El bonito salón de Eugenia Martínez de Irujo con vistas a Liria y un truco para dar luminosidad
La hija de la duquesa de Alba reside en uno de los pisos que dan al jardín del Palacio, con una ubicación privilegiada

Eugenia Martínez de Irujo junto a Narcís Rebollo. | Gtres
Eugenia Martínez de Irujo puede presumir de residir en uno de los lugares más especiales de Madrid; a muy pocos kilómetros de la plaza de España y en la que fue la casa de su madre en la capital; el Palacio de Liria. Así, su única hija ocupa uno de los pisos, cuya terraza da a los jardines de Palacio, como ya contamos en THE OBJECTIVE. Sin duda alguna, la casa posee una ubicación de lo más peculiar, privilegiada y con unas vistas son la envidia de cualquier madrileño. Aunque eso sí, el interior del piso también cuenta con infinidad de particularidades que lo convierten en un lugar cálido, de decoración moderna y con toques clásicos.
Como decíos, su piso se encuentra en una zona muy noble de Madrid, cerca de la calle Princesa y Mártires de Alcalá, a escasos metros del Palacio de Liria. Esta ubicación no es casual: ofrece una conexión simbólica con la Casa de Alba, y desde su terraza Eugenia tiene unas vistas privilegiadas al palacio y sus jardines. La vivienda ha sido completamente reformada con un enfoque moderno y minimalista. La distribución prioriza la fluidez entre espacios: salón, comedor y cocina se conectan visualmente mediante divisiones ligeras, tabiques translúcidos o superficies de cristal, lo que aprovecha al máximo la luz natural.
La espectacular casa de Eugenia Martínez de Irujo al lado de Liria
En cuanto a los materiales, predominan las paredes lacadas en blanco mate y la carpintería del mismo tono, contrastando con cálidos suelos de roble. Aunque el diseño general es sobrio y minimalista, Eugenia introduce detalles muy personales que aportan calidez y carácter. Hay muchas plantas, flores y pequeños cactus distribuidos por la casa, lo que le da un toque natural y vital. También utiliza velas en varias zonas, como la chimenea o los marcos de las ventanas, para crear una atmósfera íntima y acogedora. En el salón destaca una gran chimenea —aunque en lugar de usar fuego real, suele decorarla con velas—, varios sofás blancos de líneas limpias, piezas vintage y una luminosa lámpara estilo Arco.
La joya de la casa es, sin duda, su terraza elevada, un auténtico mirador sobre el Palacio de Liria. Este espacio combina madera apta para exterior o tarima cálida con un mobiliario discreto y bajo, al estilo minimalista. Las macetas con plantas —con cactus y vegetación mediterránea— están muy estudiadas, y la iluminación tenue con velas o farolillos crea un ambiente mágico al caer la noche. Más allá del lujo, la casa de Eugenia no es solo un refugio físico, sino un lugar cargado de significado. Desde su terraza, contempla el Palacio de Liria, símbolo de su herencia familiar. El edificio donde vive pertenece a su hermano Carlos Fitz-James Stuart, lo que refuerza el vínculo familiar con el patrimonio de la Casa de Alba.
Eugenia ha logrado balancear su linaje aristocrático con una vida moderna. En lugar de una decoración excesivamente palaciega, ha optado por un estilo fresco, vanguardista y cómodo. Las líneas limpias, los espacios abiertos y los materiales cálidos reflejan su personalidad: sofisticada, pero natural. Su casa no solo es un lugar para mostrar, sino para vivir: la terraza se ha convertido en su rincón preferido para desconectar, recibir amigos o simplemente contemplar el Palacio de Liria mientras reflexiona o descansa. Uno de los lugares donde Eugenia pasa más tiempo es en el salón, donde aprovecha para salir a su terraza, ver la televisión y reunir a su familia.
Un salón con vistas, en color blanco y con una chimenea empotrada
El salón de Eugenia Martínez de Irujo es una de las estancias más representativas de su piso en Madrid: un espacio amplio, diáfano y diseñado para ser tanto elegante como acogedor. En su reforma, Eugenia quiso que las zonas sociales —como el salón, el comedor y la cocina— estuvieran conectadas visualmente, y lo logró mediante divisores ligeros, cristales y superficies que evitan la fragmentación. Las paredes del salón están pintadas en un blanco muy puro, lo que amplifica la luz natural y refuerza la sensación de amplitud. Este color neutro es un hilo conductor en toda la vivienda y encaja con la carpintería lacada del mismo tono. El suelo es de madera de roble, cálido y natural, lo que ayuda a equilibrar la frialdad visual del blanco y aporta una base sólida y elegante al espacio.
En el centro del salón se ubica una chimenea empotrada, un elemento clave en la decoración: no solo actúa como punto focal del ambiente, sino que también es un rincón íntimo para velas. Eugenia ha decorado la repisa con velas que, cuando se encienden, transforman el salón en un lugar cálido y sereno. Respecto al mobiliario, destaca un gran sofá tapizado en un tono beige muy neutro, un diseño atemporal que aporta confort sin recargar visualmente. Sobre el sofá, Eugenia ha colocado cojines con colores vivos —tonos como frambuesa o bermellón—, que rompe la monocromía con pinceladas de vitalidad y personalidad.
Su truco para dar más luminosidad a la estancia
La mesa de centro del salón es otra pieza llamativa: es de cristal transparente, lo que ayuda a mantener la ligereza visual del espacio. La estructura metálica —con detalles dorados— le da un toque mid‑century, aportando elegancia sin sobrecargar. En un rincón junto a la chimenea hay una mesa auxiliar de acero oscuro, sobre la que Eugenia ha colocado una planta con flores, aportando un toque de color vegetal y orgánico que contrasta con la pureza del blanco. Además, en las hornacinas de la chimenea se observan objetos decorativos: jarrones, platos, fotografías… piezas que combinan significado personal y gusto estético. La iluminación natural es protagonista: el salón cuenta con ventanas equipadas con estores blancos semitranslúcidos, que permiten filtrar la luz de manera suave y controlada. Esto contribuye a un ambiente luminoso, pero sin deslumbrar, ideal para convivir y relajarse.
Para ampliar visualmente el espacio, Eugenia ha colocado un espejo grande —de marco vintage y acabado ligeramente desgastado— en una de las paredes. Este espejo no solo aporta profundidad, sino también un punto de elegancia clásica que dialoga bien con el estilo general minimalista-modernista. El suelo del salón presenta un parquet de madera en tono medio/oscuro, que contrasta con las paredes blancas y contribuye al confort térmico y visual. Finalmente, el salón también está adornado con obras de arte, cuadros y objetos decorativos elegidos por Eugenia, lo que refleja su gusto por el diseño y su herencia aristocrática. No es un salón frío o impersonal: cada pieza parece tener una historia, un significado, y todo ello se integra en un estilo contemporáneo pero con un aire íntimo y muy personal.
