Omar tenía 23 años cuando la policía lo arrestó en marzo de 2014 cuando estaba saliendo de la Universidad Al Azhar. Lo llevaron a la comisaría. Lo acusaban de haberle robado el arma a un agente en diciembre de 2013. “Allí me desnudaron, me vendaron y me esposaron. Me agredieron sexualmente, primero con las manos, después con un palo de madera. ¿Piensas que eres un hombre? Mira lo que te estamos haciendo. Estuve allí 46 días”, cuenta este joven egipcio, recogido en el último informe de Human Rights Watch en el que se denuncia el uso sistemático de la tortura en Egipto. No es el único testimonio.
“Entonces empezaron las torturas. Me empezaron a electrocutar. Por supuesto, perdía la consciencia y cada vez que ellos me despertaban, me electrocutaban de nuevo”. “Me esposaron en la espalda y de ahí me colgaron en la puerta. Sentía que se me iban a salir los hombros. Me arrancaron las uñas de los dedos, una a una”. “El tercer día empezó la fiesta de la parrilla. Me colgaron de un palo y me pusieron boca abajo. Después, me empezaron a electrocutar en todas partes. Les dije: “Os diré todo lo que queráis que os diga”. Son las declaraciones de Khaled, Karim y Salem que publica este miércoles Human Rights Watch en su informe de 63 páginas, llamado Hacemos cosas inadmisibles aquí: tortura y seguridad nacional en el Egipto de al-Sisi.
«El presidente al-Sisi ha dado a la policía y a los oficiales de Seguridad Nacional luz verde para utilizar la tortura cuando les apetezca», dice Joe Stork, el director de Human Rights Watch en Oriente Medio. «La impunidad para el uso sistemático de la tortura ha dejado a los ciudadanos sin ninguna esperanza de justicia«, añade. Las técnicas de tortura contra los detenidos políticos incluyen golpes, electrochoques, posiciones de estrés y, en ocasiones, violaciones; todas con el objetivo de forzar a los sospechosos de confesar información o simplemente castigarlos. La utilización difundida y sistemática de la tortura por las fuerzas de seguridad hace hablar de crímenes contra la humanidad, informa la ONG.
La organización entrevistó a 19 antiguos detenidos, a la familia de otro joven que fue torturado de 2014 a 2016 y abogados egipcios defensores de los derechos humanos.
Las alegaciones de tortura se remontan a 2013, cuando al-Sisi era solo ministro de Defensa. Desde entonces, las autoridades egipcias han arrestado al menos a 60.000 personas, han provocado desapariciones forzadas de centenares de personas al menos y han condenado a muerte a otros cientos.