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El bonito palacete de Norman Foster en Madrid es un referente en diseño por su patio interior

El arquitecto compró este histórico edificio, en el barrio de Chamberí, donde han mantenido los elementos protegidos

El bonito palacete de Norman Foster en Madrid es un referente en diseño por su patio interior

Norman Foster junto a Elena Ochoa. | Gtres

Norman Foster es uno de los arquitectos más importantes del mundo y quien, hace un tiempo, decidió establecer su residencia también en Madrid. El diseñador de edificios vive entre Inglaterra y España, intentando compaginar su vida personal con la laboral. Es por eso que Foster ha tenido que establecer dos residencias. La más especial para él se encuentra en Londres, la ciudad que le vio crecer y formarse como uno de los mejores arquitectos. La otra se ubica en Madrid, en una de las zonas más privilegiadas de la capital y, como no podía ser de otra manera, es todo un referente.

La vivienda/residencia asociada a Norman Foster en Madrid es un palacete histórico ubicado en la calle Monte Esquinza 48, en el barrio de Chamberí. Este palacete fue construido en 1912 por el arquitecto Joaquín Saldaña como residencia del duque de Plasencia. Su arquitectura original —fachada, distribución interior, volumen y detalles clásicos— lo situaba dentro de las residencias aristocráticas de la época.

El espectacular palacete de Norman Foster en Chamberí

A lo largo del siglo XX, el palacete tuvo varios usos; fue embajada, incluida la de Turquía, y posteriormente se convirtió en una sede bancaria —fue propiedad del que luego sería Bankia—. En 2013 —tras quedar el edificio vacío— Foster lo adquirió —por algo más de 9 millones de euros— con la intención de destinarlo a la sede de su fundación. Cuando Foster y su esposa —la galerista y editora española Elena Ochoa— decidieron instalar allí lo que hoy es la Norman Foster Foundation, llevaron a cabo una restauración profunda del palacete. El objetivo fue recuperar los elementos arquitectónicos originales protegidos —escaleras, molduras y la estructura interior— y al mismo tiempo adaptar el edificio a un uso contemporáneo: archivo, galería, espacios de trabajo, biblioteca, salas de exposiciones. 

El inmueble tiene aproximadamente 1.704 metros cuadrados distribuidos en tres plantas sobre rasante más un sótano, más dos edificaciones auxiliares adosadas, según los planos adaptados. Además, se añadió un pabellón moderno y transparente en el patio interior, diseñado por el equipo de Foster: con muros de vidrio laminado y cubierta de fibra de vidrio, crea un espacio ligero, casi etéreo, que contrapone lo contemporáneo al clasicismo original del palacete. Este pabellón sirve como área de exposición, encuentro y taller, y refleja la filosofía del arquitecto de fusionar historia, arte, tecnología y funcionalidad.

El patio de la Fundación Norman Foster. | Norman Foster Foundation

Desde 2017, este palacete de Monte Esquinza alberga la sede de la Norman Foster Foundation. Allí se conserva un vasto archivo personal del arquitecto: maquetas, planos, croquis, fotografías, correspondencia, documentos, cuadernos de trabajo, así como una colección de arte, mobiliario de diseño, objetos de inspiración, etc. La fundación funciona como un espacio cultural, académico y de reflexión: promueve investigación en arquitectura, diseño, urbanismo, sostenibilidad y arte. También organiza exposiciones, seminarios, debates, talleres y proyectos de ciudad. Para Foster, este proyecto representa mucho más que una casa: es un «laboratorio del futuro», una plataforma de creación y de diálogo entre generaciones. 

El gran legado de Norman Foster, el arquitecto inglés más español

Aunque inicialmente hubo etapas de revisión urbanística y patrimonial que complicaron ciertos planes —incluso rumores de cancelación del proyecto en su momento— la fundación sigue activa, y el palacete cumple ya más de una década como sede de referencia bajo su nombre. La elección de Madrid para establecer su sede tiene muchísimo valor; refuerza el vínculo con España y con Europa como arquitecto, sobre todo en su dimensión global. Además, permite conservar patrimonio histórico madrileño, ya que recuperar un palacete centenario y adaptarlo de forma respetuosa es, sin duda, un acto de conservación artística. También, el lugar se ha convertido en un espacio donde articular su visión del mundo.

Es, además, un legado vivo; no un museo estático, sino un centro de actividad intelectual y cultural, abierto a investigación, intercambio, exposiciones, formación. Como ya contamos en THE OBJECTIVE, Foster, que comparte su vida con la española Elena Ochoa, nació en junio de 1935 en Manchester, en Reino Unido. Desde joven mostró interés por el dibujo, los edificios y la tecnología; pasaba horas contemplando infraestructuras, estaciones y aviones, fascinado por la ingeniería y las soluciones funcionales que veía en su ciudad industrial. Estudió en su ciudad natal y, después, consiguió una beca para formarse en Yale, donde estuvo en contacto directo con grandes figuras como Paul Rudolph y con el movimiento moderno estadounidense.

Norman Foster, en septiembre de 2023 en Madrid. | Gtres

A comienzos de los años 60 fundó Team 4, lo que fue el punto de comienzo de una generación brillante. A lo largo de su carrera ha dado forma a la del Reichstag en Berlín, símbolo de transparencia democrática; el rascacielos 30 St Mary Axe en Londres, conocido como The Gherkin; el Aeropuerto Internacional de Hong Kong; el Puente del Milenio; y la Sede del Ayuntamiento de Londres. España ocupa un lugar esencial en la vida de Norman Foster. Está casado con la española Elena Ochoa, editora, comisaria de arte y fundadora de Ivorypress. Ambos mantienen un fuerte vínculo con Madrid, donde se instaló la Norman Foster Foundation en un palacete histórico del barrio de Chamberí. Su relación con Ochoa ha sido determinante: juntos han impulsado proyectos culturales, educativos y filantrópicos, siempre con un enfoque internacional. 

Todavía, Norman sigue trabajando diariamente y muy volcado en su función, viajando por todo el mundo. Su vida profesional se caracteriza por una energía inagotable y un compromiso férreo con la innovación. Para él, la arquitectura no es solo estética, sino una herramienta de transformación social y ambiental. De ahí su insistencia en las energías limpias, la movilidad sostenible, los edificios autosuficientes y las ciudades centradas en las personas.

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