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Manuela, nieta de Raphael: vivió el divorcio tardío de sus padres y quiere ser criminóloga

La joven es hija de Alejandra Martos y Álvaro de Arenzana, quienes se divorciaron en el 2020 tras una etapa en México

Manuela, nieta de Raphael: vivió el divorcio tardío de sus padres y quiere ser criminóloga

Manuela de Arenzana, en una imagen de hace unos días. | Gtres

Raphael ha pasado uno de los momentos más complicados de su vida. Y batalla, cada día, para encontrarse un poco mejor y seguir con su rutina como lo hacía antes de ser ingresado en el hospital y de que le diagnosticaran un linfoma cerebral. En todo este tiempo, el icónico cantante se ha refugiado en su familia, especialmente en sus nietos, quienes son uno de los pilares fundamentales de su vida. Especialmente su nieta Manuela, la mayor, la primogénita de su hija Natalia Martos y Álvaro de Arenzana.

Manuela de Arenzana Martos nació el 11 de agosto de 2003, siendo la primogénita de Alejandra Martos y Álvaro de Arenzana. Su llegada a la familia fue muy especial; varios meses antes, Raphael, su abuelo, había sido sometido a un trasplante de hígado, algo que marcó su recuperación, y su nacimiento fue vivido como una bendición. Desde muy joven, Manuela ha sido criada en un entorno familiar profundamente artístico y cultural. Su madre, Alejandra, trabaja como restauradora de pintura en el Museo Thyssen-Bornemisza, y su abuelo Raphael es uno de los cantantes más icónicos de España.

Manuela, la nieta mayor de Raphael

Manuela, junto a su abuelo. | Gtres

Además, su familia vivió varios años en México, ya que su padre desarrolló parte de su carrera profesional allí, lo que le dio a Manuela una formación internacional durante su infancia. En 2021, Manuela regresó a España para comenzar sus estudios universitarios, matriculándose en Psicología. Aunque podría haber seguido una trayectoria más vinculada al mundo artístico o mediático —dado su apellido y su entorno familiar—, tiene un sueño claro; dedicarse a la criminología. Su madre la describe como una joven muy disciplinada en sus estudios, organizada en algunos aspectos y algo caótica en otros.

A nivel personal, Manuela destaca por su sensibilidad artística. Dibuja con talento y demuestra una gran sensibilidad para el arte, algo que su madre ha comentado con admiración. No obstante, no vive su vida pública con ansias de protagonismo. Siempre ha mantenido un perfil discretísimo, ha cerrado sus redes sociales al público y participa en eventos mediáticos solamente en circunstancias puntuales.Pese a su discreción, ha dado algunos pasos como modelo; ha colaborado con la firma De Chávarri junto a su madre. Sus apariciones mediáticas más destacadas suelen estar vinculadas a su abuelo. Por ejemplo, ha estado a su lado en estrenos como el del documental Raphaelismo y en eventos familiares importantes. 

El vínculo entre Manuela y Raphael es especialmente estrecho. En momentos difíciles, como durante una hospitalización reciente del cantante, ella ha sido uno de sus apoyos más firmes. Su relación no se limita a lo familiar; admira su música, asiste a sus conciertos y le acompaña en muchas giras, lo que revela una profunda conexión emocional con él. En cuanto a su carácter, Alejandra Martos ha comentado que su hija no fue «rebelde» en su adolescencia, pero sí tuvo una etapa «guerrera». Su relación con su madre es muy cercana; les gusta ir juntas de compras, visitar museos y pasar tiempo en el taller de restauración donde Alejandra trabaja.  

Vivió en México, sus padres se divorciaron en 2020 y ahora reside en Madrid

Hace unos días, la joven acudió, junto a su madre, a la exposición de En la sombrerería Edgar Degas en el museo Thyssen-Bornemisza. Para esta aparición, la joven lució un elegante chaleco de punto de Zara que combinó con unos pantalones de talle alto en azul marino, un bolso en negro y un gran abrigo en ocre, para protegerse del frío de la ciudad. La joven, así, demostró, una vez más, la buenísima conexión que mantiene con su madre, Alejandra.

Alejandra Martos es la hija mediana del famoso cantante Raphael y de su esposa, la escritora y periodista Natalia Figueroa. Nació en el seno de una familia muy vinculada al mundo cultural y mediático, pero ella ha optado por mantener una vida relativamente discreta, lejos del foco constante de la prensa del espectáculo. Profesionalmente, Alejandra se ha dedicado al arte, concretamente a la restauración de pintura. Durante muchos años ha trabajado en el prestigioso Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, lo que evidencia su pasión por la conservación y el estudio del patrimonio artístico. En su vida personal, Alejandra se casó en 2001 con Álvaro de Arenzana, hijo de los condes de Fuente Nueva. Tienen dos hijos: Manuela y Carlos. La familia vivió durante un tiempo en México, debido a compromisos profesionales, y en 2020 Alejandra y Álvaro decidieron divorciarse después de casi dos décadas juntos.

Manuela, junto a su madre, Alejandra. | Gtres

Más allá de su labor como restauradora, también ha tenido una presencia como influencer: es imagen de la marca de bolsos De Chávarri, lo que muestra que combina su pasión artística con una cierta proyección pública sin caer en el sensacionalismo. Alejandra ha confesado que, en ocasiones, le pesa su apellido de artista, ya que su vida no siempre ha sido fácil: durante su infancia sufrió críticas y algunos comentarios por ser «la hija de Raphael». Aun así, subraya que sus padres le dieron una educación basada en valores como el esfuerzo y la normalidad. En cuanto a su relación familiar, tiene una conexión muy estrecha con sus hijos: aunque dice que no cree en «ser amiga» de sus hijos, afirma que tiene una «excelente relación» con ellos. También muestra un profundo cariño por su padre: acude a eventos familiares importantes y es parte del núcleo íntimo del clan Martos-Figueroa.

«Conocer a Raphael es admirarle»

Alejandra y Álvaro de Arenzana. | Gtres

Fue hace un año cuando Manuela se subió al estrado de los Premios Esquire Hombre del Año 2024, en el que se reconoció a su abuelo, para dedicarle un bonito discurso, donde tuvo palabras de halago para el cantante. «Estar aquí hoy es muy especial para mí porque es entregar el Premio Hombre del Año de Esquire. Nunca he hecho algo parecido, pero como no sé si voy a tener la oportunidad de hacer algo así, preferí no pensármelo dos veces», empezó diciendo. Luego, siguió con su discurso adelante, muy emocionada.

«Conocer a Raphael es admirarle. Es tener la suerte de ver cómo una persona sigue, después de muchos años, ilusionado por lo que hace. Es ver que aún hoy con más de sesenta años de carrera a sus espaldas, sigue cumpliendo sueños y metas. Es ver, que se transforma cada vez que pisa un escenario y agarra un micrófono. Es ver como estando en la otra punta del mundo, sigue presente con su familia y sus amigos. Y también, es ver cómo siempre sigue hacia delante, pase lo que pase o digan lo que digan. Y no lo digo yo solo por ser mi abu o, ‘el padre de mi madre’, como a él le gusta decir, que también, sino porque realmente creo que todos lo pensamos», apostilló. «Y yo te quiero decir, que te admiro, que me inspiras, que me motivas a seguir mis propios sueños y que te adoro. Hoy tengo la suerte de entregarle el Premio Hombre del Año a Raphael», concluyó la joven, lo que hizo que Raphael recogiera su premio con los ojos vidriosos.

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