La huella de La Coruña en la vida de Amancio Ortega que hace que tenga los pies en la tierra
El dueño de Inditex nació en la provincia de León, pero decidió emprender en Galicia, concretamente en Arteijo

Amancio Ortega, junto a su hija Marta, en una foto de archivo. | EP
Amancio Ortega nunca ha escondido su cariño por La Coruña. Es más, tanto es así que nunca ha tenido la necesidad de marcharse de la tierra que le vio crecer, Galicia. Y sigue paseándose por las calles de la ciudad portuaria con todo el cariño del mundo, saludando a sus vecinos y haciendo vida de barrio junto a su mujer, sus hijos y sus nietos. De esta manera, el empresario hace, cada día, un pequeño homenaje a un lugar que, sin duda, le ha marcado de por vida. Y, aunque sí que es cierto que no nació en Galicia, sino que lo hizo en un pueblo de León por el trabajo de su padre, no se olvida de dónde viene.
Cada amanecer —y cada día— en La Coruña tiene para Amancio Ortega un matiz de origen. La ciudad no es solo el lugar donde se asentó profesionalmente, sino el punto donde se consolidó la mentalidad que acabaría guiando su forma de trabajar; un ritmo discreto, casi silencioso y propio de una urbe que mira al mar más que al ruido. Ese ambiente, contenido pero constante, es para él una noción de esfuerzo diario; en Coruña la vida sucede sin grandes alardes, con la naturalidad del trabajo bien hecho, y esa filosofía impregna cada decisión que toma.
La huella que deja La Coruña en Amancio Ortega

El Atlántico, visible desde tantos rincones de la ciudad, actúa como una presencia diaria. En un paisaje donde el mar cambia a cada momento, Ortega siempre ha encontrado un recordatorio del dinamismo que adoptó como principio de su empresa: observar, adaptarse y no dar nada por sentado. La Coruña, con su clima impredecible y sus colores que se transforman a lo largo del día, le ofrece un ejemplo constante de cómo lo cotidiano puede ser variable y exige atención continua. Algo que tiene muy en cuenta, en su día a día, ya que vive en pleno pulmón de la ciudad, frente al mar.
El pulso urbano de la ciudad también le deja una huella particular. La Coruña combina barrios tradicionales, comercios pequeños, mercados, calles familiares y zonas modernas. Ese tejido mixto, donde conviven lo artesanal y lo actual, alimenta en Ortega una visión del comercio profundamente ligada a la gente común. Aquí, en esta escala humana que Coruña mantiene incluso creciendo, él reafirma la idea de que la moda nace en la calle, en la observación directa del día a día y de las necesidades reales de las personas.
Hace que tenga los pies en la tierra
El vínculo emocional con su contexto coruñés es igualmente significativo. Aunque discretísimo en su vida privada, la relación de Ortega con su ciudad deja una huella inversa; es Coruña la que lo sostiene como un entorno de normalidad. Las calles que conoce desde hace décadas, la calma relativa del ritmo urbano, la fidelidad de la comunidad que lo ha visto construir su camino, le proporcionan un lugar donde el éxito no desplaza la rutina. Para él, la ciudad es un recordatorio de continuidad: que, pese a todo lo que ha cambiado en su vida, hay un lugar que permanece.
Finalmente, La Coruña empresarial tiene un peso particular en su jornada. La presencia física de su compañía en Arteijo y el movimiento constante asociado a la actividad de Inditex hacen que la ciudad sea parte viva de su ritmo laboral. Más que un simple escenario, Coruña es un ecosistema que alimenta la manera en que concibe el trabajo con contacto rápido, proximidad entre equipos, una logística ágil y una comunicación directa. La huella que deja la ciudad es, así, la de un modelo productivo que bebe de la cultura local: eficacia sin ruido, innovación sin estridencias, progreso desde lo cotidiano.
Los gestos que ha tenido Amancio Ortega con Galicia
Aunque eso sí, la relación es mutua y Amancio también ha tenido infinidad de gestos con la localidad que le ha visto emprender. Uno de los gestos más importantes es su apoyo al sistema de salud gallego, especialmente en La Coruña. Su fundación ha financiado equipos de alta tecnología para hospitales públicos, particularmente para tratar el cáncer. Hay aceleradores lineales que benefician a pacientes oncológicos del área del Sergas —el servicio de salud de Galicia—, lo que ha tenido un impacto real en la vida de miles de personas.

Mediante su fundación, Ortega ha financiado residencias y centros para personas mayores en La Coruña. Por ejemplo, se ha comprometido con la construcción de centros de día, residencias y otros espacios de atención para mayores, lo que responde a una parte muy sensible de la población local. Además, hay un proyecto concreto en Eirís —un barrio de Coruña—; se ha planificado una residencia con capacidad para 150 personas, con una inversión muy relevante, lo que demuestra un compromiso a largo plazo con el bienestar de los mayores en la ciudad.
Otra manifestación de su voluntad de contribuir al tejido social de la ciudad es la financiación de escuelas infantiles. Su fundación construyó guarderías públicas para niños de 0 a 3 años en zonas como La Sardiñeira y El Temple, lo que no solo da servicio a familias coruñesas, sino que también ayuda a incentivar la conciliación y el desarrollo educativo temprano. Ortega destinó una parte importante de sus donaciones para impulsar la Real Institución Benéfico-Social Padre Rubinosen A Coruña. Gracias a su apoyo, ese centro pudo tener una sede moderna que incluye un albergue para personas sin hogar, un comedor, una residencia para mayores y un centro de día. Es una apuesta muy concreta por la inclusión social y por dar una red de apoyo real a personas en riesgo de exclusión.
Sus proyectos sociales en La Coruña
Ortega destinó una parte importante de sus donaciones para impulsar la Real Institución Benéfico-Social Padre Rubinosen La Coruña. Gracias a su apoyo, ese centro pudo tener una sede moderna que incluye un albergue para personas sin hogar, un comedor, una residencia para mayores y un centro de día. Es una apuesta muy concreta por la inclusión social y por dar una red de apoyo real a personas en riesgo de exclusión.

No solo ha puesto dinero en servicios sociales; también ha invertido en zonas verdes para la ciudad. Contribuyó a crear un parque en el barrio del Agra —alrededor de Padre Rubinos—, con miles de metros cuadrados de arbolado, senderos y un diseño pensado para ser un pulmón verde en una zona densa de población. Más recientemente, su fundación destinó 40 millones de euros a programas sociales que afectan también a gente de La Coruña; parte de ese dinero va a Cáritas, a bancos de alimentos y a proyectos para mayores con asistencia por voz. Además, su fundación tiene un plan de donaciones muy ambicioso para el ciclo 2024-2028, con cientos de millones comprometidos para distintos tipos de proyectos, lo que refuerza su implicación continua con Galicia en general y con A Coruña en particular.
No todos sus gestos son puramente económicos: hay reconocimiento social en La Coruña. Por ejemplo, durante su 84º cumpleaños, vecinos de la ciudad hicieron aplausos desde sus ventanas para agradecerle públicamente su contribución, especialmente en momentos difíciles como la pandemia. Ese gesto simbólico refleja que su presencia —y su apoyo financiero— no pasa desapercibido para muchos coruñeses.
