El pueblo rural de Vizcaya donde Robe pasó sus últimos años: histórico, pintoresco y con arraigo
El vocalista de Extremoduro falleció, esta misma semana, a los 63 años, tras mudarse, hace tiempo, a una vida rural

Robe, en una imagen de archivo. | Gtres
Desde hace muchos años, Robe tuvo claro que quería una vida lejos de la ajetreada y agonizante ciudad. Es por eso que, casi antes de que triunfara de la mano de Extremoduro, decidió marcharse hasta Vizcaya, concretamente a una pequeña localidad rodeada de naturaleza y buenos momentos. Y es que allí encontró su remanso de paz pero, también, un sitio donde compartir momentos junto a sus compañeros de trayectoria como Fito Cabrales o sus compañeros de banda. Así, el País Vasco se convirtió en su refugio, donde crio a sus dos hijos y vivió su historia de amor con Bibi.
Lo cierto es que el País Vasco es uno de los lugares favoritos de aquellas personas que quieren encontrar un poco de paz en un mundo que, a veces, va un poco rápido. Y es que se trata de un entorno idílico, con mucha naturaleza y en el remanso donde, no solamente escribir canciones, sino, también, llevar una vida tranquila y alejada del ajetreo de la ciudad. Sí que es cierto que, ya en una entrevista con Rolling Stone en 2012, el propio Robe admitió que Vizcaya se había convertido en algo esencial en su inspiración, para su carrera en solitario y, también, para fortalecer su unión con su grupo.
Así es Lezama, el pueblo rural y vasco donde vivió Robe

Así, la casa de Robe se ubicó en la localidad de Lezama. Un municipio y localidad del norte de España, situado en la provincia de Vizcaya, dentro de la comunidad autónoma del País Vasco. Pertenece a la comarca del Valle de Txorierri, una zona verde y de colinas suaves entre los valles de Butrón y Nervión, a unos 10–15 km al este de Bilbao, la capital provincial. Con una superficie de unos 16,8 km² y una población de alrededor de 2.400-2.500 habitantes, Lezama mantiene un carácter rural y tranquilo, pero con excelentes conexiones de transporte, incluyendo la línea E3 de Euskotren que la enlaza frecuentemente con Bilbao y otros pueblos del valle.
Geográficamente, Lezama se ubica en el valle de Asúa, un terreno predominantemente llano rodeado de colinas y montes modestos como Irurimendi, Xantoibaso y Urrusti. Esta posición hace que el municipio ofrezca paisajes variados, mezcla de campos, arroyos y montañas bajas, ideales para paseos, actividades al aire libre y vida tranquila cerca de la naturaleza. Una parte importante del encanto de Lezama viene de su entorno natural y agrícola, que contrasta con la cercana zona industrial del área metropolitana de Bilbao, manteniendo un ambiente que combina lo rural con lo accesible.
Un carácter histórico y con mucho arraigo
Lezama tiene un patrimonio interesante para una localidad de tamaño pequeño, con vestigios que recuerdan su pasado medieval. En el lugar, nos encontramos con distintos monumentos que marcan su cultura como la Iglesia de Santa Maria, el templo principal del municipio con orígenes en el siglo XIII y una fachada elegante; su interior alberga varios altares clásicos. Por su parte, la Torre de Lezama es una torre medieval del siglo XIV construida en piedra, visible cerca del centro y que habla de la importancia defensiva y señorial de la zona durante la Edad Media. También, tienen casas solariegas y torres, en diferentes puntos del municipio se conservan casas y torres de linajes antiguos, como las de Basabil, Arechavaleta y la casa solar de Oxangoiti, que testimonian las raíces históricas de la villa.

El núcleo urbano mantiene aún hoy ese carácter de pueblo vasco con calles tranquilas, plazas y construcciones tradicionales que atraen a quienes buscan conocer la historia local y la vida tradicional del País Vasco. Una de las cosas que hace internacionalmente conocida a Lezama es la presencia de las instalaciones de entrenamiento del Athletic Club de Bilbao, uno de los clubes de fútbol más emblemáticos de España. Estas instalaciones no solo sirven para la preparación del primer equipo, sino que también son la base de la cantera y equipos de categorías inferiores, incluyendo al equipo femenino y equipos juveniles.
Club de equitación y un lugar de referencia para el Athletic
Este centro ha convertido a Lezama en un punto de referencia futbolística, y es frecuente ver aficionados y visitantes acercarse para conocer la sede donde se forman muchas de las promesas del fútbol vasco y español. Lezama conserva varias fiestas populares a lo largo del año que reflejan la vida comunitaria tradicional. Andra Mari, que se celebra el 8 de septiembre, es la principal fiesta del municipio, celebrada con actividades culturales, música y encuentro vecinal. Otras celebraciones locales incluyen festividades en barrios como Goitioltza, Aretxalde y Garaioltza, cada una con su día y su identidad propia dentro de la comunidad. Estas fiestas atraen tanto a residentes como a visitantes cercanos y son una buena oportunidad para experimentar la cultura vasca en un entorno local.

Además del entorno natural y las actividades típicas de pueblo, Lezama cuenta con un club de equitación, ideal para practicar la hípica y disfrutar del campo alrededor del municipio. La localización de Lezama, con su combinación de naturaleza, patrimonio y vida tranquila, la hace atractiva también para quienes buscan vivir cerca de Bilbao pero con ritmo más pausado y contacto con la naturaleza. Esta localidad, sin duda, mantuvo una relación de lo más especial con Robe. A diferencia de la intensidad y visceralidad de sus letras, Robe eligió para sus últimos años una vida serena y familiar en Lezama, una localidad verde y pausada a unos 20 minutos de Bilbao. Allí residía con su esposa Bibi Vázquez y sus dos hijos, Nahún y Karín Iniesta, a quienes siempre protegió del foco mediático.
La vida de Robe en Lezama

Su casa —una vivienda de campo rodeada de naturaleza vasca— no era un lugar de glamour, sino un refugio personaldonde podía cultivar la calma, la lectura y la creatividad, aspectos que él mismo valoraba profundamente. Allí, Robe se dedicaba a la lectura y escritura nocturna, así como a la cocina casera y el deporte ligero. Este estilo de vida más apacible también le permitió centrarse en espacio familiar, cuidando especialmente la educación y autonomía de sus hijos, quienes mantuvieron desde siempre una vida independiente y fuera del foco de la fama. Su hijo mayor, Nahún, siguió parcialmente el camino musical como batería de la banda Kontrol-M, aunque sin buscar capitalizar la notoriedad de su padre.
Aunque su época de grandes giras y conciertos multitudinarios había terminado, Robe siguió componiendo y trabajando en proyectos personales. Incluso desde Lezama participó en colaboraciones, como la canción Caída Libre junto a Leiva, incluida en el álbum Gigante, que se convirtió en uno de sus últimos trabajos públicos antes de fallecer. Durante sus últimos años, la tranquilidad de Lezama fue también un contexto para enfrentar problemas de salud que lo llevaron a cancelar conciertos —como en 2024 tras un tromboembolismo pulmonar—. Su entorno familiar y la vida pausada que eligió fueron elementos clave para atravesar esos momentos con privacidad y estabilidad.
