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La sencilla tiara de Isabelle de Orléans en París: diamantes y heredada de la abuela del Emérito

La joven, descendiente de la antigua monarquía francesa y ahijada del rey Felipe, debutó en Le Bal este fin de semana

La sencilla tiara de Isabelle de Orléans en París: diamantes y heredada de la abuela del Emérito

Isabelle de Orléans, junto a su acompañante. | Le Bal

Este fin de semana ha tenido lugar en París uno de los eventos favoritos de la jet-set europea; el Baile de Debutantes. Allí se han presentado en sociedad los nepo-babies o los que serán los grandes rostros de la socialité internacional. Una de las grandes protagonistas ha sido Isabelle de Orléans, hija de los duques de Chartres, que lució una bonita y discreta tiara que perteneció a Luisa de Orléans, la abuela materna del rey Juan Carlos.

Tal y como confirman el experto en Casa Real, José Moreno, se trata de una pieza elaborada en diamantes y platino que pasó, tras el fallecimiento de Luisa, a su hija, la princesa María de la Esperanza, quien la lució en la boda del Emérito junto a la reina Sofía en Atenas a mediados de los años 60. Con el tiempo, la joya fue subastada y adquirida por V Musk Jewellery, que la ha cedido, este fin de semana, para que la luzcan en Le Bal.

La impresionante tiara de Isabelle de Orléans en Le Bal

Isabelle de Orléans es una joven aristócrata francesa que pertenece a la histórica Casa de Orléans, descendiente de la antigua monarquía francesa. Tiene alrededor de 20 años y combina su herencia nobiliaria con una educación moderna e internacional, cursando estudios en Londres en Administración y Empresa. Su linaje conecta la tradición aristocrática con la vida contemporánea, manteniendo vivas las raíces familiares mientras se forma en un entorno global.

En 2025, Isabelle ha hecho su puesta de largo en Le Bal des Débutantes de París, un evento social internacional que combina tradición, moda y filantropía. Este baile, que reúne a jóvenes de familias aristocráticas y de la alta sociedad, representa la presentación en sociedad de las debutantes. Isabelle ha acudido acompañada de Constantin d’Orléans, otro miembro de su familia, respetando la tradición de tener un acompañante masculino durante el evento. Para la ocasión, lució un vestido de alta costura del diseñador Antonio Grimaldi y una tiara histórica de la Casa de Orléans, que subrayaba su herencia nobiliaria.

Era de la abuela materna del Emérito y está hecha con diamantes

La participación de Isabelle en el baile simboliza la continuidad de las tradiciones aristocráticas en un contexto moderno. A través de este evento, combina su formación internacional, la presencia mediática y el vínculo con la historia de su familia. Su aparición en Le Bal 2025 no solo consolidó su debut social, sino que también reforzó la visibilidad de la aristocracia contemporánea: jóvenes que equilibran tradición, educación y compromiso social. Como decíamos, Isabelle lució una pieza histórica que pertenecía a la Familia Real española, en la rama del rey Juan Carlos, pero también sus lazos son personales.

Luisa de Orléans con su tiara.

Isabelle de Orléans mantiene un vínculo cercano y simbólico con la familia real española, ya que el rey Felipe VI es su padrino. Este lazo se remonta a su bautizo en 2012, celebrado en Portugal, donde Felipe —entonces Príncipe de Asturias— asumió el papel de padrino, estableciendo una conexión personal y familiar que ha perdurado en el tiempo. Su primera comunión, celebrada en 2021, también destacó por la presencia de figuras cercanas a la monarquía española, reforzando la visibilidad de este vínculo.

El lazo entre Isabelle y Felipe VI no es únicamente formal; proviene de una relación de amistad y cercanía entre las familias aristocráticas europeas. Su padre, Charles‑Philippe de Orléans, ha reconocido públicamente la excelente relación que mantienen con la Casa Real española, considerando a Felipe VI un amigo cercano. Esta relación combina componentes históricos, derivados de los vínculos entre casas nobiliarias europeas, con un contacto personal real y actual. En años recientes, Isabelle ha mantenido encuentros y participación en eventos públicos donde se ha reflejado esta relación, como exposiciones y actos sociales en España, lo que demuestra que la conexión sigue activa. Ser ahijada del Rey no solo le otorga un reconocimiento simbólico, sino que también la sitúa dentro de una red de relaciones internacionales entre casas nobiliarias y refuerza los lazos históricos entre Francia, Portugal y España.

La historia tras la tiara

Si hablamos de la pieza elegida para debutar en sociedad, sin duda, se trata de una joya conocida como la Orléans-Braganza Diamond Tiara. Es una tiara histórica confeccionada en platino y engastada con numerosos diamantes —típica del período Belle Époque—. Según la casa de subastas que la vendió, la pieza tiene piedras de talla antigua (old-cut, old pear-shaped y rose-cut) y su interior mide unos 21,2 cm. Fue creada alrededor de 1905, probablemente para Luisa de Orléans, quien era princesa de la rama de los Borbón‑Dos Sicilias por matrimonio.

Luisa de Orléans recibió la tiara con motivo de su boda en 1907 con el infante Carlos de Borbón‑Dos Sicilias. Con ello, la pieza se integró en el patrimonio de la nobleza española/francesa. Posteriormente pasó a su hija, María de la Esperanza de Orléans‑Braganza, y luego a su nieta, María de la Gloria de Orléans‑Braganza —de hecho, fue esta última quien subastó la tiara en 1982—. La tiara reapareció en 2025 de la mano de quienes la poseen actualmente o bien la gestionan como pieza histórica: fue cedida temporalmente por la firma de joyería responsable del evento para su uso en Le Bal. Sin duda alguna, que Isabelle de Orléans lleve esta tiara significa un gesto de continuidad histórica: recuperar una joya emblemática de su familia — y por extensión de la aristocracia europea — para un evento moderno. Así, la tradición de la nobleza convive con la actualidad.

La pieza, también, representa el lujo clásico, el legado aristocrático, y aporta al «debut en sociedad» de la joven un aire de elegancia atemporal propio de la Belle Époque. Que la tiara aparezca en un evento público como Le Bal también recuerda que muchas de estas joyas —aunque con pasado aristocrático— hoy tienen valor simbólico, histórico y de patrimonio, más allá de su componente económico o de ostentación. En Le Bal, la tiara, con su montaje de diamantes sobre platino y diseño floral/arcos —típico de principios del siglo XX— aportó al conjunto un aire aristocrático, elegante y muy refinado, acorde con la solemnidad del evento

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