El pueblo catalán que esconde la 'longevidad' de Jordi Hurtado: «Mantiene mi corazón vivo»
El presentador de ‘Saber y ganar’ pasó los primeros años de su vida en una localidad muy cercana a Barcelona

Jordi Hurtado, en una imagen de archivo. | Gtres
Jordi Hurtado es uno de los rostros más longevos de la televisión. El presentador lleva las riendas de Saber y ganar desde hace más de dos décadas y, por el momento, no tiene pensado jubilarse. Y es que a él le mantiene vivo su trabajo, estar de un lado para otro, ponerse frente a la cámara y, también, no olvidar nunca sus raíces. El periodista se crio en una localidad muy cercana a Barcelona, donde dio el pregón hace algunos años y donde siempre vuelve cada vez que necesita un poco de refugio.
Jordi Hurtado Torres nació el 16 de junio de 1957. Hijo de una familia trabajadora, creció en un ambiente sencillo y muy ligado a la vida de barrio. Desde joven mostró curiosidad por la comunicación, la cultura y la radio, medios que más tarde marcarían su vida profesional. Siempre ha mantenido un vínculo afectivo con su pueblo natal, al que ha descrito como un lugar de gente cercana, con vida de comunidad y tradiciones vivas.
La vida de Jordi Hurtado en su pueblo de Barcelona

Su carrera comenzó en la radio en los años setenta. Jordi Hurtado trabajó primero en emisoras locales y luego en Radio Nacional de España, donde desarrolló su estilo cálido, riguroso y cercano. Fue locutor y guionista, participando en espacios culturales y de entretenimiento. Esa etapa fue fundamental para su formación profesional: aprendió a modular la voz, a improvisar y a conectar con el público, habilidades que lo acompañarían durante toda su carrera televisiva.
En la década de los ochenta, Hurtado dio el salto a la televisión pública, TVE, donde comenzó a destacar como presentador de concursos y programas culturales. Participó en formatos como Si lo sé no vengo, Saber y ganar y otros espacios de divulgación. Su tono amable y su conocimiento general lo convirtieron en un presentador muy valorado, tanto por su naturalidad como por su capacidad para mantener el rigor y el entretenimiento a la vez.
Desde 1997, Jordi Hurtado es el presentador de Saber y ganar, el concurso cultural de La 2 de TVE que se ha convertido en el más longevo de la televisión española. Su estilo sobrio, educado y elegante, junto a su inseparable compañero, la voz en off Juanjo Cardenal, le han hecho merecedor del cariño de varias generaciones. El programa se ha convertido en un símbolo de la televisión pública y en una referencia del conocimiento y la cultura popular. Su continuidad durante más de dos décadas ha alimentado el famoso mito de «la inmortalidad de Jordi Hurtado».
A lo largo de su trayectoria, Jordi Hurtado ha recibido numerosos reconocimientos por su labor en la comunicación y la cultura, destacando su contribución a la televisión educativa y su imagen de profesional discreto, culto y constante. Es considerado uno de los presentadores más queridos y respetados de España, admirado por su humildad y su dedicación. Su figura ha trascendido incluso al humor popular, convirtiéndose en icono de memes y bromas cariñosas sobre su «eterna juventud». Sin duda alguna, si por algo ha destacado ha sido por su cariño a su pueblo, San Felíu de Llobregat. En 1993 fue pregonero de las fiestas de su pueblo, donde ofreció un discurso lleno de afecto y reflexión sobre la vida sencilla y la convivencia. Siempre que se le pregunta, destaca su orgullo por sus raíces catalanas y por la gente de su ciudad natal.
Su unión con San Felíu de Llobregat
Es más, en su discurso destacó que «la vida está llena de pequeñas cosas fascinantes, apasionantes, vivas». «No hay ningún ser humano —no hay nada— que carezca totalmente de interés. […] Asomarse un rato cada día a la ventana constituye un entretenimiento inagotable. Para vivir en los pueblos con provecho hay que mantener el corazón en un estado de ternura, evitar la sequedad, cultivar la receptividad viva y el interés por la profunda humanidad que nos rodea», confesó a sus ciudadanos.

San Felíu de Llobregat es un municipio ubicado en la comarca del Bajo Llobregat, en la provincia de Barcelona, en Cataluña. Está situado en el valle del río Llobregat, al lado izquierdo de su curso, y asciende hacia la sierra de Serra de Collserola. Oficialmente tiene unos 11,8 kilómetros cuadrados de superficie. La presencia humana en San Felíu de Llobregat se remonta a tiempos muy antiguos; se han encontrado restos del Paleolítico en la zona de Can Albareda, y vestigios íberos y romanos en lugares como Les Grases o la Plaza de la Vila. El nombre «San Felíu» aparece documentado por primera vez alrededor del año 1002, en un documento depositado en el monasterio de Sant Cugat del Vallès, refiriéndose a una ermita dedicada a este santo.
Durante el siglo XIX y especialmente en el XX, el municipio experimentó una transformación importante: pasó de una economía agrícola a una industrializada. Se instalaron fábricas textiles, metalúrgicas y otras industrias que marcaron su perfil de expansión urbana. La localidad posee un rico patrimonio arquitectónico y cultural. Entre los hitos destacan el Palacio Falguera, un palacio del siglo XVII con jardines que se extendían hasta el río Llobregat. También la catedral de Sant Llorenç, que eleva la iglesia parroquial del municipio al rango de catedral desde 2005 como sede de una diócesis. En cuanto a tradiciones, destaca la Exposición Nacional de Rosas —por la tradición del cultivo de rosas en la zona— y fiestas como la de San Lorenzo en agosto.
Hoy San Felíu de Llobregat combina la cercanía a Barcelona con un entorno relativamente más tranquilo, al pie de la sierra y con espacios verdes que conectan con Collserola. Es un núcleo urbano donde se mezclan vivienda, servicios, industria ligera y zonas naturales, lo cual lo hace atractivo para quienes buscan mantenerse cerca de la capital catalana pero con algo más de espacio y tranquilidad.
