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El patrimonio que ilusiona a Ramoncín: un barrio de clase alta en Madrid y sus derechos de autor

El cantante, que nació en un taxi en la Puerta de Alcalá, lleva a su espalda más de cuatro décadas en la música

El patrimonio que ilusiona a Ramoncín: un barrio de clase alta en Madrid y sus derechos de autor

Ramoncín, en una imagen de archivo. | Gtres

José Ramón Martínez Márquez, más conocido como Ramoncín, es uno de los rostros más famosos de nuestra música. El cantante ha conseguido consagrarse, después de muchos años, como uno de los cantantes más reconocidos. En los últimos tiempos, no solamente ha dedicado su esfuerzo a escribir canciones sino que, también, se ha dedicado a colaborar en televisión con distintos medios, dando su opinión y su punto de vista en programas como La Sexta Noche o La Sexta Xplica. Pero ¿qué sabemos de su vida y de sus propiedades?

Ramoncín nació en Madrid, a mediados de los años 50, y lo hizo en un taxi en la Puerta de Alcalá. Comenzó su andadura artística en los años setenta, en plena efervescencia del rock urbano. Influido por el punk británico y el rock clásico, se ganó rápidamente una reputación de artista provocador, directo y con un discurso social combativo. Su apodo, Ramoncín, lo adoptó en esa época y pronto se convirtió en una marca personal ligada a la irreverencia y a la actitud desafiante frente al sistema.

Los inicios de Ramoncín en la música

En 1978 publicó su primer disco, Ramoncín y WC?, con canciones que conectaron con una juventud inconformista. Temas como Putney bridgeHormigón, mujeres y alcohol se convirtieron en himnos del rock urbano español y consolidaron su imagen de cronista de la calle. Durante los años ochenta vivió su etapa de mayor éxito comercial y popular, con discos como Barriobajero, Arañando la ciudad o Como un susurro. En esta etapa logró algo poco común: trascender el circuito rockero y sonar en radios generalistas, algo que le dio popularidad pero también críticas desde sectores más underground, que lo acusaban de haberse «vendido».

Musicalmente, Ramoncín ha destacado por sus letras directas, con una fuerte carga social en un tono más urbano y provocador. También, cuenta con una presencia escénica intensa, basada más en la actitud que en el espectáculo. Su estilo bebía del rock clásico, el punk y el pop-rock, siempre con una clara voluntad de conectar con el público a través del mensaje. A partir de los años noventa y, sobre todo, en los 2000, Ramoncín se convirtió en un personaje habitual en medios de comunicación, no solo como músico, sino como opinador cultural y tertuliano.

Derechos de autor y un barrio de Madrid que no le olvida

Uno de los puntos más polémicos de su carrera fue su defensa activa de los derechos de autor y su vinculación con la SGAE. Esta postura le enfrentó con sectores de la cultura digital y del público, que lo convirtieron en símbolo del debate sobre la piratería y la propiedad intelectual en España. Aunque estas polémicas dañaron su imagen pública, también consolidaron su papel como figura dentro del debate cultural, más allá de la música. Paralelamente a la música, Ramoncín desarrolló una carrera como escritor y articulista. Ha publicado novelas, ensayos y libros de memorias en los que reflexiona sobre la música, la fama, el poder, la libertad de expresión y su propia trayectoria.

Esta faceta literaria reforzó su perfil de intelectual autodidacta, alguien que siempre ha buscado trascender el rol de cantante. En la década de 2010 anunció su retirada de los escenarios, aunque posteriormente regresó de forma puntual con conciertos y nuevos proyectos musicales. Sus regresos siempre han generado expectación, tanto por nostalgia como por la figura mediática que sigue siendo. Sobre su vida personal, su origen humilde y de barrio ha sido uno de los pilares de su identidad personal. Él mismo ha contado, en distintas ocasiones, que esa infancia en un entorno popular moldeó su carácter directo, su lenguaje sin adornos y su forma de entender la lealtad, la amistad y la dignidad personal. Todavía sigue manteniéndose en su barrio, Las Delicias, donde no se conservan los mismos edificios que en aquella época, pero que sigue considerando «su patria».

Su lado más personal y sus mayores controversias

En el plano familiar, Ramoncín ha sido siempre muy reservado. Se sabe que ha estado casado y que es padre —de cuatro mujeres diferentes—. Su primera hija, Ainhoa, con la que ha trabajado en varias ocasiones, nació cuando el cantante tenía 19 años. «Ainhoa ha sido en un momento dado el soporte de todo mi trabajo. Ha tenido toda la responsabilidad en todos los sentidos. No he tenido ninguna dificultad con ella», contó el artista a Vanitatis hace cuatro años. Más tarde, Ramoncín comenzó una relación junto a Diana Polakov, modelo, actriz y ex de Emilio Gutiérrez Caba. De su noviazgo nació la segunda hija del cantante, Andrea, que, aunque trabaja en una empresa de seguros, lo que más le gusta es el cine. Más adelante vinieron al mundo Joel y Alenka, tras su unión con Amalia Villar, quienes han heredado la pasión por la música de su padre.

En lo personal, quienes lo conocen suelen describirlo como una persona mucho más reflexiva y calmada de lo que proyecta en público. La imagen del provocador permanente convive con la de alguien profundamente lector, interesado por la historia, la política, la filosofía y la literatura. La escritura ha sido para él una forma de introspección y de orden personal, además de una vía de expresión artística paralela a la música. Su carácter, fuerte y poco dado a concesiones, también ha tenido un coste personal. Ramoncín ha reconocido haber vivido etapas de desgaste emocional, especialmente durante los años de mayor exposición mediática y controversia pública. En esos momentos, optó por el repliegue personal, alejándose parcialmente de los focos y reduciendo su presencia pública para centrarse en su entorno más cercano y en proyectos creativos menos expuestos.

Ramoncín ha generado ingresos a lo largo de más de cuarenta años a través de diversas vías, siendo la música la principal en sus primeras etapas. Durante los años ochenta, cuando alcanzó su mayor popularidad, obtuvo beneficios por ventas de discos, derechos de autor y giras. Aunque no fue un artista de cifras millonarias al nivel de grandes estrellas internacionales, sí formó parte de una generación que pudo vivir cómodamente de la música en una época de fuerte consumo físico de discos y conciertos.

Una parte relevante de su patrimonio está vinculada a los derechos de autor de su catálogo musical. Canciones que han sido himnos del rock urbano español siguen generando ingresos por reproducción, uso en medios y explotación editorial. Este flujo, aunque más moderado con el paso del tiempo, aporta una estabilidad económica sostenida, especialmente al tratarse de obras consolidadas. A estos ingresos se suman los procedentes de su actividad como escritor y articulista, con la publicación de novelas, ensayos y colaboraciones en medios. No se trata de una fuente masiva de riqueza, pero sí de un complemento constante que refuerza su independencia económica y su perfil intelectual.

Otro pilar de su patrimonio ha sido su presencia mediática. Durante años participó en programas de televisión, debates culturales y espacios de opinión, lo que le permitió diversificar ingresos más allá de la música. Esta faceta, especialmente activa en los años 2000, contribuyó a mantener un nivel económico estable incluso cuando su actividad musical disminuyó. En cuanto a bienes materiales, Ramoncín ha mantenido siempre una imagen alejada del lujo ostentoso. No se le asocia con grandes propiedades, colecciones extravagantes o un estilo de vida excesivo. Por el contrario, ha defendido públicamente una vida basada en la autonomía económica y la sobriedad, más centrada en el valor del trabajo intelectual y creativo que en la acumulación visible de riqueza.

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