Antonio y Josefa, los padres de Amancio Ortega que le animaron a emprender en Galicia
El empresario creció en un pequeño pueblo de León para, luego, emigrar hasta La Coruña junto a su familia

Amancio Ortega, en una imagen de archivo. | Gtres
Amancio Ortega siempre ha tenido muy claro que, gran parte de lo que ha conseguido en su vida, tiene que ver con su familia. Y es que, para la mayoría de sus negocios y sus emprendimientos, desde un primer momento, contó con el apoyo de su mujer, Rosalía Mera, quien se involucró en los primeros años de Inditex. Tampoco, en todos estos años, el empresario se ha olvidado de sus raíces y del tiempo que pasó en León, en el País Vasco y su vida en uno de los barrios más humildes de La Coruña. Sus padres, también, están muy presentes cada uno de sus días.
El padre de Amancio Ortega se llamaba Antonio Ortega Rodríguez, y su madre, Josefa Gaona Hernández. Ambos eran originarios de zonas rurales de León (España). La familia pertenecía a una clase trabajadora muy modesta, algo que marcaría profundamente la mentalidad del futuro empresario. Antonio era natural de Busdongo de Arbas (León), una pequeña localidad minera cercana a la montaña leonesa, mientras que Josefa nació en Valoria la Buena (Valladolid). Durante la posguerra española, como muchas familias obreras, buscaron una vida mejor emigrando a Galicia.
Antonio y Josefa vivieron sus primeros años de relación en León

Antonio Ortega trabajó como ferroviario en la compañía Renfe, donde ejercía como empleado de estación. Su empleo era estable pero con un salario muy bajo, lo que obligaba a la familia a llevar una vida austera. Los destinos del padre implicaron que la familia se trasladara en varias ocasiones dentro de Castilla y Galicia. De hecho, cuando Amancio era niño, el trabajo paterno en la estación de ferrocarril de La Coruña motivó su traslado definitivo a Galicia, región que acabaría siendo su tierra de adopción.
Josefa Gaona, madre de Amancio Ortega, fue ama de casa y trabajadora doméstica para familias acomodadas. Su jornada era muy larga, y se encargaba de limpiar, cocinar y ayudar en hogares coruñeses. Era una mujer de carácter fuerte, silenciosa y muy disciplinada, y según quienes conocieron a la familia, ejerció una enorme influencia moral sobre sus hijos. Fue ella quien inculcó el valor del esfuerzo, el ahorro y la discreción, rasgos que Amancio mantuvo toda su vida.
Los Ortega-Gaona vivían con pocos recursos. En La Coruña, la familia se instaló en el barrio obrero de Tafona, en una vivienda humilde y sin grandes comodidades. Los cuatro hijos —Amancio era el más pequeño— crecieron en un entorno donde cada peseta contaba. Josefa Gaona administraba con extrema precisión los gastos del hogar y el joven Amancio empezó a trabajar muy pronto —a los 13 años— cuando escuchó a un comerciante decir que su madre no podía seguir comprando a crédito. Ese momento fue determinante en su decisión de trabajar para ayudar a su familia.
La ayuda de ambos para crear Zara, el imperio de Amancio Ortega
Aunque sus padres no llegaron a ver plenamente el éxito descomunal de su hijo, la influencia de ambos es fundamental en la historia de Inditex. De Antonio Ortega, Amancio heredó la puntualidad, el respeto por el trabajo bien hecho y la modestia; de Josefa Gaona, la austeridad, la capacidad de sacrificio y la preferencia por la discreción y la vida sencilla. El propio Amancio ha dicho que «todo lo que soy viene de cómo viví con mis padres», reflejando que su formación no vino de universidades, sino de valores transmitidos en el hogar.
Antonio Ortega y Josefa Gaona murieron hace décadas, antes de que su hijo se convirtiera en una de las mayores fortunas del mundo. Sin embargo, Amancio Ortega siempre mantuvo una relación de profundo respeto hacia ellos; no ha querido nunca desprenderse de esa imagen de humildad ni de la manera de vida que le enseñaron. De hecho, en Arteijo —La Coruña—, donde Inditex tiene su sede, hay empleados veteranos que recuerdan cómo él hablaba con afecto de «mi madre, que se levantaba de noche a planchar para sacar unas pesetas más».

Ambos también fueron un referente cuando Amancio se lanzó a crear su propia empresa textil. Cuando Amancio Ortega comenzó su vida laboral, en los años 50, su familia no tenía recursos ni contactos empresariales. Su padre, Antonio, seguía trabajando como ferroviario con un sueldo modesto, y su madre, Josefa, limpiaba casas. No pudieron ofrecer apoyo económico, pero sí le transmitieron la ética de esfuerzo y responsabilidad que fue la base de su futuro imperio. Amancio empezó como chico de los recados en una tienda de camisas —La Gala— y más tarde en una camisería —La Maja—, y fue su madre quienle animó a continuar pese a las dificultades, repitiéndole que el trabajo digno era el único camino para prosperar.
Aunque no participaron directamente en la creación de Inditex, sus padres jugaron un papel esencial en la mentalidad con la que Amancio concibió el negocio. Josefa Gaona, en particular, fue conocida por su carácter fuerte y visión práctica. Era quien insistía en el orden, la limpieza y la puntualidad, valores que Amancio aplicó a la gestión industrial; desde la organización de los talleres hasta la eficiencia en los plazos de entrega. Los primeros años, cuando Amancio y su primera esposa, Rosalía Mera, cosían batas en casa, Josefa acudía a ayudar en tareas básicas como cortar telas o cuidar de los nietos, mientras Antonio apoyaba moralmente al hijo, aunque sin entender del todo el alcance de aquel pequeño taller textil.
Su vida de jubilados en La Coruña
El apoyo de Antonio y Josefa fue más emocional que material. Como trabajadores humildes, no tenían ahorros ni propiedades que aportar a la naciente empresa —que años más tarde sería Zara—. Sin embargo, su hijo creció con la obsesión de no volver a pasar las privaciones que vio en casa. Esa experiencia de escasez compartida con sus padres fue lo que más tarde se tradujo en su disciplina empresarial y en su política de reinversión constante de beneficios. En cierto modo, el legado de sus padres se convirtió en la brújula moral que guió toda la expansión de Inditex.

Cuando Inditex comenzó a crecer —en la década de 1970—, Antonio Ortega ya estaba jubilado del ferrocarril y la familia vivía discretamente en A Coruña. Josefa, que siempre mantuvo un perfil bajo y alejado de los medios, siguió llevando una vida sencilla, centrada en su casa y sus hijos. Ambos padres fallecieron antes de que Inditex se convirtiera en el gigante internacional que es hoy, por lo que no llegaron a presenciar el reconocimiento mundial ni la fortuna de su hijo. Algo que, sin duda, fue una tristeza para Amancio, ya que siempre consideró que todo su esfuerzo tenía como raíz la vida de sacrificio que ellos llevaron.
Amancio Ortega ha reconocido en varias ocasiones que su austeridad, su rechazo a los lujos y su deseo de pasar desapercibido vienen directamente de la educación de sus padres. En su entorno se comenta que aún conserva fotos antiguas de ellos en su despacho de Arteijo y que rara vez habla de su infancia sin emocionarse. Nunca ha querido que su fortuna contradiga los valores que aprendió en casa: discreción, humildad y trabajo. En sus palabras: «Lo más importante es no olvidar de dónde vienes».
