El rey Juan Carlos carga contra Marichalar y le culpa de la «vida desvergonzada» de Froilán
En sus memorias, el Emérito se ha deshecho en halagos hacia su nieto, a quien confiesa que es la luz de sus días

El rey emérito junto a Froilán, en una imagen de archivo. | Gtres
El rey Juan Carlos sigue dando que hablar con sus memorias. El Emérito ha publicado, este mismo 5 de noviembre, su biografía en Francia de la mano de Laurence Debray, en la que se ha sincerado sobre distintos aspectos de su vida personal. Así, el que fuera rey de nuestro país ha mencionado su relación con la reina Letizia y, también, el amor que sigue sintiendo por la reina Sofía, a pesar de todo. Además, el monarca ha tenido momento de valorar su estancia en Abu Dabi y no ha escatimado en halagos para su nieto, Froilán, de quien ha hablado ampliamente.
«El divorcio de sus padres y una cierta falta de autoridad paterna le condujeron a una vida desvergonzada», ha explicado Juan Carlos. Y es que Froilán es una satisfacción que «ilumina el día a día». Y, además, ha confesado que, durante un momento concreto de su vida, «alimentaba la crónica de sucesos con un comportamiento poco ejemplar. Iba de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca, metiéndose en peleas y con malas compañías». Ahora, en Reconciliación, el rey emérito ha confesado que se reunió con Froilán para darle un «sermón» sobre el estilo de vida que llevaba.
Qué ha dicho el rey emérito sobre Jaime de Marichalar

Al poco tiempo, el rey Juan Carlos, como recogen en El Español, le propuso a su nieto que se fuera vivir, junto a él, a Abu Dabi. De esta manera, no solamente podía controlar lo que hacía sino que, también, estaba bajo su batuta. Así, el Emérito ha confirmado que se ofreció a ayudarle a «encontrar trabajo y un apartamento». «En un día se acomodó a una vida sana y recta. Empezó a hacer deporte y régimen. Se dedicó intensamente a su trabajo. Se ocupaba de la logística de la COP28. Era el primero en llegar al despacho y el último en marcharse», apostilla Juan Carlos, indicando que, antes de ese cambio de vida, se acostaba a las siete de la mañana.
En todo momento, el Emérito pone en el foco el «tiempo récord» en el que el joven sufrió una metamorfosis. «Le acogí bajo mis alas y le di un marco estable y la oportunidad de construirse un destino. Ha tomado su impulso y su camino con total independencia», ha escrito. Confirmando que, gracias a este cambio de vida, había evitado «una preocupación a la Corona y haber ayudado a la familia». Además, ha apostillado que suele hablar con él de forma frecuente, se confiesan sobre su lado más personal y habla con él sobre cocina. «Mi papel era antes ocuparme de los demás. Ahora es él quien se preocupa por mí. Los papeles se han cambiado. Su compañía me alegra y su amabilidad me emociona. Pese a las vicisitudes de la Corona seguimos siendo una familia», añade.
Se deshace en halagos hacia su nieto Froilán
Aunque se deshace en halagos a su nieto Froilán para quien no tiene palabras muy bonitas es para Jaime de Marichalar, el que fuera su yerno. «El divorcio de sus padres y una cierta falta de autoridad paterna le condujeron a una vida desvergonzada (…) Alimentaba la crónica de sucesos con un comportamiento poco ejemplar. Iba de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca, metiéndose en peleas y con malas compañías», ha contado el rey emérito. Lo cierto es que la relación entre Jaime de Marichalar y el Emérito nunca fue especialmente fluida y, desde el divorcio de su hija, esta fue casi inexistente.

Es más, en todos estos años, su relación ha sido larga, compleja y marcada por distintos momentos de cercanía, respeto y posterior distanciamiento. Desde que Marichalar se integró en la familia real española a mediados de los años noventa, su vínculo con el entonces monarca fue inicialmente cordial y estrecho, especialmente por la confianza que el Rey depositó en él al casarse con su hija, la infanta Elena. Jaime de Marichalar, aristócrata navarro perteneciente a una familia con tradición y conexiones en la nobleza española, contrajo matrimonio con la infanta Elena en 1995 en la catedral de Sevilla. En los primeros años del matrimonio, Juan Carlos I valoró en Marichalar su elegancia, su formación y su perfil discreto y diplomático. Ambos compartían aficiones —como la caza o la vida social de alto nivel— y el yerno era bien recibido en los entornos monárquicos. Durante ese tiempo, Marichalar representó a la familia real en varios actos oficiales y mantuvo un papel visible, siempre con el beneplácito del monarca.
Cómo ha sido la relación entre Marichalar y Juan Carlos I
Con el paso del tiempo, sin embargo, la relación entre ambos se fue enfriando. A comienzos de los años 2000, Jaime de Marichalar empezó a reducir su actividad institucional debido a problemas de salud, y su figura fue perdiendo peso dentro de la familia real. La crisis matrimonial con la infanta Elena terminó por deteriorar los vínculos. En 2007 se anunció su separación, y en 2010 el divorcio fue oficial. Aquello supuso también un distanciamiento evidente entre Marichalar y el rey Juan Carlos, que mantuvo su apoyo a su hija y trató de preservar la imagen pública de la institución.

Aun así, la relación entre ambos nunca fue abiertamente conflictiva. Se ha hablado en varias ocasiones que su relación se concibe más bien como una relación de respeto formal, sin trato cotidiano, pero tampoco con animadversión. Marichalar ha seguido mostrando una actitud prudente y reservada, evitando comentarios públicos sobre la Casa Real o su exsuegro. En los actos familiares más importantes, como las comuniones o graduaciones de sus hijos, ha coincidido con el rey emérito y con el resto de la familia, siempre manteniendo una actitud educada y distante.
En la actualidad, Jaime de Marichalar y el rey Juan Carlos I no mantienen una relación cercana, pero sí un vínculo cordial, marcado por los lazos familiares y el respeto mutuo. Marichalar sigue formando parte del entorno más discreto de la aristocracia española y mantiene un perfil bajo, centrado en sus actividades profesionales en el ámbito del lujo y la moda. Por su parte, el rey emérito reside en Abu Dabi, y su contacto con Marichalar se limita a ocasiones familiares muy puntuales. Aún así, cabe destacar que tanto Victoria Federica como Felipe Juan Froilán mantienen una relación muy muy estrecha con su abuelo, a quien visitan siempre que pueden.
