Leonor y Sofía renuncian al palacete de Balada: rechazan su millonaria herencia en Menorca
Tanto la princesa como la infanta han cedido su parte de la herencia que recibieron en 2009 a la Fundación Hesperia

La princesa Leonor y la infanta Sofía, en una imagen de archivo. | Gtres
Hace unos años, la Familia Real española recibió la herencia de Jaume Balada, un multimillonario balear que le otorgó tanto a Felipe como Letizia y sus hijas —así como a los nietos del rey emérito— varias propiedades repartidas por las islas pitiusas. Como ya contamos en THE OBJECTIVE, uno de esos inmuebles era un palacete, en la capital de Menorca, que quedó a cargo de la princesa Leonor, la infanta Sofía y sus primos; Felipe y Victoria de Marichalar; así como Juan, Miguel, Pablo e Irene Urdangarin. Aunque eso sí, ellos tendrían que decidir qué querían hacer con el palacio una vez todos fueran mayores de edad.
Ese momento llegó el pasado mes de abril cuando la pequeña del clan, la infanta Sofía, cumplió 18 años. Ahora, tanto Leonor como Sofía han decidido rechazar esta herencia, como confirman en el Diario de Menorca. Y es que, en estos últimos años, había sido el propio rey Felipe quien había dado pistas de cuál sería el destino del palacete, apuntando que serían ellas quienes decidieran qué se iba a hacer. Aunque eso sí, siempre teniendo por bandera las distintas medidas de austeridad que se integraron en la Casa Real desde la llegada del monarca. Han pasado más de seis meses desde que la hija pequeña de los Reyes cumpliera la mayoría de edad y, por eso, ya tienen capacidad de decidir qué es lo que querían hacer. Y, siguiendo los pasos de sus padres, quienes también heredaron un gran patrimonio de Balada, han decidido rechazarlo y donarlo.
La princesa Leonor y la infanta Sofía han rechazado el palacete

De esta manera, ahora, el futuro del inmueble está en manos del resto de sus primos y, también, de la Fundación Hesperia, que fue un encargo del propio Balada, quien indicó a los monarcas que con su herencia quería crear una ONG en la isla. De esta forma, tanto Leonor como Sofía han decidido donar sus cuotas de participación sobre el inmueble, como confirman al mencionado medio desde la Casa Real. Fue en 2009 cuando Jaume Balada donó este palacete a los, por aquel entonces, príncipes de Asturias, a sus dos hijas y, también, a los nietos del rey emérito. Un año más tarde, los Reyes decidieron destinar la parte que les correspondía de la herencia a fines de carácter social.
El palacete Balada, situado en la Plaza Juan de Borbón de Ciudadela, Menorca, es una de las propiedades más conocidas y valiosas de la isla. Construido en 1996 por el empresario menorquín Juan Ignacio Balada Llabrés, este palacete de unos 500 metros cuadrados se convirtió en su residencia habitual y en un símbolo de su estatus y visión empresarial. Su diseño refleja una arquitectura cuidada, con amplios salones, jardines y un estilo clásico que combina funcionalidad y elegancia mediterránea.
La historia tras la herencia de Jaume Balada
Tras el fallecimiento de Balada en 2009, el palacete pasó a formar parte de la herencia vinculada a la Casa Real española y a la Fundación Hesperia, según el testamento del empresario. Concretamente, la propiedad fue adjudicada a los nietos del rey emérito como parte del legado, mientras que otros bienes fueron destinados a la fundación, encargada de su gestión y conservación. Desde entonces, la residencia permanece deshabitada, conservándose cuidadosamente para evitar su deterioro.

A lo largo de los años, el palacete ha sido objeto de interés social y mediático. El Ayuntamiento de Ciudadela ha solicitado en varias ocasiones su cesión para fines comunitarios, como centro de día para mayores o vivienda tutelada, dado que la ciudad carece de infraestructuras suficientes para estas necesidades. Sin embargo, la titularidad de los herederos, muchos de ellos menores durante años, complicó cualquier decisión hasta que alcanzaron la mayoría de edad. Recientemente, algunas de las herederas renunciaron a su parte del inmueble, cedíendola a la Fundación Hesperia, lo que abre nuevas posibilidades para su destino.
El palacete Balada no solo representa un valor patrimonial y arquitectónico, sino también un vínculo histórico entre Menorca y la Casa Real, a través de la figura de Balada. Por ahora, futuro sigue siendo incierto y podría transformarse en un espacio de utilidad pública, convirtiéndose en un recurso valioso para la comunidad de Ciutadella, o mantenerse como propiedad privada gestionada por la fundación.
Inmuebles, fondos e inversiones
Cuando el empresario menorquín Juan Ignacio Balada Llabrés falleció en 2009, dejó un legado significativo que vinculaba su patrimonio con la Casa Real española. Según el testamento, los bienes se repartieron entre los nietos del rey emérito y la Fundación Hesperia, encargada de gestionar gran parte del legado. Además del palacio, el empresario dejó otros inmuebles y propiedades como varias casas, solares y fincas que formaban parte del patrimonio inmobiliario de Balada en Menorca y alrededores. También, a sus herederos, es decir, los Reyes, se les otorgó fondos, inversiones y otros activos financieros vinculados al empresario. Parte de estos recursos fueron destinados a la fundación, con fines de gestión patrimonial y proyectos sociales.
El objetivo del empresario, en todo momento, ha sido garantizar que su legado tuviera continuidad y utilidad, combinando la protección de los menores herederos con la gestión profesional de la fundación. Así, los reyes no heredaron directamente todo, sino que sus nietos recibieron una parte concreta de los bienes, con la fundación gestionando otros elementos para preservar el patrimonio y su valor.
