Los imprescindibles de Juan del Val por España: de su restaurante en Madrid a su rincón en Ávila
El ganador de premio Planeta 2025 es un gran apasionado de la gastronomía de nuestro país y sus tradiciones

Juan del Val, en una imagen de archivo. | Gtres
Juan del Val es un apasionado de la tierra. El escritor, ganador del premio Planeta 2025, ha demostrado, en varias ocasiones, que está muy ligado a las tradiciones españolas. Es más, durante la temporada de Las Ventas, no hay corrida de toros que se pierda y siempre disfruta dándose un paseo y disfrutando de la música en Sevilla. En los últimos meses, además, tanto él como su mujer, Nuria Roca, han decidido invertir a unos cuantos kilómetros de su casa, su residencia familiar, concretamente en la localidad de Candeleda, en Ávila, como ya contamos en THE OBJECTIVE. Un punto de nuestra geografía que se suma a otros de los favoritos que tiene el colaborador de El hormiguero a lo largo y ancho de nuestro país.
Madrid ocupa un lugar central en su imaginario. No solo porque es la ciudad donde vive desde hace años, sino porque representa para él un espacio de estímulo constante. Le interesa especialmente el Madrid vivido, el de los barrios, los cafés, los restaurantes y las conversaciones anónimas. Es una ciudad que asocia con el movimiento, el contraste y la libertad de ser uno mismo sin dar explicaciones. En sus reflexiones suele destacar la energía madrileña y su capacidad para acoger a todo el mundo, algo que conecta mucho con su mirada irónica y social.
El restaurante favorito de Juan del Val en Madrid
Entre sus restaurantes favoritos de la capital, nos encontramos con La Manduca de Azagra — ubicado en la calle Sagasta, 14 — es el lugar que él repite cuando tiene ocasión de comer con amigos. Este restaurante es conocido por una cocina española tradicional y bien ejecutada, con platos de temporada y un ambiente acogedor que lo hacen ideal tanto para comidas más relajadas como para celebraciones informales. Según del Val, es un sitio al que vuelve con frecuencia cuando se trata de compartir mesa y pasar un buen rato gastronómico. En más de una ocasión, además, ha comentado que, si quiere disfrutar de una cita junto a su mujer, suele elegir restaurantes japoneses. También, disfruta de clásicos madrileños como el bocadillo de calamares o buenos aperitivos por el centro.
La Manduca de Azagra es un restaurante con raíces navarras que llegó a Madrid en 2003 y se ha consolidado como una referencia gastronómica dentro de la cocina regional española con enfoque en la huerta y en el producto de temporada. Sus fundadores, originarios de Azagra (Navarra), trajeron con ellos no solo recetas, sino también una filosofía: poner el producto -especialmente las verduras- en primer plano, tratándolo con máximo respeto y sencillez. La propuesta culinaria está basada en ingredientes de altísima calidad, muchos de ellos procedentes de huertas propias o seleccionados cuidadosamente por su frescura y sabor. Más allá de ser un restaurante de verduras, su cocina es equilibrada: carnes, pescados y legumbres también tienen un papel destacado, siempre interpretados con respeto a la tradición y al sabor original.

Entre los platos de su carta, nos encontramos con pimientos de cristal asados, verduras de temporada, carnes y pescados y platos de cuchara. El local, ubicado en la calle Sagasta del barrio de Chueca/Chamberí, tiene un diseño interior sofisticado y cálido, fruto del trabajo del arquitecto Patxi Mangado. La decoración combina materiales simples como ladrillo blanco y cerámica con una iluminación indirecta y acogedora, creando un ambiente elegante pero sin ostentación. Las mesas están bien separadas, lo que aporta privacidad y tranquilidad a la experiencia gastronómica.
La Manduca de Azagra ha sido muchas veces destacada en guías gastronómicas y por amantes de la buena cocina en Madrid por su calidad constante y su respeto por el producto. Su clientela suele ser fiel, y el restaurante también aparece entre los favoritos de quienes buscan una experiencia culinaria sobria, tradicional y bien ejecutada en la capital.
De Cádiz a Madrid, pasando por Candeleda
La provincia de Cádiz, y en particular algunas zonas de su costa, es otro de sus grandes refugios. Allí encuentra justo lo contrario que en Madrid: calma, silencio y tiempo lento. El mar tiene para él un valor casi terapéutico, un espacio donde ordenar ideas y desconectar del ruido mediático. Cádiz aparece asociada al descanso, a los paseos sin rumbo y a una forma de vida más sencilla y menos impostada, algo que valora mucho. Más allá de la costa, Juan del Val ha mostrado admiración por la Andalucía interior, por sus pueblos y paisajes menos evidentes. Le atrae su autenticidad, la conversación pausada y la importancia de lo cotidiano. Es un entorno que suele relacionar con la memoria, las raíces y cierta sabiduría popular que observa con respeto y curiosidad.
Sin ninguna duda, una de sus zonas favoritas, sobre todo a juzgar por sus últimas inversiones inmobiliarias, es la sierra de Gredos. Concretamente, la localidad abulense de Candeleda. Candeleda es un pueblo serrano situado al sur de Ávila, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, y muy cerca de la frontera con Extremadura. Su ubicación le confiere un microclima más suave y luminoso que el de otras zonas de la meseta castellana, con vegetación exuberante y aire casi mediterráneo, lo que le ha valido el apodo de «Andalucía abulense». Juan del Val y Nuria Roca compraron su casa en primavera de 2025 en esta localidad — concretamente en la zona de El Raso, una pedanía del término municipal de Candeleda — como un refugio rural alejado del ritmo frenético de Madrid.

Como contamos en THE OBJECTIVE, no se trata de una simple casa pequeña; el proyecto abarca más de 40.000 m² de terreno y una vivienda de más de 400 m² habitables, pensada para disfrutar en familia, conectada con la naturaleza y con espacios amplios, luminosos y cómodos. La reforma está siendo dirigida por su amigo Pepe Leal, conocido interiorista, y la pareja disfruta del proceso creativo de diseñar su hogar, algo que han compartido con humor y entusiasmo en distintos programas de televisión.
El pueblo está atravesado por múltiples gargantas y arroyos de montaña que bajan desde Gredos, con zonas de pozas ideales para paseos y baños en verano. Además, sus calles empedradas, casas tradicionales con balcones floridos y la vida pausada de pueblo contrasta con la vida urbana, ofreciendo paz y desconexión. Conserva, también, arquitectura tradicional, plazas históricas, iglesias antiguas y rincones que invitan a pasear sin prisa. Los vecinos mantienen un ritmo de vida cercano y acogedor; incluso el alcalde de Candeleda ha comentado lo bien recibidos que están Juan del Val y su familia en la zona.

Para Juan del Val, este lugar representa algo más que una segunda residencia: es un espacio donde pasar tiempo con su familia, disfrutar de la naturaleza, desconectar del mundo mediático y conectarse con un estilo de vida más tranquilo. Esa relación emocional con Candeleda encaja con su visión — compartida en entrevistas y apariciones públicas — de encontrar equilibrio entre la vida profesional y momentos de contemplación y calma. Otro de los puntos que también guardan un lugar especial en su corazón es Menorca, isla donde reside la hermana de Nuria, Ruth, y a donde acude, toda la familia, durante los meses de verano.
