El pueblo de Mallorca que enamora a Emilio Aragón en la Tramontana y con calles de piedra
El empresario, desde hace tiempo, veranea en la isla, donde ha encontrado su lugar de paz y estabilidad emocional

Emilio Aragón junto a su mujer, Aruca. | Gtres
Emilio Aragón tiene su vida más que asentada en Madrid. Aunque eso sí, cada vez que puede intenta escaparse a uno de los rincones del mundo que más le gusta; Mallorca. Allí, como confirman en Última Hora, se compró una bonita casa en una de las localidades más conocidas de la isla que, además, sirve como lugar de peregrinaje para infinidad de rostros conocidos. También, ha sido el escenario de innumerables bodas de la jet-set como la de Marco Asensio o Marcos Llorente. A pesar del ruido social que puede generar, Pollensa, se ha convertido en una especie de paraíso para Emilio Aragón y su familia quienes, cada vez que pueden, se escapan a esta pequeña localidad, rodeada de vegetación y frente al mar.
Es en esta zona donde Emilio Aragón veranea desde hace más de dos décadas. Este enclave de la isla le sirve como retiro personal: pasea por el pueblo, navega con su embarcación por la bahía y disfruta las calas cercanas. Sí que es cierto que son pocos los datos que se conocen sobre la vivienda; no se sabe cuántas habitaciones tiene, metros cuadrados o su diseño interior. Aunque eso sí, gracias a que su hijo pequeño, Nacho, se casó allí sí que pudimos saber, un poco más, cuáles son sus lugares preferidos dentro de la isla.
El refugio de Emilio Aragón en Mallorca
Lo cierto es que Pollensa es una zona muy valorada por su belleza natural, sus calas y la montaña de la Sierra de Tramontana. El hecho de que Aragón pase largos veranos allí sugiere que su casa está bien integrada en ese paisaje mediterráneo, más como un retiro familiar que como una mansión ostentosa. La casa ha sido algo más que un refugio: es un punto de encuentro familiar. Por ejemplo, su hijo Nacho Aragón y su pareja Bea Gimeno eligieron Mallorca para celebrar su boda, lo que refuerza la idea de que la isla —y el enclave de Pollensa en particular— es un lugar clave para la familia Aragón.
Además, se le ve frecuentemente disfrutando con su familia en la isla, lo que sugiere que su casa no es un lugar «de paso», sino muy arraigado en su vida personal. A pesar de su fama, Emilio ha optado por mantener su vivienda en Mallorca bastante alejada del foco mediático. Esto concuerda con su carácter reservado y con su deseo —aparente— de vivir su vida familiar y veraniega de manera tranquila. Aún así, como decíamos, Pollensa tiene un gran valor familiar, cultural y personal.
Pollensa, una joya de la isla
El casco antiguo de Pollensa está formado por callejuelas estrechas y empedradas que se retuercen entre casas de piedra dorada. Es un pueblo que nació en la Edad Media, y ese carácter se mantiene en sus plazas, en la disposición irregular de las calles y en los edificios históricos que aún se conservan. El ambiente es tranquilo, sereno, y transmite la sensación de haber sido diseñado para pasear sin prisa. Uno de los rincones más emblemáticos es el Calvario, una colina a la que se accede por una larga escalinata de 365 peldaños. La subida es muy agradable, bordeada por cipreses y pequeñas casas tradicionales. En la cima hay una pequeña ermita y un mirador que ofrece una vista panorámica del pueblo, la bahía cercana y la Serra de Tramuntana. Es uno de los lugares más fotografiados de Pollensa, especialmente al atardecer.

La Plaza Mayor es el centro social del pueblo. Allí se encuentra la iglesia principal, terrazas de cafés, restaurantes y pequeñas tiendas artesanales. Es un espacio donde se mezclan residentes, familias y viajeros. Los domingos se celebra un mercado muy animado, con puestos de frutas, embutidos, artesanía y productos locales. Pollensa tiene una vida cultural muy activa. Es famoso su Festival de Música de Pollensa, que lleva décadas atrayendo a artistas internacionales de música clásica y contemporánea. También conserva tradiciones muy singulares, como el simulacro de Moros y Cristianos en agosto o la Semana Santa, muy arraigada y emotiva. El municipio está rodeado de un entorno espectacular. Está muy cerca de la Serra de Tramontana, declarada Patrimonio de la Humanidad, y ofrece rutas de senderismo entre montañas, barrancos y miradores naturales. El paisaje mezcla pinares, campos de cultivos y acantilados con vistas al mar.
Aunque el pueblo está tierra adentro, a pocos kilómetros está Puerto de Pollensa, una zona costera mucho más abierta al turismo, con playas de aguas claras, un paseo marítimo amplio y ambiente más marítimo. Esta «doble vida» —pueblo tradicional y puerto moderno— le da al municipio una gran variedad de experiencias. Como decíamos, Mallorca no es un lugar más para Emilio Aragón y su familia. Representa, para todos ellos, el refugio familiar. Desde hace más de dos décadas, él y su familia pasan largos veranos en Pollença, lo que convierte la isla en su segundo hogar. Este vínculo no es superficial; no va solo de descansar, sino de arraigo, de compartir momentos íntimos y tranquilos con su esposa e hijos, y de mantener una continuidad en su vida familiar que contrasta con la intensidad de su carrera artística.
Frente al mar y el aire de la Tramontana
Además, Mallorca le ofrece espacios de desconexión y conexión con la naturaleza. A Emilio le gusta navegar por la bahía de Pollensa con su embarcación, aprovechando las aguas cristalinas y la calma del Mediterráneo. Esta conexión con el mar le permite evadir el ritmo frenético del mundo del espectáculo y encontrar momentos de paz. Las rutas por la sierra, los senderos, el paisaje mediterráneo y la serenidad del pueblo son todo un contrapunto a su faceta pública.

Desde el punto de vista cultural, Mallorca también ejerce una inspiración creativa. Su vínculo con la isla le aporta ese «espacio mental» ideal para reflexionar, componer, pensar proyectos o simplemente recargar energía creativa. Además, pasea por Palma, visita librerías, y tiene un cariño por el patrimonio local, lo que sugiere que mezcla su vida cotidiana con una dimensión intelectual y artística en la isla. Como decíamos, Mallorca también ha calado en su familia desde generaciones más jóvenes. Por ejemplo, su hijo Nacho Aragón decidió casarse en la isla, lo cual refuerza la idea de que Mallorca no es solo un refugio para Emilio, sino un lugar muy querido para toda la familia, con una carga simbólica emocional muy fuerte.
Además, se ha convertido en un lugar que representa su punto de estabilidad emocional. En un mundo en el que ha sido muy visible —televisión, circo, cine o música—, la isla le da la posibilidad de ser «uno más»; es decir, pasear por Pollensa como un vecino, mezclarse con la vida local, disfrutar de tradiciones y mercados dominicales. Esa normalidad y ese sentido de pertenencia son muy valiosos para alguien cuya vida profesional ha sido tan pública.
