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La villa rural donde Juan del Val y Nuria Roca han invertido es «la Andalucía» de Ávila

El matrimonio se ha comprado una casa en la sierra de Gredos y que es una de las puertas a la maravillosa naturaleza

La villa rural donde Juan del Val y Nuria Roca han invertido es «la Andalucía» de Ávila

Juan del Val y Nuria Roca, en una imagen de archivo. | Gtres

Juan del Val y Nuria Roca se han comprado una casa en la sierra de Gredos. Los dos colaboradores de televisión han invertido en una segunda residencia rodeada de naturaleza exuberante, con un ambiente tranquilo y con rutas de montaña disponibles para desconectar. Esta, además, se encuentra en uno de los pueblos de referencia para los más amantes del mundo rural, con mucho carácter y más queridos de la zona. Esta compra, además, se suma a su otra casa en Pozuelo de Alarcón, donde el matrimonio posee un moderno chalé donde se instalaron junto a su familia hace un tiempo.

Ahora, el lugar elegido por del Val y Roca es Candeleda, uno de los pueblos más bonitos de la sierra de Gredos. Situada en el extremo sur de la provincia de Ávila y a los pies de la imponente sierra de Gredos, Candeleda es una localidad que sorprende por su mezcla de naturaleza exuberante, cultura rural, clima casi mediterráneo y un patrimonio humano lleno de carácter. Es uno de los pueblos más visitados de la zona y también uno de los más queridos por quienes buscan tranquilidad, rutas de montaña y un entorno auténtico.

El pueblo de Ávila donde se han comprado una casa

Además, está situada en una comarca fronteriza entre tres regiones: Castilla y León, Extremadura y Castilla-La Mancha. Esa posición le da una identidad particular, más suave y cálida que la típica meseta castellana. Gracias al efecto protector de Gredos y al caudal de gargantas y arroyos, Candeleda disfruta de un microclima templado, con inviernos suaves y veranos agradables. Este tipo de clima permite que haya naranjos, limoneros, con abundante vegetación y una vida al aire libre durante gran parte del año. El pueblo tiene un casco histórico muy bien conservado, donde predominan las calles estrechas y empedradas, las casas tradicionales con balconadas de madera y los detalles arquitectónicos que recuerdan su pasado agrícola y ganadero.

Algunos de los lugares más destacados son la Plaza Mayor, que se ha convertido en un centro social y en un lugar de encuentro, así como la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que es de origen medieval y que ha sido renovada en diversos estilos. Las casas blasonadas muestran el peso histórico de los antiguos linajes locales, mientras que el barrio de La Judería es uno de los rincones más pintorescos de la zona. Cada rincón del casco invita al paseo lento, al comercio local y a detenerse en tabernas y cafés. Sin duda alguna, si algo define a Candeleda es su entorno natural.

Candeleda, una joya para Juan del Val y Nuria Roca

El pueblo es puerta de entrada a la vertiente sur de Gredos, una zona menos conocida que la norte pero mucho más frondosa y cálida. Desde aquí parten numerosas rutas de senderismo y excursiones hacia gargantas, pozas y miradores. Además, la garganta de Santa María es uno de los lugares más emblemáticos, ya que se trata de un curso de agua cristalina con pozas naturales donde bañarse, rodeado de robledales y zonas de sombra. El embalse de Rosarito, que se encuentra a pocos kilómetros, es muy visitado para aquellas personas aficionadas a la pesca, los deportes acuáticos y alistamiento de aves, especialmente las grullas.

La localidad de Candeleda está en Ávila. | Escapada Rural

La gastronomía de Candeleda refleja la esencia de la comarca: una cocina sincera, de producto y tradición. El gran emblema es el cabrito de raza verata, criado en los alrededores y cocinado lentamente hasta lograr una carne tierna y aromática. Las migas veratas, aliñadas con pimentón de La Vera, son otro de los platos imprescindibles, herencia de los pastores que recorrían estas tierras. No faltan las calderetas, los guisos de siempre, las chacinas elaboradas de manera artesanal y los quesos de cabra que concentran el sabor del entorno. La huerta local aporta frutas y verduras de gran calidad, entre ellas los cítricos —naranjas y limones— que crecen gracias al microclima templado. Todo se completa con miel de montaña, dulces tradicionales y una despensa que mezcla influencias castellanas y extremeñas.

Su gastronomía, naturaleza y mucho por conocer

La vida cotidiana en Candeleda fluye al ritmo pausado y cálido de los pueblos que conservan sus raíces. Sus habitantes destacan por un carácter cercano, orgulloso de su tierra y abierto al visitante. Las calles, las plazas y las terrazas son lugares de encuentro constantes, donde conversar, tomar algo o prolongar la tarde se convierte en un ritual. El comercio local sigue teniendo un peso importante, lo mismo que las actividades culturales, el deporte al aire libre y las tradiciones que se mantienen vivas de generación en generación. En los últimos años, el pueblo ha atraído a nuevos vecinos y a viajeros que buscan naturaleza, tranquilidad y un estilo de vida más auténtico.

Nuria y Juan se han comprado una casa en Candeleda. Turispain

Candeleda tiene esa cualidad difícil de definir que hace que muchos visitantes quieran volver. La combinación de naturaleza exuberante, arquitectura con identidad, gastronomía potente y una forma de vida amable crea un ambiente que seduce desde el primer paseo. Aquí el tiempo parece discurrir de otra manera: las mañanas son luminosas, las siestas tienen rumor de agua de las gargantas y las noches invitan a caminar bajo estrellas nítidas que solo se ven en pueblos sin prisas. Es un lugar que invita al descanso, a la contemplación y a disfrutar de las cosas sencillas.

Además, es el segundo destino elegido por los turistas para disfrutar de la vida rural y muchas personas lo conocen como «la Andalucía» de Ávila. Quien llega por primera vez entiende enseguida por qué. El pueblo vive bajo un microclima cálido y luminoso que nada tiene que ver con la imagen fría y severa de la meseta castellana. La sierra de Gredos lo abraza como un murallón natural y lo protege de los vientos del norte, permitiendo que prospere una vegetación sorprendente: naranjos, limoneros, palmeras ornamentales, olivos, higueras… un paisaje casi mediterráneo que rompe todas las expectativas.

Ese clima suave impregna el día a día y contribuye a que Candeleda tenga un aire sureño, reforzado por la estética del pueblo. Muchas de sus casas lucen fachadas encaladas y balcones floridos, evocando a las aldeas blancas de Andalucía. Las calles, estrechas pero luminosas, invitan a pasear sin prisa, y los patios rebosan macetas, plantas trepadoras y rincones de sombra que recuerdan a la arquitectura popular del sur. Pero no es solo una cuestión de luz o de paisaje: Candeleda comparte con Andalucía un modo de vivir. Los candeledanos tienen fama de abiertos, sociables y amantes de la calle, siempre dispuestos a alargar la conversación en una terraza o a celebrar las fiestas como si formaran parte de su identidad más profunda. El espíritu comunitario y festivo, tan arraigado en el pueblo, refuerza esa sensación meridional que tanto sorprende al visitante.

A todo ello se suma una tradición agrícola y ganadera que conecta más con el sur que con Castilla. El cabrito verato, los huertos fecundos o la cercanía cultural con La Vera extremeña tejen un paisaje humano y gastronómico que también mira hacia abajo en el mapa. Por eso, cuando se dice que Candeleda es la Andalucía de Ávila, no se exagera. Es un lugar donde la luz tiene otro tono, la vida transcurre con otro ritmo y el ambiente recuerda a tierras más cálidas. Un pueblo que, aun siendo abulense, respira con alma sureña.

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