tiene su peso y su efecto negativo en la salud de muchas compañeras de Carme, pero no deja de ser parte de su sueño de la juventud. A sus 52 años sigue «soñando con volver» cuando la salud se lo permita. Lo del ‘sueño’ es literal, y es que la periodista tiene pesadillas por las noches sobre regresar a una redacción. «Sueño mucho con la tele, pero, al final, nunca consigo llegar al plató, no consigo hacer mi trabajo. Hay algo que siempre se tuerce. Anoche, por ejemplo, tenía las manos llenas de aceite y no podía escribir en el teclado», ha contado.

El futuro incierto de la industria

Desde su punto de vista, «la tele tiene un problema importante: no sabe cómo definirse. ¿Qué es televisión ahora?». Parte de la inestabilidad del trabajo del presentador de televisión se basa en esta cuestión. Ha explicado que «cuando era pequeña, era como el fuego en los antiguos poblados medievales: toda la familia se sentaba alrededor de ella. Era el lugar de encuentro. Ya no lo es. Ningún directivo tiene la clave de qué puede funcionar ahora». En su novela ha tratado de explicar a la audiencia la realidad actual en este sector, «que la gente supiera lo que hay detrás de este medio». El libro ya está disponible en librerías, aunque esta vez Carme no espere la aprobación de los lectores, sólo la de su marido, Bernabé Domínguez, y la de sus hijas, Laia y Emma.

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