La villa medieval donde Mariló Montero se crio tiene el casco antiguo más bonito de Navarra
La presentadora, cada vez que puede, recuerda cómo su infancia, marcada por vivir en la cocina del matadero municipal

Mariló Montero, en una imagen de archivo. | Gtres
Aunque lleva ya muchos años viviendo en Madrid, Mariló Montero no se olvida de sus raíces. La presentadora fue criada en Navarra, en un ambiente que, sin duda, le influyó mucho cuando se trasladó a Madrid. Allí vivió junto a sus padres y sus tres hermanos en una familia humilde, unida y con un gran valor sentimental. Todavía Mariló sigue conservando un nutrido grupo de amigas, a quienes visita siempre que puede y con quienes rememora cómo fueron esos años en Navarra que, luego, la marcarían tanto en su presente laboral y personal.
Así, Mariló se crio en el pueblo de Estella-Lizarra que es una villa medieval con muchos siglos de historia y con un casco antiguo lleno de encanto con calles empedradas, palacios románicos y conventos antiguos. Es una ciudad que, además de su patrimonio arquitectónico, tiene una gran tradición histórica por su papel durante el Camino de Santiago, lo que le da un aire de encrucijada cultural. Mariló siempre ha definido este lugar como «su rincón en el mundo», es decir, un sitio al que vuelve con frecuencia para reconectarse con sus raíces.
Los primeros años de vida de Mariló Montero en Estella

Durante su infancia en Estella, Mariló tuvo contacto cercano con la naturaleza; ella misma recuerda cómo pescaba cangrejos en el río, recogía moras o setas, y vivía rodeada de jardines, huertas familiares y árboles frutales. Según sus recuerdos, su familia tenía limoneros y tomateras, y esos espacios verdes fueron para ella escenarios de juegos, exploración y aprendizaje en los primeros años. Aunque Estella es un pueblo muy pintoresco, la vida de Mariló en su niñez no fue del todo acomodada, al menos en lo tradicional; su padre administraba el matadero municipal, y la familia vivía en la misma propiedad del matadero. Mariló ha confesado que hasta los 13 años dormía en una cama plegable dentro de la cocina, que era también el lugar de convivencia familiar, de charla y de reunión. Este dato refleja una realidad cotidiana muy distinta de la imagen de «casa señorial» y es que era un hogar funcional, modesto y lleno de vida doméstica real.
En su casa de Estella vivía con tres hermanos mayores, y ella ha comentado que creció «como un chicazo más»; con carácter fuerte, mucha energía y sin complejos. Sus hermanos recuerdan que de pequeña era un torbellino, que no se achicaba ante nada. Además, su madre tenía una presencia muy cuidadora con los jardines y la casa, lo que aporta una imagen de hogar cálido y lleno de esfuerzos compartidos. Su padre, por su parte, era una persona trabajadora y alegre; además de su trabajo en el matadero, tocaba en la banda local, lo que sugiere que llevaba una vida íntimamente conectada con la comunidad.
Estella, una villa medieval con mucho encanto
Así, Estella no es solo su pueblo de nacimiento para Mariló; es un símbolo de identidad. En numerosas entrevistas afirma que siempre vuelve allí para «llenarse las pilas» y pasear por la plaza de los Fueros, cruzar antiguos puentes, respirar el aire tranquilo de su pueblo. También ha señalado que muchos de sus recuerdos están en el matadero —donde creció—, en la casa familiar, y en los rincones donde jugaba de niña. Es un espacio de memoria, de familia y de serenidad frente al ritmo vertiginoso de su vida profesional.

