El Pazo de Ortigueira, una joya señorial en La Coruña que une a los Armada con la naturaleza
El lugar, propiedad de la familia Armada, fue declarado Bien de Interés Cultural y cuenta con un extensísimo jardín

El marqués de Rivadulla. | YouTube
Galicia tiene infinidad de palacios en sus tierras que, sin duda, marcan la historia y el patrimonio de la comunidad autónoma. Uno de los más importantes es el Pazo de Ortigueira —conocido también como Pazo de Santa Cruz de Rivadulla— que está ubicado en Santa Cruz de Rabadulla, en el municipio de Vedra, en La Coruña, y pertenece a la familia Armada. La finca que hoy conocemos comenzó su historia en el siglo XVI cuando el canónigo de la catedral de Santiago de Compostela, Juan Ibáñez de Mondragón, adquirió las tierras, que entonces figuraban como la «Torre y el Casar de Ortigueira», en el lugar de Ortigueira, Santa Cruz de Ribadulla.
Su sobrino continuó la obra, y ambos transformaron el conjunto rural en lo que hoy es el pazo, eliminando partes de la torre original, edificando una capilla, y disponiendo ya olivos y viñas. La casa se transformó de torre medieval a pazo señorial de estilo barroco, adoptando planta en «L» con escalinata, capilla anexa y jardines en torno al edificio principal. En 1683, mediante concesión del rey Carlos II, el título de marqués de Santa Cruz de Rivadulla fue otorgado a Andrés Ibáñez de Mondragón, marcando la incorporación del pazo al linaje nobiliario que aún lo mantiene.
El Pazo de Ortigueira, una joya al lado de La Coruña

Más allá de su función como residencia noble, el pazo desarrolló una economía propia; desde la producción de aceite mediante molino con rueda de granito y prensa de viga, hasta la explotación vitivinícola con cuatro lagares y bodegas. Todo ello contribuyó a que el lugar funcionara como una gran «granja señorial» —de ahí uno de sus nombres alternativos: Granja de Ortigueira—. Una de las señas de identidad actuales del pazo son sus jardines, que han sido reconocidos como de gran valor botánico. En ellos se encuentran más de 200 especies de árboles y plantas, olivos centenarios —en el Paseo de los Olivos—, magnolias, camelias, helechos australianos y más, lo que lo convierte en un referente para el paisaje jardín en Galicia.
En 2015, uno de los olivos de la finca recibió el premio AEMO al mejor Olivo Monumental de España. El Pazo de Ortigueira fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) el 11 de diciembre de 2001, lo cual asegura su protección como patrimonio arquitectónico y paisajístico. Hoy en día pertenece a la familia del Marqués de Santa Cruz de Rivadulla y está parcialmente abierto al público para visitas guiadas a los jardines, aunque la vivienda principal sigue siendo de carácter privado. Según los expertos, «a través del Pazo de Ortigueira se puede contar la historia de Galicia desde el siglo XV», debido a su continuidad, su estructura señorial y su vinculación con la nobleza, la producción agraria y el paisaje gallego.

La historia del pazo arranca con la compra, a comienzos del siglo XVI, por parte del canónigo Juan Ibáñez de Mondragón —de la familia Mondragón— de las parcelas que constituían la antigua «Torre y el Casar de Ortigueira». Juan Ibáñez estableció los primeros trabajos de transformación: construcción de capilla, apertura de puerta, eliminación del torreón original, plantaciones de viñas y olivos. Su sobrino, Andrés Ibáñez de Mondragón, continuó los esfuerzos de mejora de la finca. Finalmente, el 8 de marzo de 1683, el rey Carlos II otorgó a Andrés el título de marqués de Santa Cruz de Rivadulla.
La historia del marqués de Santa Cruz de Rivadulla

La familia Mondragón se unió por matrimonio con la familia Armada hacia finales del siglo XVII: en 1676, mediante el enlace entre Isabel Salgado de Mondragón y Castro y Pedro Manuel Armada y Taboada, la herencia y vinculación noble se mezclaron con los Armada. A partir de entonces, los títulos y bienes del marquesado pasaron a engrosarse con los apellidos y derechos de los Armada, como era frecuente en la nobleza gallega para asegurar la continuidad del linaje y la propiedad. Durante el siglo XIX, uno de los titulares, Iván Armada y Fernández de Córdoba —el VII marqués de Santa Cruz de Rivadulla— amplió significativamente los jardines del pazo, plantando camelias, robles, magnolias, y creando lo que hoy es uno de los jardines más destacados de Galicia.
Hacia el siglo XX, la finca siguió en manos de la familia Armada. En concreto, el Alfonso Armada y Comyn —IX marqués de Santa Cruz de Rivadulla— aparece como titular en algunas ocasiones. El pazo sigue en propiedad de los marqueses de Santa Cruz de Rivadulla —actualmente ligados al linaje Armada/Mondragón—, quienes gestionan la finca, los jardines y su explotación —es decir, el vivero de plantas ornamentales, camelias y olivos— como parte del patrimonio familiar. La titularidad y las responsabilidades de conservación corresponden a esa familia noble que ha mantenido la finca a lo largo de generaciones. Sin duda alguna, la familia propietaria ha sido fundamental para la evolución del pazo debido a su poder y su estatus noble, que facilitaron el desarrollo arquitectónico y los jardines.
Un impresionante jardín, el Paseo de los Olivos y declarado Bien de Interés Cultural
Pero ¿qué significa el pazo para la cultura y el patrimonio gallego? El Pazo de Ortigueira representa la evolución de las antiguas torres medievales gallegas hacia las residencias nobles rurales que caracterizaron los siglos XVII y XVIII. Fue, y sigue siendo, un emblema del poder señorial vinculado a la tierra: residencia, centro de administración agrícola y símbolo de estatus social. Su arquitectura sobria, de piedra gallega y planta en «L», responde a la doble función del pazo: habitar y gestionar el entorno.

A diferencia de muchos palacios urbanos, el Pazo de Ortigueira nació y creció como una granja señorial autosuficiente, donde se producían aceite, vino, frutas y plantas ornamentales. Sus molinos, lagares y bodegas son testimonio de una forma de vida en la que la nobleza participaba activamente en la economía local. Esa mezcla de poder, trabajo y paisaje rural es una de las esencias del alma gallega. Quizá su rasgo más admirado sean sus jardines. El Paseo de los Olivos, con ejemplares centenarios, las camelias históricas, los helechos arborescentes o los magnolios monumentales lo convierten en un lugar de referencia dentro del patrimonio botánico de España. Es, literalmente, un «jardín con memoria», donde cada árbol cuenta una parte de la historia del pazo y de sus dueños.
El pazo ha permanecido en manos de la misma familia —los Ibáñez de Mondragón y sus descendientes, los marqueses de Santa Cruz de Rivadulla— durante más de 400 años. Esa continuidad no solo le da autenticidad, sino que lo convierte en un archivo vivo de la historia de Galicia: genealogías, costumbres, transformaciones agrícolas y evolución arquitectónica se entrelazan en su interior. Más allá de su belleza, el Pazo de Ortigueira encarna el espíritu identitario gallego: la unión entre piedra, paisaje y linaje. Es al mismo tiempo un refugio familiar, una obra de arte natural y un símbolo de cómo Galicia ha sabido conservar su patrimonio adaptándolo a los tiempos modernos. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC), hoy combina el respeto por la historia con actividades de conservación, investigación botánica y visitas culturales.
