La llamativa escultura de un precipicio que Juan Carlos I tiene en el salón: «Me gusta lo que dice»
El monarca reside, desde hace cinco años, en la isla privada Zaya Nurai, donde le visitan muy pocas personas

El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo. | Gtres
El rey Juan Carlos lleva ya cinco años viviendo en una isla en Abu Dabi. El Emérito reside allí gracias a sus amigos, quienes le consiguieron un hogar lejos del centro de la ciudad y, sobre todo, rodeado de mucha privacidad. Hasta allí han llegado poquísimas personas. Aunque eso sí, con la publicación de sus memorias, ha sido la revista ¡Hola! la que se ha trasladado hasta su residencia para entrevistar al Emérito y conocer, un poco más, cómo es su día a día en ese exilio elegido.
Lo que más llama la atención es que el rey Juan Carlos, en su residencia, está solo. Sí que es cierto que le acompaña su círculo más cercano y, también, las infantas Elena y Cristina varias veces al año. Junto a él reside un loro, que no habla y que tiene una cresta de lo más característica con una cresta en amarillo y rojo, «representando la bandera de España». En España tuvo que dejar a sus perros, que se quedaron al cuidado de su mujer, la reina Sofía, en Zarzuela, quien es una gran apasionada de los animales.
Un retrato suyo y una escultura de un hombre en un precipicio
También, en la revista ¡Hola!, hablan de aquellos elementos que decoran su maravillosa casa. Entre ellos, unos bonitos olivos, debajo de los que posa el Emérito, que fueron traídos directamente desde España. Para que el rey Juan Carlos no eche tanto de menos su tierra. Además, en el salón, el rey Juan Carlos tiene un «retrato suyo de civil, en tonos beige y blanco, firmados por Hernán Cortés Moreno». A su lado, está dedicado un espacio a una escultura «vibrante», al estilo Giacometti, de Lorenzo Quinn —hijo del actor— que representa a un hombre «al borde del precipicio». «Me gusta lo que dice sobre la vida», confesó el propio rey Juan Carlos a la revista ¡Hola!
Tras abandonar España en agosto de 2020, Juan Carlos I se trasladó a los Emiratos Árabes Unidos, en concreto al emirato de Abu Dabi. Su domicilio está situado en la isla privada de Zaya Nurai Island, una pequeña isla frente a la costa de Abu Dabi a la que sólo se puede acceder en barco o por vía marítima, lo que asegura un alto grado de privacidad. Este entorno permite al emérito residir fuera de España, con régimen fiscal diferente, y al mismo tiempo mantener conexiones con el país. La vivienda de Juan Carlos I en Zaya Nurai destaca por su lujo y amplitud. Es más, tiene unos 1.050 metros cuadrados construidos sobre una parcela de aproximadamente 4.100 a 4.150 metros cuadrados.
Así es el salón del rey Juan Carlos en Abu Dabi

Está distribuida en dos plantas, cuenta con seis dormitorios, siete baños, grandes salones, una piscina orientada al mar, y zona de playa privada. En su interior cuenta con espacios de ocio como sala de cine, sala de billar o futbolín, lo que añade componentes de confort y recreo además de residencia. Dada su condición de emérito y las circunstancias que motivaron su estancia fuera de España, la vivienda está dotada de importantes medidas de seguridad y privacidad. Es más, varios miembros de seguridad —escoltas españoles y emiratíes— velan por su seguridad permanente.

Su residencia no es una simple vivienda de lujo; está pensada para adaptarse a su situación personal, incluyendo movilidad reducida y asistencias médicas. Al mismo tiempo, su elección de residencia en ese país responde también a un régimen fiscal más favorable. El traslado de Juan Carlos I a Abu Dabi tuvo lugar en un contexto de presión mediática y judicial en España. En su carta pública al rey Felipe VI, el emérito indicaba que prefería «continuar residiendo de forma permanente» en Abu Dabi, donde había encontrado «tranquilidad». Sobre su vida en Abu Dabi, el monarca confirma en sus memorias que su deseo es el de volver a nuestro país, al que echa mucho de menos, y donde pretende calmar las tensiones de su relación con su hijo.
Adicionalmente, cambiar su residencia fiscal al país le permite acogerse al régimen impositivo de los Emiratos, lo que ha sido criticado en distintos momentos. Se estima que la villa en la que reside valdría alrededor de 11 millones de euros o más, teniendo en cuenta su ubicación, dimensiones y lujo. Además, su estancia en el extranjero ha generado debates públicos sobre la monarquía española, la justicia, la transparencia y el papel del emérito. La vivienda es, en cierto modo, reflejo físico de un momento de alejamiento del centro institucional español.
En su día a día, Juan Carlos I pasa varias horas destinadas al bienestar físico —con ejercicio y fisioterapia—, recibe visitas de familiares o personas de su círculo, y vive en un entorno controlado y tranquilo. La naturaleza del lugar —una isla privada, vistas al mar, aislamiento relativo— contribuye a que su vida allí sea muy diferente a la de antaño con menos actividad pública, más privacidad y más residencia que reinado.