Mariló ha dicho en varias ocasiones que crecer en un pueblo como Estella le dio una personalidad muy directa, sin rodeos y con una forma de comunicarse muy natural. Estella es un lugar donde la vida cotidiana se vive sin artificios, donde todos se conocen, y donde la comunidad es importante. Ese ambiente la acostumbró desde niña a tratar con personas distintas, a escuchar, a debatir y a expresarse con claridad. Más tarde, en televisión, esa franqueza característica se convirtió en una de sus señas de identidad.
Haber crecido en una casa modesta dentro del matadero municipal, compartiendo espacio con tres hermanos mayores y durmiendo años en la cocina, le dio a Mariló una fortaleza emocional y una resistencia al estrés que luego sería clave en los directos televisivos. En sus entrevistas, ella siempre ha relacionado su dureza y su capacidad de sobreponerse a los momentos difíciles con esa infancia «de batallar», en un entorno donde había que aprender a ponerse de pie, a hacerse oír y a resolver problemas de forma práctica.
Creció en una modesta casa dentro del matadero municipal
En Estella, Mariló creció pescando cangrejos, recogiendo frutas, explorando jardines y pasando mucho tiempo al aire libre. Ese vínculo con la naturaleza despertó en ella un instinto observador, casi intuitivo, que más tarde se reflejaría en su manera de narrar y de presentar. Le gusta analizar entornos, personas, gestos y situaciones, algo que siempre ha dicho que aprendió mirando, explorando y curioseando en su pueblo. Sin duda alguna, la vida comunitaria de un pueblo como Estella enseña a convivir, a saludar, a preguntar por los demás y a estar atento a lo que sucede alrededor.
Aunque llegó a la televisión nacional y se convirtió en una figura conocida, Mariló nunca ha perdido la referencia de Estella. Ella misma dice que ese regreso constante a su pueblo es lo que la equilibra y la mantiene «centrada» frente a una profesión donde es fácil desconectarse de uno mismo. Ese contraste entre la vida intensa y pública de Madrid y la calma de Estella es algo que siempre ha gestionado conscientemente, y que ha influido en sus decisiones profesionales, sus descansos, su forma de hablar y su imagen pública.
Aunque Mariló siempre estuvo vinculada al mundo de la comunicación desde joven, sus primeros pasos profesionales fueron más discretos, trabajando en prensa escrita y en pequeñas producciones. Esa etapa inicial le dio soltura para escribir, coordinar contenidos y entender el funcionamiento del mundo informativo antes de dar el salto a la televisión. El primer gran escaparate televisivo para Mariló fue Canal Sur, donde comenzó a ganarse la fama de comunicadora sólida, cercana y con carácter propio. En la cadena andaluza presentó programas de actualidad y magazines que mezclaban información, entretenimiento y vida social. Allí desarrolló el estilo directo y espontáneo que luego la haría muy reconocible. Canal Sur fue su gran escuela y el lugar donde se consolidó como una profesional de primera línea.
La carrera de Mariló en televisión
Su llegada a Televisión Española marcó el momento más importante de su carrera. Mariló fue elegida para presentar La mañana de La 1, un magazine diario con gran audiencia. Desde primera hora de la mañana, trataba temas de salud, sociedad, entrevistas, debates y actualidad. Su presencia se convirtió en un elemento central del programa, que ella condujo durante varios años con un estilo muy personal. Sus comentarios espontáneos la llevaron a numerosos titulares, convirtiéndola en una figura mediática de primera magnitud.
Durante sus años al frente de La mañana, Mariló acumuló momentos muy recordados por su franqueza. Su manera de expresarse, a veces impulsiva y sin filtros, generó simpatías y también controversias. Ese doble efecto —naturalidad admirada y polémicas inevitables— reforzó su popularidad y la mantuvo constantemente en el foco mediático. Aun así, su capacidad para sostener un directo diario durante horas demostró su profesionalidad y resistencia, cualidades muy valoradas en televisión.
Tras dejar La mañana de La 1, Mariló atravesó un período más selectivo en su presencia pública. Participó como colaboradora, invitada o presentadora puntual en distintos espacios televisivos, pero sin asumir un proyecto diario tan exigente como el de TVE. Al mismo tiempo, se dedicó a proyectos personales, formativos y profesionales fuera del foco constante, siempre manteniendo un perfil activo y siendo considerada una figura icónica de la televisión en España.
