El primer matrimonio de Elvira Lindo antes de Muñoz Molina: «La boda fue en un bajo muy feo»
La escritora conoció, cuando era muy joven, a «un camarada del Partido Comunista» con quien fue madre con 22 años

Elvira Lindo, en una imagen de archivo. | Gtres
Elvira Lindo puede presumir de ser una de las escritoras más laureadas de nuestro país. La intelectual está casada, además, con Antonio Muñoz Molina, con quien no solamente comparte su pasión por la literatura y el mundo de las artes sino que, también, les ha unido una profunda conexión. Además, Lindo fue madre cuando apenas cumplió la veintena, una experiencia de la que no se arrepiente, pero que, con el tiempo, le ha ayudado a saber que tener un bebé a esa edad fue algo especialmente duro. Ahora, Miguel ya es un hombre, tiene establecida su carrera como dibujante y solamente le da alegrías a su madre, al igual que los vástagos de Muñoz Molina, quienes han completado la familia con sus hijos.
Antes de su conocida relación con el escritor Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo estuvo casada por primera vez cuando era muy joven. Su primer matrimonio formó parte de una etapa inicial de su vida marcada por la búsqueda de independencia personal y profesional. Han sido varias las ocasiones en las que Lindo ha hablado sobre esta relación anterior. Es más, en una de sus últimas entrevistas, concretamente en el programa de La Sexta, Salvados, la escritora explicó que, cuando tenía 21 años, contrajo matrimonio —civil, algo raro por aquella época— con «un camarada del Partido Comunista».
Así fue el primer matrimonio de Elvira Lindo «con un camarada»
Sobre esa boda, la propia Elvira ha contado que ocurrió a principios de los años 80, concretamente en 1981, «en un bajo de mi barrio, de Moratalaz, en el sitio más feo del mundo». Para la ocasión, Almudena se enfundó un vestido comprado de segunda mano en El Rastro y en una ceremonia civil que la propia Elvira ha recordado, de vez en cuando, con cierta incomodidad. Es más, explicó que todo lo que se hacía en las bodas civiles, por aquella época, era para que te sintieras «de puta pena». Respecto a esa etapa, reconoció que se quedó embarazada joven —«a los 22 años»— fruto de ese primer matrimonio. Admitió que fue «inconsciente» en ese momento, pero también que defendió su hijo «contra viento y marea».
De esta manera, y con el paso del tiempo, Lindo ha tenido tiempo de reflexionar sobre su matrimonio con un tono más pausado, reconociendo que aquella época fue formativa, aunque marcada por una fuerte confusión, vulnerabilidad y en un entorno diferente al actual. Es más, en su entrevista en Salvados se notó que tocaba el tema con cierta nostalgia, casi como una experiencia pasajera que le permitió crecer, aprender y definir su identidad más adelante.
Su boda civil en el bajo «más feo» de Moratalaz
Sin duda alguna, la relación con su expareja forma parte del pasado y, ahora, Elvira mantiene un sólido matrimonio con Antonio Muñoz Molina, a quien conoció hace más de tres décadas. Su matrimonio es una de las uniones más sólidas, discretas y admiradas del panorama cultural español. Su relación nació a finales de los años ochenta, cuando ambos comenzaban a consolidar sus carreras literarias y periodísticas, y desde entonces han construido un vínculo basado en la complicidad intelectual, el respeto mutuo y una forma tranquila y profunda de entender la vida.
Ambos se conocieron en un entorno de lo más profesional; cuando Lindo trabajaba en medios de comunicación y Muñoz Molina ya era una figura emergente en la literatura. Desde el inicio, su relación estuvo marcada por la afinidad cultural: compartían lecturas, inquietudes artísticas y una sensibilidad parecida hacia la escritura y la observación del mundo. Con el tiempo, esa conexión se convirtió en un vínculo sentimental estable que desembocó en matrimonio.
A lo largo de los años, han mantenido una vida en común marcada por la discreción. Aunque ambos son figuras públicas, han evitado deliberadamente la exposición mediática y han cuidado con esmero su intimidad. Su hogar ha sido siempre un espacio de intercambio creativo: leen mutuamente sus textos, se hacen comentarios, se apoyan en proyectos y celebran los logros del otro con una naturalidad que refleja una convivencia sólida y respetuosa.
Su sólida relación con Muñoz Molina
Como ya contamos en THE OBJECTIVE, el matrimonio ha vivido entre Madrid y Nueva York, ciudades fundamentales en sus trayectorias. En Nueva York, donde Muñoz Molina fue director del Instituto Cervantes y donde ambos residieron largas temporadas, desarrollaron una vida culturalmente estimulante, cerca de museos, librerías y la comunidad literaria hispana. En Madrid, su vida ha sido más doméstica y cotidiana, vinculada a su círculo cercano y a la rutina creativa.
A nivel humano, la pareja se caracteriza por un equilibrio particular: él, más reflexivo y metódico; ella, más intuitiva y de mirada vivaz. Juntos han construido un hogar en el que la literatura convive con el humor, la crítica constructiva y un compañerismo que se percibe en cada entrevista conjunta o apariciones puntuales. Aunque comparten profesión, nunca han competido: se leen, se respetan y celebran la voz del otro, algo que ellos mismos han descrito como «una forma de crecer juntos».
Su matrimonio ha sobrevivido a mudanzas, proyectos internacionales, el ritmo incierto de la vida cultural y los cambios de etapa que acompañan a cualquier pareja de largo recorrido. Y lo ha hecho sin sobresaltos públicos, sin polémicas y sin perder el carácter íntimo que define su relación. En esa misma entrevista en Salvados, Muñoz Molina contó un periodo depresivo que había vivido, donde lo único que le calmaba era estar en el campo, cerca de la tierra y sin interrupciones. En esa etapa también estuvo junto a Elvira, quien le sirvió calmar en los momentos de más tormenta.
